Más de un mes sin agua pasan 80% de las zonas del municipio Sucre (IV)
Desde 2014, la irregularidad en el suministro de agua es parte de la cotidianidad de los habitantes del municipio Sucre. Pero desde marzo de 2018, los períodos sin recibir agua se extendieron y en promedio sobrepasan un mes
Primero pasaban dos, tres, cinco días y hasta siete días sin que llegara el agua. Luego comenzaron a contar y pasaban 15 días esperando. Desde 2014, la irregularidad en el suministro es parte de la cotidianidad de los habitantes del municipio Sucre. Pero desde marzo de 2018, los períodos sin recibir agua sobrepasan el mes. En la casa de Esperanza Hernández se agotaron las reservas que sus vecinos le ayudan a almacenar porque, a sus 68 años, los brazos ya no le dan para cargar tobos ni botellones de agua que pueda subir hasta su vivienda en San José en Petare.
Lo mismo le ocurre a Marina Pereira que vive en Filas de Mariche. Tiene 75 años y después de pasar tres semanas sin recibir agua por tuberías, el último pipote en su hogar quedó seco. Sin familiares que la puedan ayudar porque sus dos hijos se fueron del país entre enero y marzo, depende de vecinos y amigos que le cargan los botellones de 5 litros para ir llenando poco a poco los tobos que acumula en el baño y la cocina para poder mantener la casa medianamente aseada y preparar algo de comida.
Hasta 50 días han contado los vecinos de diferentes zonas del municipio Sucre sin recibir una gota de agua. El 27 de abril, el diputado Miguel Pizarro acompañó la protesta de los habitantes de la parte alta del barrio José Félix Ribas que llevaban dos meses sin agua, junto a un grupo de vecinos del barrio 5 de Julio a quienes les llega el agua una vez al mes, y ni siquiera saben cuál es el día afortunado en el cual las tuberías de sus casas vuelvan a surtir el líquido.
Ese mismo día, además de la tranca de calle y las pancartas de reclamos, el diputado Pizarro y los vecinos afectados entregaron un documento en las oficinas de Hidrocapital, dirigida al entonces presidente de la hidrológica, Edinson Torrealba, en el cual exigían el restablecimiento del suministro de agua potable después de registrar que en al menos 12 sectores sumaban ciclos de 30 días o más sin servicio: en el Callejón Oriente, Barrio Bolívar, 5 de julio, Fechas Patrias, San Isidro, Julián Blanco, San José, La Parrilla, Barrio Píritu, José Félix Ribas, Palo Verde y Terrazas del Ávila.
Tres meses después, ni el documento ni el cambio de directiva en la hidrológica surtieron efecto porque las protestas no han cesado. Por lo menos una vez a la semana, habitantes de un sector diferente del municipio salen a las calles a reclamar a viva voz para que los atienda quien corresponda, ya que en Sucre el suministro de agua es una responsabilidad compartida entre Hidrocapital y el Instituto Municipal Aguas de Sucre (Imas), que funciona como una institución autónoma adscrita a la alcaldía y presta servicio a cuatro de las cinco parroquias: Caucagüita, La Dolorita, Filas de Mariches y más de la mitad de Petare. La otra mitad de Petare y la parroquia Leoncio Martínez son surtidas por Hidrocapital.
El municipio Sucre cuenta con captaciones de agua que son conocidas como tomas dique, lo que permitiría un suministro más fluido debido a la gravedad, entre ellas se encuentra la Toma Galindo, La Urbina, La Encantada y Tacamahaca, además del embalse que envía agua a Fila de Mariches, zona que no se puede surtir solamente con el Alimentador Sur.
Pero las deficiencias operativas en el sistema de bombeo y transporte hace que precisamente la falta de agua se intensifique en tres de las cinco parroquias, en especial en los sectores La Dolorita, Mariches, Caucagüita y Petare, donde habitan alrededor de un millón de personas, según la población registrada en estas parroquias en el Instituto Nacional de Estadísticas.
Sequía puertas adentro
El concejal Juan Carlos Vidal, le ha hecho seguimiento al problema del agua en las comunidades del municipio y observó que se trata de un área en la cual conviven 16 desarrollos urbanísticos y más de 2.000 barrios, lo que le da al municipio la característica de ser una zona con alta densidad poblacional y por tanto el déficit del servicio genera un alto impacto, aunque sean solo cinco parroquias.
Vidal registró que 80% de los sectores que reciben el líquido a través de acueductos sufren la deficiencia en el suministro y 30% de ellos pueden permanecer un mes sin servicio.
Lorenzo Pérez, habitante de la urbanización Horizonte, asistió a una asamblea de vecinos que se realizó en los espacios del Instituto Pedagógico de Caracas, en El Paraíso, como una de las tantas formas que ha buscado como ciudadano para tratar de articular soluciones a un problema común que se extendió por toda el Área Metropolitana y ya no distingue si es en zonas populares, urbanizaciones o siquiera los nuevos urbanismos creados en el marco de la Misión Vivienda.
«En la urbanización donde vivo hicimos un conteo y tenemos como récord entre 10 y 12 semanas sin recibir agua. Aunque estamos metidos en un cronograma de Hidrocapital en el que deberíamos recibir por lo menos 65 horas de suministro no sabemos cuándo ni cómo se cumple. Se supone que deberíamos recibir agua de domingo a miércoles pero eso no se ha cumplido y ya llevamos dos años en esto. Cuando llega no tiene presión, entonces los vecinos que viven en zonas altas sencillamente no la reciben y no hay tanque que aguante casi un mes sin que entre agua por tuberías», explica Pérez, quien forma parte de las Mesas Técnicas de agua del municipio Sucre y ha participado en conversaciones con representantes de Hidrocapital.
En el encuentro denominado «Por el derecho al agua» realizado en el Pedagógico se presentaron residentes de 22 paroquias de la Gran Caracas, miembros de organizaciones como el Radar de los Barrios; Caracas, ciudad posible; Fe y Alegría; y la Asociación de Trabajadores y Empleados (Atraem), quienes han tenido que resolver por su cuenta el suministro que les permite mantener sus negocios funcionando.
César León, representante de Atraem, comenta que cada día el servicio se reduce cada vez más por lo que la dependencia del pago de cisternas se incrementa. «Hay una mafia que controla la venta de agua en cisternas y con la hiperinflación eso se ha triplicado».
Los comerciantes denuncian que además de los costos extraordinarios que tienen que contemplar para tener agua disponible y seguir operativos, cuando reciben agua por tubería el líquido que llega es de pésima calidad. «Eso es impresentable y la cantidad de problemas de salud que nos acarrea son incontables».
El profesor Humberto González, especialista en educación ambiental, explica que la idea de entender el agua como un derecho humano se refleja perfectamente en la imposibilidad de la gente de llevar una vida normal cuando no cuenta con el servicio. «La trama de la complejidad ante la ausencia de agua es una cadena porque afecta en lo doméstico, en lo laboral, incluso en la vida íntima porque la higiene es lo primero que se ve afectado. Las personas están dejando de ir a trabajar porque cuando llega el agua es la única oportunidad de hacer sus actividades cotidianas: lavar, cocinar, limpiar. Las personas sufren de estrés porque no pueden preparar bien la comida, no pueden mantener un mínimo de limpieza en la casa y eso es un desencadenante de infecciones y enfermedades de todo tipo».