Meritocracia deportiva vs. Estabilidad financiera, por Gustavo Franco
Twitter: @GusFrancoH
El presidente del Fútbol Club Barcelona, Josep María Bartomeu, renunció a su cargo el martes 27 de octubre junto con la junta directiva del equipo. El anuncio lo hizo además diciendo que los requerimientos para una Súper Liga Europea —en la que estarían sólo los equipos más grandes del continente— fueron aprobados por la directiva. En esta competición no habrían ascensos ni descensos, haciéndola efectivamente cerrada a los demás equipos. Similar al modelo que se sigue en Estados Unidos.
En Inglaterra sucedió algo parecido, cuando el Manchester United y Liverpool presentaron hace un par de semanas el documento conocido como “Project Big Picture”. En este comunicado llamaban a reducir el número de equipos que compiten en la Premiere League, máxima categoría del fútbol inglés, para que el calendario no fuese tan apretado —en especial para los equipos que juegan en competiciones europeas—. Como la liga está regida por los equipos que la integran —es decir, funciona al margen de la federación—, los equipos que siempre compiten por el título tienen intereses opuestos a los de la parte baja.
Quitar dos equipos de la parte baja significa también que los grandes equipos adquieren más poder, ya que las decisiones se toman con votaciones —con cada equipo teniendo un voto—. Y esas votaciones tienden a reflejar una dinámica del tipo “los de arriba contra los de abajo”.
En general, la propuesta “Project Big Picture” fue mal recibida por la opinión pública, ya sea entre los fanáticos y opinadores (periodistas o exfutbolistas) en los medios de comunicación. ¿La razón? Dicen que si se produce esta toma de poder por parte de los equipos grandes quedaría abierta la puerta para eliminar el sistema de descensos y ascensos, y en general, la meritocracia deportiva quedaría relegada para que lo importante sea la estabilidad financiera y la capacidad de producir ingresos.
El precedente de ligas sin ascensos ni descensos está en Estados Unidos, como ha sido mencionado en líneas anteriores. Allí los equipos son franquicias, cada una con su dueño. Estos dueños pueden hacer lo que quieren con el equipo, incluso cambiarlo de ciudad. Todo para que la viabilidad financiera del equipo esté garantizada.
En Europa, los equipos se conformaron como clubes, gobernados por una asociación de los fanáticos del equipo en cuestión, y con elecciones periódicas. La vinculación con la ciudad o región es de alta importancia.
Los aficionados eran los dueños del club, y el objetivo era la competencia. Y aunque en muchas ligas de fútbol europeas abundan los equipos que dejaron de ser clubes (tras la adquisición de un inversionista), sí queda ese modo de concepción de las ligas y campeonatos en los que lo importante es lo que se consigue a nivel deportivo, lo cual luego trae ingresos para el equipo.
*Lea también: ¿Cómo puede ser la post-pandemia?, por Marino J. González R.
Un ejemplo de esta lucha por hacer de las competiciones más cerradas y basadas en la estabilidad financiera está en los comentarios del presidente de la Juventus, Andrea Agnelli: “Me encanta lo que ha hecho el Atalanta, pero sin historial internacional han logrado acceder a la competencia europea más importante. ¿Es correcto esto?
Pienso en la AS Roma, que ha ayudado a mantener el ranking de la liga italiana al obtener buenos resultados en Europa, y una año malo los saca de la Champions League, y los hace perder el dinero que viene de allí. Hay que proteger las inversiones y cuidar los costos.” Las palabras de Agnelli conllevan dentro de sí el interés de poner un cerrojo a los equipos más pequeños que le puedan llegar a competir haciendo uso de métodos no basados en un potencial financiero superior, sino en un reclutamiento astuto.
Este interés de los equipos que pertenecen a la élite del fútbol de proteger su posición dominante se ha manifestado de varias maneras. Proponiendo mecanismos poco igualitarios del reparto de los ingresos de las ligas, amenazando con hacer una súper liga europea al margen de la Liga de Campeones, o hacer que las competiciones sean menos abiertas.
Más parecido al modelo de estadounidense, donde los fanáticos tienen poca o ninguna voz. Donde el aliciente es financiero y no deportivo. Y donde un Leicester City no podría ganar la Liga Premier en el curso 2015-2016, pese a que las casas de apuestas daban a ese escenario un ínidce de probabilidad de 5.000 – 1. Los dueños de estos equipos no saben que es justamente un logro como el de ese Leicester lo que atrae más fanáticos y dan de qué hablar por años.
Lo cierto es que los runrunes de ruptura con las federaciones y competiciones para hacer ligas cerradas son cada vez más fuertes. En algún momento la FIFA se va a tener que pronunciar, ya sea a favor —una apuesta osada que cambiaría la naturaleza de las competiciones— o en contra.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo