Me exijo un derecho a réplica, por Tulio Ramírez
Twitter: @tulioramirezc
Para mi último artículo escribí una carta dirigida a mí mismo. Mis amigos no entendían nada. Solo les comenté que así nos tiene esta tormenta perfecta de chavismo y pandemia. Mi réplica es porque esa misiva tenía la aviesa intención de mal ponerme ante mis escasos lectores.
En vano el remitente intentó desmontar cada una de las denuncias que hago sobre la improvisación y las nefastas políticas del gobierno “revolucionario”. Sin embargo, no lo quiero dejar pasar por bolas y hoy exijo mi derecho. La ley me asiste.
Claro que sí, apreciado lector, usted tiene toda la razón, esto parece cosa de locos, pero qué no lo parece en Venezuela. Somos el único país del mundo que tiene dos presidentes, dos asambleas y si nos descuidamos serán tres, dos tribunales supremos, dos fiscales, opositores que parecen chavistas y chavistas proletarios que, de Chávez, heredaron solo el gusto por los reales. Lo que falta es que aparezca un Hombre del Papagayo chavista, Dios no lo quiera.
Así las cosas, replicarme a mí mismo encaja dentro de los parámetros de la nueva normalidad impuesta por esta revolución, bastante esquizoide, por cierto. Ahora bien, en esta suerte de “yo y el Doctor Merengue”, procederé a contestar a mi alter ego chavista.
Pero antes debo admitir que la carta no parecía de un revolucionario convencido, había rasgos que hacían dudar de su militancia política. La carta estaba bien redactada, no tenía errores ortográficos, amenazas ni improperios. Eso me hizo dudar de su autenticidad, pero no tengo alguna prueba que indique que la haya escrito alguien diferente a mí. Así entonces, voy con mi derecho a réplica.
Apreciado compatriota, advierto en su carta una molestia comprensible por “el chalequeo” al que a diario someto al gobierno por la corrupción, la ineficiencia y la represión.
Pues le diré, estimado amigo, si usted está molesto, imagínense lo molestos que estarán los venezolanos. Pero puedo entender que no hay nada más fastidioso que gobernar o desgobernar con críticas diarias de ciudadanos cansados del mal gobierno.
Usted hace referencia a las cajas CLAP, las cuales, según su parecer, han salvado a muchos de morir de hambre por culpa de las “salvajes sanciones”. Pues le diré que son curiosas esas sanciones. Los bodegones están llenos de productos del “cochino imperio”, las camionetas americanas de lujo y blindadas hacen cola en la aduana para su nacionalización y en la mesa de un enchufado no falta un litrico de Jack Daniel’s, bebida espirituosa producida en la muy gringa Tennessee. Cosas del socialismo, camarada.
Me comenta usted que los maestros siempre han recibido “sueldos majunches” y que eso “nunca los llevó a querer tumbar gobiernos”. Además, se permite hacer alarde de un supuesto conocimiento de la sociología de las profesiones, cuando me enrostra que el gobierno nunca estará dispuesto a desnaturalizar la esencia apostólica y desinteresada de quienes ejercen esa actividad profesional. Pues, amigo, lo invito a que diga eso mismo en una convención de educadores con micrófono en mano y voz bastante alta. No se preocupe, no tenga temor, prometo garantizar su seguridad.
Finalmente usted me acusa de ser un cronista de medio pelo, por tener tan pocos lectores. Sugiere que debería agradecerle que me lea. Entiendo que eso lo hace en contra de su voluntad, pero no le queda otra alternativa porque usted, o sea yo, es quien ha escrito esta columna quincenal desde hace diez años.
Mire amigo, a diferencia de usted, yo soy tolerante y demócrata, aunque a veces— y usted es testigo de excepción— , también intolerante y dictatorial. Bueno, eso es lo que dice mi psiquiatra, el cual, por cierto, también es el suyo.
Chao amigo, con esto doy por cerrada nuestra polémica y, como siempre, nos vemos el jueves tempranito en el consultorio. El doctor se molesta cada vez que llegamos tarde.
Tulio Ramírez es Abogado, Sociólogo y Doctor en Educación. Profesor en UCAB, UCV y UPEL.
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