Medios: censura y otras presiones, por Juan Vicente Gómez
Esta semana empezó muy mal en asuntos de libertad de expresión cuando nuestro colega Isnardo Bravo fue retenido en el aeropuerto de Maiquetía e interrogado por diversos cuerpos “de seguridad” del régimen, entre ellos, funcionarios de la Dirección General de Contrainteligencia Militar.
A las permanentes amenazas y amedrentamiento que sufrimos gran parte de periodistas, a ratos también se le suman la persecución, caso Isnardo –este lunes-, o las agresiones físicas (que lamentablemente también cuentan con estadísticas muy elevadas y con diversos matices de gravedad.)
La semana previa, el disgusto en Maiquetía “le tocó” a Nelson Bocaranda, tampoco lo dejaron salir del país, le retuvieron el pasaporte y luego se lo anularon, dejando claro el mensaje retaliativo de quienes detentan el poder: “si nos adulas no tendrás problemas. Si nos criticas terminarás jorobado”.
La autocensura también es un hecho. En la calle de los medios de la “V República” lo frecuente es “cuidarse” para evitar caer en las garras del autoritarismo, toda vez que la rama militarista del gobierno es la más notoria en cuanto a poder político y la más irritable a la hora de confrontar la crítica sobre la gestión pública. La mordaza sobre nuestras bocas tiene un tinte netamente político. El silencio de la censura es rojo-rojito.
Ayer jueves, un grupo de periodistas acudió a la Defensoría del Pueblo y consignó un documento donde se criticó “el marco represivo y desigual en el que se desenvuelve la cobertura informativa y la difusión de noticias en el país”, situación que aplasta derechos fundamentales previstos en la Constitución Nacional. (El Defensor Alfredo Ruiz Angulo ignoró “la visita” de los comunicadores, no recibió a la comitiva que pretendía entregarle un petitorio y la carta terminó siendo entregada en el Departamento de Correspondencia, una especie de “saludo a la bandera” que ya tuvo otro antecedente, sin respuestas ni acciones concretas, hace cuatro meses.
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La Alianza por la Libertad de Expresión agrupa a más de una docena de instituciones y organizaciones que promueven la defensa de este derecho fundamental tan pisoteado en la Venezuela de los últimos años. El acto de ayer fue una importante reivindicación del sector comunicacional frente a las autoridades de la república, exigiéndole respuestas y responsabilidades frente a los atropellos que se cometen a diario contra los profesionales que ejercen el periodismo y contra la libertad de empresa en el sector.
En lo que respecta a medios impresos, la desaparición de diarios ya supera los 80 periódicos en los últimos 18 años. El Defensor del Pueblo actual no ha emitido ni una sola palabra al respecto, lo que apunta a pensar en cierta complicidad que avala con silencio y omisiones la instauración o fortalecimiento de una hegemonía comunicacional oficialista que aplasta la diversidad, la pluralidad y el equilibrio del flujo informativo que debe prevalecer en toda sociedad libre y democrática.
La ñapa: funcionarios de cuerpos de inteligencia del régimen tomaron nota y fotografías de los detalles de la manifestación de ayer frente a la Defensoría. Confundiéndose con los reporteros gráficos que cubrían la pauta había policías que quedaron desenmascarados en un improvisado contrapunteo verbal con nuestros colegas de medios audiovisuales. Los sapos del gobierno registran minuciosamente los rostros y los mensajes de periodistas identificados con protestas o grupos de oposición: parece que somos nosotros –y no los delincuentes que actúan con total impunidad- los enemigos públicos más importantes que tiene el gobierno.