Más allá de lados “correctos” e “incorrectos”, por Luis Ernesto Aparicio M.
En pocos días, la tierra volverá a concluir otro movimiento completo alrededor del sol. Han resultado con muchos sobresaltos, entre invasiones con guerras como resultado y cambios en los sistemas democráticos, cuando a duras penas se resisten en muchos países.
Pero todo forma parte de la historia de la democracia y sus eventos: a veces en su esplendor y otras abusada y mutilada, pero es su historia, esa que no identifica puntos cardinales.
Esta es parte de una última reflexión del año. La maravilla de la historia, esa que me dejaron muchos profesores, en especial aquella materia opcional dictada por el doctor Ángel Lombardi -Historia de las Ideas–. A partir de ella, me gustaría llamar la atención a todo aquel que se ha empeñado en citar, cual mantra, algo como estar en el lado «correcto» de la historia, sin tener alguna idea de lo que esto significa.
La valoración de eventos históricos a menudo se enfrenta al desafío de aplicar categorías morales contemporáneas a contextos históricos complejos, plenos de diversas circunstancias. La historia, como narrativa de la experiencia humana a lo largo del tiempo, es inherentemente rica en matices y desafía las simplificaciones morales.
Por ello, es esencial reconocer la naturaleza cambiante de los estándares éticos y morales a lo largo del tiempo. Lo que podría haber sido considerado aceptable o incluso necesario en un momento histórico particular podría ser visto como inaceptable en la actualidad. Los juicios retrospectivos basados en las normas actuales corren el riesgo de malinterpretar el contexto y los valores de épocas pasadas.
Muchos eventos históricos son el resultado de una multiplicidad de factores y actores con objetivos diversos. La Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, involucró a naciones con motivaciones diversas y complejas alianzas, y la etiqueta de «correcto» o «equivocado» no captura la complejidad de este conflicto global.
Incluso, aquellos eventos que hemos vivido de cerca no son lo suficientemente objetivos como para asegurar que unos u otros se encuentran en dos lados marcados para la historia. Más bien, la subjetividad es la que ha prevalecido en cuanto o en tanto se cree que se está ocupando un lado de la historia. Cada espectador o protagonista de acontecimientos de importancia, está convencido de que hace lo «correcto».
Dictadores y demócratas, piensan que encuentran la ubicación correcta; que son protagonistas entre las novedades y la prosperidad de los pueblos. Incluso, los actuales y reconocidos autócratas, si no lo creen, al menos tratan de construir narrativas que les ayude a convencerles de que todo lo que hacen es lo adecuado para ser reconocidos, de forma positiva, dentro de la continuidad de la historia.
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El análisis de las motivaciones y circunstancias que rodearon eventos históricos permite una comprensión más profunda y matizada. Al aprender de la historia de esta manera, podemos evitar la trampa de la simplificación moralista y reconocer la diversidad de experiencias y perspectivas que contribuyen a la riqueza de la narrativa histórica.
Rotular a individuos o grupos como «incorrectos» en retrospectiva puede tener consecuencias en el presente. Puede contribuir a tensiones y conflictos actuales, especialmente si las evaluaciones históricas se utilizan para justificar actitudes discriminatorias o agresivas.
Aquí me detengo para invitar a muchos para que, en lugar de buscar clasificaciones morales simplistas, y pensar que se está en el lado «correcto» de la historia, es más útil abordarla como una oportunidad para aprender y contextualizar, sin el error de encontrarle lados a la historia.
En conclusión, la evaluación de la historia requiere humildad intelectual y una comprensión de la complejidad inherente a los eventos pasados. Al adoptar un enfoque que considera el cambio en los valores, la diversidad de perspectivas y la complejidad de los contextos históricos, podemos apreciar la riqueza y la complejidad de la experiencia humana a lo largo del tiempo.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de Prensa de la MUD
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