Mensajeros de la mentira, por Teodoro Petkoff
Veinte países de América Latina y Europa han sido seleccionados por el oficialismo para llevar adelante un tenebroso aspecto de su campaña electoral. Se trata de enviar «mensajeros» a cada uno de ellos (que van desde Estados Unidos y Cuba hasta Francia y Rusia), con encuestas en mano que «demostrarían» la práctica imposibilidad de que Chacumbele pierda, que su victoria está cantada y que «la oposición» (así, en general, mezclando moros y cristianos) prepara una denuncia de «fraude», para desconocer el resultado electoral y armar la tremolina.
Piden por tanto a las fuerzas políticas y gobiernos de los países visitados mantenerse alertas ante estas «siniestras intenciones» de la oposición, para denunciarlas ante el mundo y prestar su solidaridad con el pobre mandatario venezolano, víctima casi inerme de una oposición «golpista».
Un subproducto de esta añagaza sería el de tratar de intimidar a la oposición, inhibiendo cualquier denuncia válida de irregularidades, siempre posibles en toda elección.
Desde luego que esto no es más que una falacia sin nombre, que pretende crear una matriz de opinión internacional sobre la invencibilidad de Chacumbele.
Incluso, la perversidad del plan llega al punto de que si Capriles gana, el ambiente estaría creado para denunciar a la oposición de haber cometido un fraude. Lo cierto del caso, en fin de cuentas, es que ya andan por el mundo un montón de emisarios de Chacumbele desarrollando la parte principal del plan, esto es, convenciendo a quien los quiera oír de que «Chávez ya ganó». A propósito, ¿con dinero de quién viajan estos señores? ¿Con plata de la AN, aquellos que son parlamentarios? ¿Del PSUV, es decir con dineros de la nación? Por donde usted responda es gol.
Este plan está acompañado por la sistemática violación de la Constitución que realiza Chacumbele utilizando las instalaciones militares para sus abiertos discursos electorales y para los de sus acólitos.
Esta parte de su conducta estaría destinada no sólo a asegurar el voto militar sino también, y principalmente, a garantizar una conducta castrense que haga realidad la idea de la invencibilidad. Es decir, si pierde, espera Chacu, los militares se asegurarían de que «gane».
Por cierto que el pasado 24 de Julio, Día de la Armada, su comandante, Diego Molero, se sumó al grupúsculo de altos oficiales que han emitido públicamente opiniones de respaldo a Chacumbele. Pero al libreto que todos recitan, Molero añadió algo de su cosecha: «invitó» a los «apátridas» a «regenerarse». Si el periodista copió bien, tendríamos, por boca de un almirante, el anuncio de que los opositores son en realidad enfermos mentales, que deben «regenerarse».
Puesto que la práctica de «regenerar» adversarios en «campos de trabajo» fue común al modelo soviético-cubano, no tendría nada de extraño que haya quien en alguna instancia del chavismo esté pensando, para un futuro, en recurrir a esa inefable figura del «campo de trabajo», que en realidad no es otra cosa que un campo de concentración. Pero, hagan lo que hagan, perderán. Está cantado.
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