Manga ñembosarái: los guaraníes inventaron el fútbol, por Philippe Raposo
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El fútbol nació en Paraguay. No fueron los ingleses quienes crearon el fútbol, como afirma la literatura europea dominante. Fueron los guaraníes quienes lo inventaron. Esta es la tesis del cortometraje documental Los guaraníes inventaron el fútbol (2014), dirigido por el cineasta paraguayo Marcos Ybáñez y basado en la investigación del español Bartomeu Melià (1932-2019), especialista en la historia de los guaraníes.
Melià afirma que los guaraníes ya jugaban al fútbol en el siglo XVII en los reductos jesuitas de San Ignacio Guazú, en el actual departamento de Misiones, a 230 km de Asunción.
Existen registros de la práctica del manga ñembosarái —“jugar a la pelota con los pies” en guaraní— que se remontan a 1639, mucho antes de la independencia de Paraguay en 1811 y de la reglamentación del fútbol por los británicos en 1848. Según el documental, el manga ñembosarái fue el precursor del fútbol moderno y los guaraníes son los padres del fútbol. En este sentido, Paraguay reclama la paternidad del fútbol en el mundo.
Lo que dice la historia
Se dice que el primer registro de la práctica del manga ñembosarái es el Tesoro de la lengua guaraní, un diccionario bilingüe guaraní-español publicado por el jesuita peruano Antonio Ruiz de Montoya en 1639. Allí, mangaì se define como “árbol que dá las pelotas que llaman de neruio”, una referencia a las pelotas de goma con las que los guaraníes jugaban al manga ñembosarái los domingos después de misa.
Otros registros de este deporte aparecen en los libros Breve relación de las misiones del Paraguay (1771) y La República de Platón y los guaraníes (1793), escritos por los jesuitas españoles José Cardiel y José Manuel Peramás, respectivamente. Estos registros sugieren la práctica de este juego —muy similar al fútbol actual— que consistía en que dos equipos jugaban y tocaban la pelota sin dejarla parar.
En el manga ñembosarái no había límite de tiempo ni objetivos. Los partidos siempre terminaban en cero a cero.
El perdedor era el equipo que se cansaba primero y abandonaba el juego, algo que podía durar horas. Había quienes apostaban sobre qué equipo ganaría, así como espectadores y simples curiosos. El balón era difícil de controlar, lo que exigía habilidad a los jugadores. Hecha de arena húmeda, la pelota se cubría con caucho —resina extraída del árbol de mango— y se hinchaba con bambú hasta alcanzar el tamaño deseado.
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El municipio de San Ignacio Guazú, donde se fundó la primera reducción jesuita en la Cuenca del Plata en 1609 y donde se reunían los indígenas guaraníes, reivindica el fútbol como su cuna y lo asocia a su historia cultural. En 2010, la tesis de que el fútbol fue una invención de los guaraníes fue publicada en el periódico vaticano L’Osservatore Romano, aumentando la legitimidad de la reivindicación paraguaya.
Los precursores del fútbol contemporáneo
Desde entonces, el tema ha sido tratado en publicaciones periódicas argentinas, españolas y paraguayas. Sin embargo, es razonable pensar que el manga ñembosarái no es el único deporte precursor del fútbol actual sino solo uno de ellos, entre otros innumerables que se remontan a épocas más antiguas. Adoptar una perspectiva histórica global en lugar de una geográficamente restringida, como las nacionalistas, parece ser más apropiado para comprender la evolución de las ideas y las prácticas en todo el mundo.
Hay otros casos que, como el manga ñembosarái guarani, también pueden considerarse precursores del fútbol contemporáneo. Como ejemplo, cito el ts’uh Kúh (cuju) practicado en China dos mil años antes de Cristo, que consistía en una actividad de entrenamiento militar muy similar a la lógica actual del fútbol. El Episkyros practicado en la antigua Grecia estaba compuesto por dos equipos de once o más jugadores, marcado por la violencia. El balón era de arena con vejiga de buey y se permitía el uso de las manos, a diferencia del manga ñembosarái, donde estaba prohibido.
Existía también el fútbol precolombino de los pueblos maya y azteca en Mesoamérica, practicado hace más de tres mil años, con pelotas de goma y rituales de sangre en los que se sacrificaba al capitán del equipo perdedor.
Menciono también el Harpastum, practicado en la época dorada del Imperio romano, cuyo objetivo era lanzar el balón al campo del equipo contrario. Y el kemari, practicado en Japón desde el siglo VII, en el que estaba prohibido el contacto corporal, dada su mística religiosa y ceremonial. La literatura indica que el kemari fue influenciado por el ts’uh Kúh chino.
Además, está el calcio fiorentino que se practica desde el siglo XVI en Florencia, una especie de renacimiento del harpastum romano. Con el tiempo, se introdujeron toros en la arena para aumentar la adrenalina de jugadores y espectadores. Los juegos se asemejaban al terreno de combate ya que se permitían los puñetazos, patadas y cuchilladas entre los jugadores, lo que no pocas veces desencadenaba peleas generalizadas. Aun así, el objetivo era marcar goles.
Ya en el siglo XVII los nativos norteamericanos practicaban el pasuckuakohowog, cuyos partidos podían reunir hasta mil jugadores, con festejos conjuntos al final. En Australia, los nativos practicaban el marn grook. En Alaska, los esquimales jugaban al asqaqtuk, algo parecido al fútbol sobre hielo. Estas y otras formas de juego con el pie pueden considerarse precursoras del fútbol contemporáneo.
Es razonable concluir que el manga ñembosarái guaraní no explica toda la historia del fútbol. Incluso así, es un legítimo precursor del fútbol contemporáneo —al igual que los demás ejemplos, sin intención de agotar el inventario— y un legado histórico de la admirable cultura guaraní.
Sería inexacto atribuir la paternidad del fútbol a un pueblo concreto. Si no fueron los paraguayos quienes inventaron el fútbol, tampoco fueron los británicos.
Australianos, chinos, esquimales, griegos, italianos, japoneses, mesoamericanos y norteamericanos, entre otros, han contribuido positivamente a la construcción de esta historia, de la que también forman parte los guaraníes-paraguayos. Lejos de ser un producto exclusivamente guaraní o británico, el fútbol tiene una paternidad múltiple e interminable. Paraguay es otra pieza de este elenco.
Philippe Raposo es abogado y diplomático brasileño. Profesor voluntario del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Brasilia (UnB). Máster en Historia, Política y Bienes Culturales por la Fundação Getúlio Vargas (FGV/RIO).
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