Metallica Sinfónico, aplausos a pesar del actual TTC
El espectáculo que protagonizó el grupo Euforia junto a la Orquesta Sinfónica de Venezuela mostró a unos músicos sólidos en su interpretación, una tarima diseñada con cuidado y esmero y unos arreglos seductores. Una oferta más que atractiva que, sin embargo, tuvo no pocos tropiezos
Metallica girará por América del Sur en 2020. La banda hizo el anuncio el 9 de agosto, sin dar mayores detalles aún de fechas. La última vez que visitaron esta parte del continente fue en 2016 y 2017. A Venezuela, por supuesto, ya no vienen. ¿Quién quiere hacerlo a un país quebrado?
— Metallica (@Metallica) August 9, 2019
Pero el talento venezolano y las ganas de disfrutar el sonido del metal en vivo y de hacer espectáculos abren espacios como el show Metallica Sinfónico que aprovechó la sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño los días 10 y 11 de agosto. Un evento con la Orquesta Sinfónica Venezuela y el grupo Euforia Rock que mostró la calidad interpretativa de los músicos allí convocados.
Lamentablemente, el show no pudo tapar las consecuencias del chavismo que ha convertido a la emblemática sala de conciertos en un recinto prestado para las consignas y la politiquería, a costa de su propia función artística.
De entrada ya se comenzaba a notar: el aire acondicionado estaba apagado. Unos grandes y antiguos ventiladores trataban de hacer circular el aire desde los balcones laterales, y las puertas de la sala nunca se cerraron, por aquello de que entrara viento fresco.
Y el calor se acumulaba, además en un espectáculo que incluía fuego pirotécnico una y otra vez, hasta el cansancio. Daba un tanto de vergüenza ver a los músicos abanicarse con las partituras.
Las condiciones de la Ríos Reyna son propias del legado: sillas rotas, butacas manchadas, alfombra desvencijada. Se notaba y mucho, especialmente cuando el encargado de las luces de sala las encendía sin motivo alguno durante la presentación cuando toda la atención debía estar sobre la tarima.
Sobre ella estaban los intérpretes. Talentos excepcionales que brillaron en cada uno de los roles, como Luis Gerardo Moreno en la guitarra, supieron aprovechar un lugar tan importante. Napoleón Guevara y Gilberto Bermúdez destacaron como cantantes masculinos, aprovechando el proscenio por completo. Deborah Briceño brindó el poder de su voz, con un desliz apenas. Nelson Müller se ganó los aplausos, a pesar de una actuación menos fluida en lo corporal y más enfocada en su cabello (le pasa habitualmente) que en danzar por la tarima como grandes vocalistas de los cuales seguro ha tomado nota.
Al fondo, una imponente Orquesta Sinfónica de Venezuela brindó todos los elementos para rememorar aquel S&M que cumplió dos décadas. El ensamble dio cátedra desde las primeras notas de «The Ecstasy of Gold» del genio Ennio Morricone, mientras una escenografía deslumbraba al respetable por su movimiento, su paleta de colores y su combinación de alturas y elementos en juego. Sobró, eso sí, la pirotecnia repetitiva que, teniendo siempre las mismas figuras, se usó para acompañar demasiados acordes, disminuyendo su efectividad para emocionar.
Lamentablemente el sonido no acompañó el esfuerzo de los intérpretes, al menos no en la edición del sábado 10 de agosto. La sala Ríos Reyna, con una de las mejores acústicas del continente, fue una oportunidad perdida para un espectáculo de ese calibre.
En «The Unforgiven», por ejemplo, la fundamental guitarra acústica se vio opacadísima. En otras piezas el desnivel entre las eléctricas fue notorio. Tampoco se supo balancear el sonido de la orquesta con el de la banda, cosa nada sencilla pero posible. Por eso el encargado del timpani parecía estar haciendo mímica más que tocando.
En un espectáculo como ese cada elemento debe llegarle al espectador. Tan importante es la batería como la flauta, si la pieza así lo requiere. Pero en Metallica Sinfónico lo que hubo fue mucho volumen y pocas sinuosidades. Mientras más elementos sonaban, peor el resultado. Hasta las voces resultaron superadas en ciertos momentos, tanto que hubo canciones en las que ni se podía discernir la letra o si los cantantes la estaban recitando correctamente.
Metallica Sinfónico es talento puro sobre la tarima. Ojalá el presidente del TTC, Gustavo Arreaza -sí, el hermano de Jorge-, pudiera mostrar más que su sonrisa al final del show: aire acondicionado, sonido bien trabajado, butacas recuperadas. Lo bueno es que el núcleo está allí, la calidad de los músicos. Lo demás tocará recuperarlo.