México y la ciberpolítica con rumbo al 2024, por Laura Georgina Ortega Luna
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En momentos de grandes cambios en los procesos políticos de México y con las elecciones federales de 2024 a la vuelta de la esquina, se presenta en el escenario el uso de la tecnología para revolucionar las estrategias electorales que permitan establecer una comunicación innovadora con la ciudadanía. Entre otros objetivos, las herramientas digitales buscan cambiar la aparente apatía frente a las figuras políticas que ocupan o aspiran a ocupar cargos gubernamentales.
Según el último estudio de Hábitos de los Usuarios en Internet, realizado por la Asociación de Internet en México en 2023, más del 80% de la población usa la red a escala nacional. Asimismo, del total de esos usuarios, más de la mitad pasan siete o más horas al día navegando por el ciberespacio, principalmente a través de sus dispositivos electrónicos, y lo que más hacen es consultar redes sociales (WhatsApp, Facebook, Instagram, Twitter y TikTok, entre las principales), motivo por el cual estos espacios se han convertido en lugares capitalizables para llevar a cabo lo que hoy se conoce como ciberpolítica.
El parteaguas en México para hablar de esta actividad se remonta a 2012, cuando hubo un primer movimiento social que estuvo encabezado por jóvenes y que recibió el nombre de #YoSoy132. Estos afirmaban estar en contra de la elección como presidente del entonces candidato Enrique Peña Nieto y se movilizaron a raíz de una manifestación organizada dentro de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México cuando Peña Nieto, quien luego se convirtió en presidente, realizó un acto de campaña dentro de la institución.
Los jóvenes fueron acusados de ser financiados por la oposición, a lo que 131 de ellos respondieron en un video de YouTube, matrícula en mano, que eran estudiantes activos y que ejercieron sus derechos ciudadanos de manifestación libre. Así, el simbólico 132 se extendió por todo el país.
Para muchos, aquel momento fue el germen del activismo político digitalizado, el nacimiento del metaverso partidario e ideológico. Debido a dicho movimiento, que tuvo reacciones en Facebook y Twitter principalmente, hubo otras actividades que estuvieron encabezadas por activistas de diferentes sectores y que han servido para visibilizar asuntos que tienen que ver con aspectos como la violencia de género, el cuidado del medio ambiente, la protección de los animales e incluso para llevar a cabo denuncias por incumplimiento de promesas de gobernantes, o como una especie de «periodismo ciudadano» para reportar hechos cuestionables o polémicos en tiempo real.
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Es llamativo el contraste entre el gran número de jóvenes volcados a los lenguajes tecnomediáticos para expresar sus ideas y que tan solo una minoría de los políticos aprovechen las herramientas digitales para su labor electoral o de Gobierno. Ese contraste tendrá consecuencias, ya que esos jóvenes de entre los 15 y los 35 años de edad son los que influenciarán la política en los próximos años.
A escala internacional, en 2008 Barack Obama se volvió un referente en el mundo con su cibercampaña que se dio a conocer en el portal «mybarackobama.com». Sin embargo, fueron pocas las sociedades y las elites políticas que se adaptaron a la comunicación digital.
En México, por ejemplo, las campañas políticas usan las redes sociales o las páginas web, con el fin de compartir el día a día del proceso electoral. Pero eso ocurre exclusivamente en relación con lo que se hace en los espacios «reales», no en los «virtuales».
Esa hibridización le resta eficacia a la estrategia y limita la interacción con los votantes en las redes sociales. Ello ocurre porque no se entiende que el espacio digital es completamente distinto del convencional, analógico, y que, por lo tanto, requiere otras herramientas a las tradicionales como los mítines, los discursos, los recorridos por las colonias, las entrevistas en radio o TV, entre otros recursos.
De todas maneras, hay excepciones. Personajes como Gabriel Quadri de la Torre en 2012 o Jaime Rodríguez Calderón, el Bronco, en 2018 ejecutaron estrategias de construcción de mensajes o comunicación con usuarios de Internet exclusivamente para plataformas digitales, de manera que adquirieron presencia y se dieron a conocer en el mundo online. Si bien sus respectivas campañas no estaban dirigidas hacia el triunfo en el Gobierno federal, sirvieron para posicionar su imagen y reconocimiento en el mundo virtual.
Todo cambió con la pandemia de la covid-19
A partir del año 2020, las redes sociales se convierten en el palco donde, ante el encierro, se podía volcar una campaña política exclusivamente en los escenarios digitales. La primera campaña que logró una estrategia funcional en redes fue la del actual gobernador de Nuevo León, quien en 2021, gracias a su estrategia digital, alcanzó el triunfo electoral.
Tras el reconocimiento de estas estrategias, los presidenciables para 2024 en México comenzaron a utilizar las redes sociales para compartir otro tipo de mensajes que los ayudara a posicionarse en cuanto a la ciudadanía joven y vencer, así, la apatía de los votantes. Precandidatos como Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Beatriz Paredes y Samuel García ya tienen una fuerte presencia en redes. Y, aprovechando que este espacio aún no está regulado por el Instituto Nacional Electoral (INE), sin duda tendrá un papel fundamental en los próximos comicios y abre una ventana a la democracia en la era digital.
*Texto presentado en el X Congreso de WAPOR Latinoamérica: www.waporlatinoamerica.org.
Laura Georgina Ortega Luna es profesora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (México) y expositora en WAPOR Latinoamérica.
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