Mensaje a García para los que soñaban con la invasión gringa, por Beltrán Vallejo

Lamentablemente para los nacionalistas criollos, el rompecabezas de una Venezuela sometida al neototalitarismo tiene su base en el contexto de una especie de guerra fría de intereses geopolíticos. Precisamente, pasan cosas allá afuera, y alguien dirá, ¿y qué tiene que ver eso con nuestro país?
Me refiero en esta oportunidad a la orden del presidente estadounidense, Donald Trump, de abandonar a los Kurdos a su suerte en la Siria azotada por una nefasta guerra civil donde intervienen fuerzas internacionales, dejándolos a merced del poderío militar turco que entraría en ese país para masacrarlos.
Vean entonces, mis lectores, que este señor, lleno de tropel en todo como mandatario de la potencia económica y militar más poderosa del planeta, digan lo que digan los chinos, ya está recibiendo críticas de militares, analistas, aliados, y hasta de las filas de su propio partido republicano, por ser esto una felonía, una traición para uno de los aliados más fieles de los EEUU en la región desde la lucha contra Sadam Hussein; y todo esto por un compromiso antiestratégico que él adquirió con el mandamás de Turquía, el felón de Erdogan, uno de los tiranuelos más atrasados de Asia.
Esta decisión de Trump significa traición atroz por el río de sangre y devastación que causaría; y significa entregarle a Rusia íntegramente una victoria miserable; y también significaría fortaleza para el buitre de Assad en Siria.
¡Qué torpe y desmedido es nuestro amigo Trump! Y sí, es nuestro amigo, pero un “amigo” que es emperador, y emperador no es gente.
¿Saben cuáles fueron sus palabras para argumentar el retiro de sus tropas en Siria dejando al garete a sus panas kurdos? Pues aquí está: “es hora de salir de ridículas guerras sin fin”. Esta frase no debiera extrañar a nadie en el planeta porque viene de aquel señor que ganó su campaña electoral prometiéndole a su electorado que le quitaría a EEUU esa función de policía del mundo. Todavía resuena de su campaña electoral frases como ésta, que pintaron bien nítido su talante aislacionista en política exterior, su no intervencionismo en otros territorios: “No creo que debamos seguir dedicándonos a ‘construir’ otros países». Y dijo otra perla al respecto de su principal aliado militar de Occidente: “La OTAN nos está costando una fortuna y sí, estamos protegiendo a Europa, pero estamos gastando muchísimo dinero». Así es como nuestro “amigo” ha tratado a sus amigos.
Y volteando hacia lo nuestro, se aprecia la falta de fundamento que ha tenido la añoranza aquella de una intervención militar extranjera, por supuesto encabezada por los EEUU, para aplastar, a lo Manuel Antonio Noriega y su ejército, al régimen de Nicolás Maduro. ¡Qué tan lejos estaba este escenario, por lo menos de la mente de Trump, al respecto del final de los días de Maduro en el poder!
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Las cosas están claras; eso es lo único bueno del balance de estos días; “el tiempo cubre y descubre”, diría el filósofo. Ojalá que los que andan soñando todavía con el “soldado Ryan entrando por Araya, ya se hayan levantado de la cama y vean con cabeza fría la realidad internacional; que aprecien hacia donde apunta el juego de intereses de los pesos pesados del mundo que efectivamente están involucrados en las zozobras de nuestra nación.
Mientras el extremismo opositor y un Maduro y un Diosdado juegan a “Mambrú se fue a la guerra”, hay un pueblo que muere de bala de antisocial, muere de hambre, de abandono en el hospital, y muere de pobreza y desesperanza.