Migrar sí pero no así, por Ángel Monagas
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Caiga Quien Caiga
En paralelo a la profundización de la campaña «Venezuela está mejorando», otros hechos y acciones de los ciudadanos contradicen esta tesis.
No voy a hablar de la economía, del Producto Interno Bruto, balanza de pagos, ni siquiera de lo más abominable como es la «inflación». Ni de los bajos salarios, del deterioro de la moneda, del «vaivén» del dólar… No de nada de eso.
No hablaré del desastre de la salud. Con el colmo ahora de la persecución a los médicos, a las enfermeras, al personal de salud. La inexistente cobertura de los seguros, hoy día con poca utilidad. Ni mencionaré la miseria de los educadores, del gremio educativo. El aumento del cobro de matrículas en colegios privados, para que los muchachos medio aprendan. Ni de las Universidades públicas abandonadas, que parecieran campos de guerra luego de la batalla. Tampoco de la destrucción de PDVSA. La desaparición del fondo de pensiones.
De los presos políticos, de la justicia «mercenaria» chavista, castrista y comunista que rige en el país.
Tampoco en detalles sobre la «matraca» policial, transformada públicamente en el «cobro de vacuna» a cielo abierto.
Del tema de la gasolina, de la electricidad y del agua.
No escribiré sobre tantas y tantas realidades que se burlan de esos que señalan la «mejoría nacional». Estos son apenas unos poquitos.
Señores políticos, líderes, dirigentes, sociedad civil en general, quiero pedir, solicitar acciones para el tema migratorio. Todos los días miles y miles de venezolanos abandonan el país. La mayoría aduce «persecución», lo cual para mí ya es una costumbre para luego justificar un asilo, que realmente un reducido grupo nos merecemos.
Los otros tienen razones para irse o huir de la economía, del hambre, de la miseria.
Emprenden el viaje, tras la búsqueda de mejores condiciones. Saben que van a seguir siendo «pobres» pero con derecho a soñar, a tener lo básico para vivir y oportunidades de mejorar. Ser parte de una sociedad muy justa: Si tienes dinero puedes y si no tienes, sencillamente no. En Venezuela como la novela mexicana, donde era protagonista Verónica Castro, titulada «Los ricos también lloran». Nadie escapa de la crisis, salvo los «amigos» del régimen.
Hasta allí apoyo la migración.
Sobre todo porque yo hace casi dos años también emprendí el camino, no por las mismas razones pues en Venezuela yo no pasaba hambre, sino para proteger mi vida y la de mi familia.
La campaña de que «Venezuela mejora», encuentra su talón de Aquiles en la realidad.
Si la economía fuera «buena», los hijos de Bolívar como era característico, no hubiera inmigración. A estos niveles no.
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No hacía falta. En Venezuela con problemas y todo lo demás, estábamos bien, aunque desde 1983 iniciaron algunas señas del desastre que venía. Tardó algo. En 1998 iniciamos la ruta del desastre de 23 años que parece no llegar al final.
Lo que no puedo como ser humano es aceptar las muertes que todos los días veo de venezolanos, cruzando la Selva de Panamá, los ríos y pasos en México, Chile, Bolivia, Perú, las costas de Trinidad y del caribe en general.
Capítulo aparte merece lo del Darién. Los cuentos no tienen nada que envidiarle a la tragedia judía con los nazis. Me atrevería a asegurar que hay más víctimas en estas travesías, que las sufridas por los ucranianos escapando de su reciente conflicto.
Es urgente que los países limítrofes, los organismos multilaterales, la inútil OEA, o las burocráticas comisiones de la ONU hagan algo para cesar este particular modo de migrar.
Por mucha hambre y necesidad, nada justifica migrar de esta manera. Hacerlo vía aérea, con una visa, un permiso, es otra cosa.
Someterse a mafias que muchas veces los venden por una cantidad de dinero, a grupos de «tratas de personas» especialmente mujeres, o de los carteles de la droga para utilizarlos como «mulas» y luego le quitan la vida para que no revelen la ruta, no tiene sentido.
Familias enteras de venezolanas han desaparecido o muerto.
Lo peor de todo es que viendo lo que ocurre, en conocimiento de la tragedia de otros paisanos, aun así no desisten, todo lo contrario. No hay argumentos que los convenzan en abandonar ese plan.
Las mafias de coyotes y de grupos operan al margen y en complicidad de muchos funcionarios corruptos de gobiernos de la zona. En México ya hay ventas de visa y ni hablar de la libertad con la que operan los «coyotes». Son de manera evidente «Agencias de viaje». Muchos te ofrecen de todo y en el camino te abandonan. No hay primera clase ni clase turista.
Lejos de hacerle daño, a los que ejercen el gobierno conviene que esa población se vaya del país. Nicaragua tenía tremendo negocio, igual Cuba y no se queda detrás Venezuela.
También hay políticos de oposición que justifican las fundaciones que detentan a través de terceros, con este tipo de situaciones. El asunto es que realmente el «migrante de a pie», por denominarlo de alguna manera, es muy poco lo que ve de ayuda del «gobierno de internet» y de esas «fundaciones», meramente de papel.
Las historias sobran y no bastan.
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