Marca país, por Aglaya Kinzbruner

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Cada país tiene una realidad y una imagen que la representa. Esta imagen que sirve para proyectar sus relaciones con otros países es construida hábilmente y se llama marca país. Es por medio de esta imagen que se fomenta el turismo, inversiones, se consigue financiamiento y otros bienes de gran valor. La mayoría de los países tienen a sus «cerebros» más fieles trabajando arduamente en ofrecer la imagen más seductora posible, todos quizás con la excepción de China.
Porque ¿qué imagen puede proyectar un país que le prohíbe a un hombre santo, el Dalai Lama, Tenzin Gyatso, reencarnar? ¿Suena absurdo, verdad? Resulta que este venerable anciano, ya en la puerta de su cumpleaños número 90, y muy consciente que esta vida terrenal no es para siempre, está buscando un niño para su futura reencarnación y ¿dónde?, lógicamente en la India, dónde vive actualmente o en cualquier país libre.
Pues el Partido Comunista Chino dijo que no ya que ellos quieren supervisar la reencarnación en el momento que se dé, cosa altamente improbable, todo el proceso en sí y, posiblemente en el Tibet que ahora está bajo control chino. Además, el niño tiene que ser un buen niño comunista que pueda ser controlado e indoctrinado, sin religión incluida. A China, a la China de ahora por supuesto, no le gustan las religiones y menos la budista que la tienen tan cerca.
Volviendo al Dalai Lama, él dijo que no, que iba a reencarnar, sí o sí. Sin embargo, los únicos que estarían al tanto del cómo y dónde serían sus más estrechos aliados, los miembros del Gaden Phodrang Trust, fundado por él mismo. Ya hubo un caso anterior en que se había escogido un niño, Gedhun Choekyi Nyima, de seis años de edad, reconocido por el Dalai Lama como la reencarnación del Panchen Lama. Poco después en el 1995, él y su familia desaparecieron. Las autoridades chinas dicen que está vivo y está bien. Sin embargo, budistas y organizaciones de derechos humanos todavía lo están buscando. El Panchen Lama es la segunda figura religiosa más importante después del Dalai Lama, dentro del budismo tibetano.
Un país que tiene una excelente marca país es Francia. El mismo presidente Macron ha trabajado para que esto siga siendo así. Sin embargo, lo absurdo se sigue colando en muchos eventos de la vida. Como la reciente discusión que sostuvo con el presidente Gustavo Petro en el marco de la Cuarta Conferencia sobre la Financiación para el Desarrollo en Sevilla, España. El discurso de Petro, muy encendido, abarcó desde la política antimigrante en Europa y Estados Unidos hasta la falta de vacunas en el peor momento del Covid porque, según él, las vacunas llegaron primero al Norte que al Sur. A lo que Macron se molestó y dijo que Petro debía respetar y no sobre simplificar. La gestualidad de Petro desvelaba una profunda irritación.
Esto nos recordó a Sigmund Freud y su interpretación de la Teta Buena y la Teta Mala, a comienzos del siglo pasado. Según él los bebés, se sienten muy satisfechos cuando se alimentan a través de la lactancia materna, apreciando grandemente el alimento o, lo contrario, lloran furiosos cuando no les llega, asunto que correspondería a la fantasía de la Teta Mala. En el coloquialismo norteamericano hay una expresión muy ilustrativa donde se dice que Fulano o Zutano fueron destetados con pepinillos agrios (weaned on a sour pickle).
Con respecto a la persona a la cual se le ocurrió proponer abolir el examen de entrada a las instituciones públicas de educación superior, quienquiera que sea, podemos afirmar que su destete debe haber sido un evento ¡totalmente traumático!
Aglaya Kinzbruner es narradora y cronista venezolana.
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