¿Merece Donald Trump un juicio político?, por Ángel Monagas

La pregunta «¿Merece Donald Trump un juicio político?» requiere un análisis político, legal y ético, dependiendo del contexto y de los hechos que motivarían ese juicio.
Hagamos un análisis en tres dimensiones clave:
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Base Legal y Constitucional
El juicio político (impeachment) en Estados Unidos se basa en la Constitución, que establece que un presidente puede ser destituido por: «Traición, soborno u otros crímenes y delitos graves» (Treason, bribery, or other high crimes and misdemeanors).
¿Ha incurrido Trump en estas causales?
Donald Trump ha enfrentado dos juicios políticos previos:
- Primer impeachment (2019): Por abuso de poder y obstrucción del Congreso, relacionados con presiones a Ucrania para investigar a Joe Biden.
- Segundo impeachment (2021): Por «incitación a la insurrección», tras el asalto al Capitolio el 6 de enero.
En ambos casos fue absuelto por el Senado, dominado por republicanos.
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Contexto Político Actual (2025)
Si hablamos del Trump actual, hay tres escenarios que podrían justificar un nuevo proceso:
Abusos de poder recientes, por ejemplo, utilizar la presidencia para perseguir enemigos políticos, presionar al sistema judicial o desestimar normas democráticas.
Violaciones éticas o legales, incluyendo revelaciones nuevas de corrupción, encubrimientos o actos inconstitucionales.
Autorizar el bombardeo a las plantas nucleares iraníes.
Sin embargo, el Congreso está dividido. A menos que haya un escándalo grave y pruebas irrefutables, es improbable que avance un nuevo impeachment sin consenso bipartidista.
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Ética y Opinión Pública
Más allá de lo legal, la pregunta es también moral:
Sus críticos alegan que Trump ha puesto en riesgo la democracia, alentando la polarización extrema, desinformación y ataques a las instituciones.
Sus partidarios ven los juicios políticos como persecución política, no como una defensa de la ley, y argumentan que responde al miedo de sus adversarios a su retorno al poder.
Hoy día, muchos ciudadanos ven los juicios políticos como herramientas partidistas, lo que debilita su legitimidad, aunque estén constitucionalmente justificados.
Conclusión
¿Merece Donald Trump un juicio político?
Legalmente, dependerá de si se demuestra una violación grave y actual de la ley o de la Constitución.
Políticamente, sólo es posible si hay un ambiente en el Congreso que lo permita, cosa que no parece probable a corto plazo.
Éticamente, es debatible, según la visión que se tenga sobre su conducta pasada y presente.
En resumen: merecerlo puede ser distinto a que sea políticamente viable hacerlo. En democracia, el juicio más directo —y contundente— muchas veces es el voto en las urnas.
¿Por qué podría ser un error estratégico que un demócrata proponga un juicio político contra el presidente Donald Trump?
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Refuerza la narrativa de persecución
Trump ha construido una narrativa poderosa de que el «establishment» político intenta silenciarlo o removerlo por motivos ideológicos. Un juicio político podría ser utilizado por él para reforzar esa imagen y presentarse como víctima del sistema.
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Polariza aún más al país
En un contexto ya altamente polarizado, un nuevo juicio político puede dividir más a la sociedad, haciendo que la atención pública se centre en el conflicto político en lugar de los problemas reales que afectan al país (economía, seguridad, salud, etc.).
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Moviliza a su base
La amenaza de destitución suele activar emocionalmente a los votantes más fieles de Trump. Esto podría generar un efecto boomerang: en lugar de debilitarlo, lo fortalece políticamente de cara a futuras elecciones o batallas legislativas.
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Alto riesgo, pocas probabilidades
A menos que haya mayoría clara en el Congreso (y sobre todo en el Senado), el juicio político probablemente fracasará. Un intento fallido puede hacer ver al Partido Demócrata como debilitado o dividido.
De hecho, la gran mayoría de los representantes demócratas votaron en contra de la propuesta de Al Green.
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Puede afectar la imagen del Partido Demócrata
Si el proceso se percibe como puramente político, sin pruebas contundentes de delitos o violaciones graves de la Constitución, podría generar rechazo en votantes moderados e independientes, que buscan estabilidad institucional.
Donald Trump sigue, a mi juicio, avanzando en el electorado de los Estados Unidos. Quizá el tema económico es por ahora, el único elemento donde muestra alguna debilidad.
No obstante, aún es prematura iniciar ese debate.
Donald Trump enfrenta una fuerte coyuntura, formada entre Israel e Irán. ¿Se mantendrá el cese al fuego?
Muchas respuestas y varios escenarios.
No dudo que, a pesar de las circunstancias, el Premio Nobel de la Paz tiene nombre y apellido: Donald Trump y no por lo que ha hecho, sino por el marco de referencia de quienes en el pasado se lo ganaron como Barack Obama.
*Lea también: Interpretando al (nuevo) imperio americano, por Fernando Mires
Ángel Monagas es abogado y comunicador.