Migrantes hondureños no detienen su viaje hacia Estados Unidos
Hombres y mujeres aseguran que huyen de la pobreza y la violencia en su país. Piden al mandatario Donald Trump que les abra un espacio en la potencia mundial
El jueves 18 de octubre al mediodía, la situación en Casa del Migrante, un albergue para migrantes en las afueras del centro histórico de la ciudad de Guatemala, ha mejorado un poco. Los ayudantes clasifican la ropa y la comida en el edificio de tres pisos, y algunas personas descansan en camas improvisadas en la sala de deportes. La caravana hace ya mucho tiempo que siguió avanzando. La noche anterior, miles de personas buscaron refugio en el albergue para migrantes, que en realidad solo puede acoger a 70 personas.
Con la ayuda de una escuela católica cercana, que abrió sus puertas, fue posible proporcionar un alojamiento seguro a todos los migrantes para que pasaran la noche. Ya temprano en la madrugada del jueves, la caravana se puso nuevamente en marcha. Su próximo destino: México.
Mario es uno de los pocos que se ha alojado en la Casa del Migrante. No llegó al lugar hasta el amanecer. Ahora está esperando a su hermana, que se fue de Honduras en dirección a Estados Unidos. «Quería haberlo intentado antes, pero nunca he tenido el dinero suficiente para hacerlo», dice Mario. «Ahora, con tantas otras personas, es mucho más fácil», añade. En los últimos días, ha caminado más de 300 kilómetros a pie. «No queremos volver», aseguró Mario. «En casa, o morimos de la pobreza o somos asesinados por pandillas de jóvenes», explicó.
Este hombre de 41 años dejó atrás a su esposa y a sus tres hijos: «Es muy difícil, pero no hay otra manera de que me vaya de Honduras». Ganaba 3.000 lempiras (alrededor de 100 euros) con su trabajo como fontanero, lo que también en Honduras es muy poco dinero para sacar a su familia adelante. A esto se suma el miedo constante a las pandillas juveniles que aterrorizan a distritos enteros. «Cuando una niña tiene diez u once años, quieren que forme parte de las pandillas», dijo Mario. «El que se niega, termina asesinado», añadió, quien ya perdió a un hijo.
Solidaridad en Guatemala
Mario pasó diez horas junto con otros migrantes en la frontera hondureño-guatemalteca hasta que las autoridades del país vecino finalmente les facilitaron el paso. En el camino, los migrantes han experimentado mucha solidaridad. «La gente nos ha dado de beber y comer, algunos incluso han sido transportados en autobuses», explicó Mario.
El director del albergue para migrantes, Mario Verzeletti, en la ciudad de Guatemala también elogió la ayuda de la gente de su país: «Ellos conocen los tiempos difíciles de la guerra civil y están acostumbrados a la solidaridad», argumentó. Este aprueba con satisfacción la decisión del gobierno de Guatemala de no retener a los migrantes en la frontera: «Es importante el hecho de que no se les criminalice». Desde 2006, hay un acuerdo mutuo entre Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua que otorga libertad de movimiento a las personas de la región.
Sin embargo, las grandes dificultades están aún por llegar para Mario y los otros hondureños que se han unido a la caravana, porque el presidente estadounidense, Donald Trump, ya anunció que enviará, en caso de emergencia, al Ejército para impedir que los migrantes lleguen a Estados Unidos. «Donald Trump debe recordar que él también es humano», dice el hondureño, añadiendo que «el que tiene todo, también debe dar a otras personas la oportunidad de vivir con dignidad».
Con información de DW