Maracaibo: 496 años de fundada, por Ángel Lombardi Lombardi

Una ciudad, cualquier ciudad, para sus habitantes, es la casa grande. Como habitante de esta, mi casa grande, la disfruto y la padezco, como todos.
En nuestro caso específico, Maracaibo cumple 496 años, con su historia a cuestas. Con poca memoria colectiva de esos casi cinco siglos, un presente precario y rodeado de incertidumbres —como el resto del país— y un futuro que se nos escapa.
Mientras el siglo XXI avanza, aquí uno tiene la sensación de un tiempo detenido y regresivo. Me gusta pensar en el futuro, y veo a mi ciudad en descuido con respecto a él. Algunas ideas generales andan por allí, y algún que otro proyecto, pero los percibo más como buenas intenciones o francas ilusiones.
El futuro tiene por fundamento el pasado y, principalmente, el presente. Sin una base financiera y económica sólida, la mejor idea, el mejor plan y proyecto para mañana terminan en gavetas burocráticas o informes que nadie lee ni toma en cuenta.
Sé que hay personas e instituciones que hacen un gran esfuerzo para mantener viva y en progreso a la ciudad, pero tanto el político como el gobernante viven y actúan en el corto plazo, casi siempre pensando en la próxima elección.
El empresario, grande y pequeño, no planifica sino para el corto plazo, porque para ellos todo son amenazas: desde un entorno sin legalidad verdadera, sujetos a las arbitrariedades del poder, hasta la atmósfera de corrupción presente en todas partes y a todos los niveles.
Una sociedad, una ciudad así, no progresa: sobrevive a sí misma.
Maracaibo, igual que todo el país, necesita descentralizarse. En el caso de nuestra ciudad, debe «municipalizarse», por lo menos en uno o dos municipios más —municipio Oeste (después le ponen el nombre que quieran).
Otro proyecto viable desde ya es la arborización masiva. Bastaría una ordenanza perentoria y que se cumpla, para un compromiso real de todos los habitantes, instituciones, empresas, sectores públicos y privados.
El resto son quejas y deudas pendientes, acostumbradas: aseo urbano, agua, electricidad, vialidad (huecos incluidos), transporte público y un largo etcétera. Los problemas son reales; las soluciones, hasta ahora, son promesas.
Maracaibo y el Zulia han perdido esa primogenitura que tuvimos en la segunda mitad del siglo XIX y XX. Hoy está en mengua, porque también el país lo está. Pero creo que, en términos de iniciativas públicas y privadas, y en términos gerenciales y administrativos, se pudo haber hecho en la ciudad más y mejor.
También hay que asumir nuestras responsabilidades colectivas en términos de ciudadanía. Muchos dejamos mucho que desear. Nos quejamos y criticamos, pero nuestras conductas cívicas, en muchos casos, hablan de desorden, anarquía, exceso de individualismo y mala educación.
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Brindo por mi ciudad, y espero que, en los 500 años, además de los actos protocolares, tengamos algunas cosas buenas que mostrar.
Ángel Lombardi Lombardi es licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, con especialización en la Universidad Complutense y la Universidad de La Sorbona. Fue rector de la Universidad del Zulia y rector de la Universidad Católica Cecilio Acosta.
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