«Me quise morir al verlo amarrado»: Madre de Ricardo Jaramillo niega vínculos con bandas

Ricardo Jaramillo, un joven zuliano sin antecedentes penales, fue trasladado desde EEUU a una cárcel de máxima seguridad en El Salvador tras un acuerdo entre ambas naciones para encarcelar a migrantes vinculados con la banda Tren de Aragua. Su madre explica que está detenido tras chocar un vehículo en Chicago y por tener tatuajes, pero afirma que nada tiene que ver con el crimen organizado
«Se me encalambró el cuerpo. Me quise morir cuando vi a mi muchacho en ese video amarrado de las manos, ahí metido. No es justo con mi hijo, él no tiene antecedentes penales», dice entre llanto Yanelis Labrador, madre de Ricardo Jaramillo, un joven migrante venezolano de 25 años de edad, deportado recientemente desde Estados Unidos a El Salvador.
Ricardo Jaramillo es uno de los últimos siete venezolanos enviados al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), tras un polémico acuerdo entre el gobierno de Donald Trump y el de Nayib Bukele, en la que personas sospechosas de vínculos con la banda Tren de Aragua están siendo deportadas, no a sus países de origen, sino directamente a esta cárcel de máxima seguridad de El Salvador.
Pero su madre insiste en que no hay pruebas contra su hijo para relacionarlo con esa banda del crimen organizado. «No tiene antecedentes. Lo único que tiene son tatuajes. Está todo tatuado, sí, parece un periódico, pero son mi nombre, el de mi mamá, la frase «amor de madre», dos rosas en el hombro, el nombre de mi hija, coronas, cositas, vainitas, muchas cosas», pero que enfatiza que no guardan relación con delincuentes.
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La travesía de Jaramillo hacia EEUU comenzó en 2023, tras abandonar Chile. Atravesó la selva del Darién junto a su pareja, su hija que ya tiene seis años, su hermana y una sobrina. «Entraron por la frontera y se entregaron. No iban a pedir nada regalado, iban a trabajar», relata Yanelis Labrador. A los pocos días, la mayoría fue liberada, pero Ricardo fue retenido por tres semanas: «Él me dijo que fue por los tatuajes».
Tras ser excarcelado, se instalaron en Texas. Después se mudaron a Chicago y desde que Ricardo llegó a EEUU, en octubre de 2023, había trabajado en construcción, entregas de comida y fábricas, pero la historia cambió el 15 de enero de este año, justo antes de que Trump asumiera la presidencia.
Jaramillo chocó un automóvil tras salir del trabajo y su madre cuenta que en medio de la escena, él se asustó, se puso nervioso y se fue a su casa: «La camioneta no tenía seguro. La policía llegó, se lo llevó y llamaron a migración».
Detalla que tras ese accidente, el joven zuliano, oriundo del municipio San Francisco, fue presentado varias veces en los tribunales y afirma que la persona afectada por la colisión no presentó cargos y «quedó absuelto».
Para demostrar que en EEUU no fue detenido por sospechas con el Tren de Aragua, envía a TalCual un documento que contiene los cargos por los que fue detenido: «No permanecer en un accidente, operar un vehículo sin seguro, sin prueba de seguro y detención de inmigración».
Sin embargo, el pasado 12 de marzo, según especifica su progenitora, a Ricardo Jaramillo le informaron que sería deportado. Yanelis Labrador dice que las autoridades migratorias tomaron esa decisión pese a que su hijo tenía un caso de asilo abierto con cita en la corte para 2028.
Antes de ser llevado a El Salvador, Jaramillo fue enviado a la base militar de Guantánamo, en Cuba, un lugar para albergar a presuntos terroristas. Su familia supo que estaba allí porque el domingo 30 de marzo él llamó a su pareja y le dijo que no sabía por qué estaba en Guantánamo.
«Mal pálpito»
Yanelis Labrador asegura que el lunes 31 de marzo, cuando se enteró de que nuevos ciudadanos de Venezuela habían sido enviados a El Salvador tuvo un mal presentimiento: «Yo me sentí horrible porque no sabíamos nada de Ricardo».
«Yo tenía un mal pálpito. Luego vi en TikTok un video de unos migrantes trasladados a El Salvador, y cuando vi a mi hijo ahí amarrado, no lo podía creer, me quería morir», dice con la voz entrecortada por el fuerte llanto.
«Eso que uno siente al ver a su hijo así y no saber nada de él, eso no se lo deseo a nadie», sostiene.
Labrador vive nuevamente en el Zulia desde hace ocho meses, cuando volvió de Chile por problemas de salud: una afección en la columna le ha restado fuerza en las piernas. Es licenciada en enfermería y trabajaba con pacientes postrados; no obstante, afirma que no se quedará de brazos cruzados ante la situación de Ricardo Jaramillo.
«Voy a armar carpetas con todos los documentos de mi hijo: sus antecedentes, su partida de nacimiento, su solicitud de asilo, todo. Y voy a ir a Caracas, a hablar con quien sea, con Jorge Rodríguez, con quien me reciba. Yo voy a luchar por mi hijo, así tenga que ir cuatro patas», expone angustiada.
Ricardo Jaramillo llevaba siete años fuera de Venezuela, salió siendo menor de edad. Junto a su madre había vivido en Colombia, Ecuador, Chile y Perú. Se fue a Norteamérica buscando mejores oportunidades de vida para él y su familia y aunque posee tatuajes, su madre reitera que no tiene vínculos con bandas criminales ni en el país ni fuera de él.
La historia de Ricardo Jaramillo evidencia los cuestionamientos que han surgido en torno a las recientes deportaciones desde EEUU a El Salvador. Diversas organizaciones han denunciado que este acuerdo podría estar dando pie a detenciones y traslados sin garantías judiciales, basadas en simples apariencias. Tatuajes y nacionalidad se estarían usando como indicios de criminalidad sin hacer las averiguaciones pertinentes.
«Yo hablo por mi hijo, pero también por esas otras madres que saben que sus hijos no son delincuentes. Y si lo fueran, que paguen en su país, no en esa mega cárcel donde no sabemos nada de ellos», considera.
Yanelis Labrador clama justicia para Ricardo Jaramillo: «Nada tiene que ver con el Tren de Aragua».
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