Militarismo y gobierno tutelado por Luis Manuel Esculpi
No todo ha sido el resultado de la improvisación, aunque ella la ha habido en demasía. A pesar de todos los aspectos positivos que contiene la Constitución vigente y que es violada constantemente. En el articulado de la Carta Magna aprobada en 1999 se introdujeron cambios que anunciaban la intención de constituir un régimen centralista, autoritario y militarista.
Al presentar como una novedad democrática la conformación de cinco poderes, en lugar de los tres tradicionales, se estaban dispersando funciones concentrando las principales atribuciones en uno de ellos: el ejecutivo. A las ya contempladas normalmente en los regímenes presidencialistas, contenidas en la Constitución de 1961 se le añadieron dos sumamente importantes: la de promover los oficiales a partir del grado de Coronel o Capitán de Navío, suprimiendo así la competencia de el Poder Legislativo de autorizar esos ascensos. Figura emblemática o simbólica del control civil sobre la Fuerza Armada que ejercía el antiguo Congreso de la República, a través de la Cámara del Senado. Igualmente se añadió en las atribuciones del Presidente la de disolver -en determinadas situaciones- la Asamblea Nacional.
En las competencias del Tribunal Supremo de Justicia se contempla la figura del antejuicio de méritos para los oficiales Generales y Almirantes, creando una especie de fuero. Prerrogativa establecida tradicionalmente para el Presidente de la República y sus ministros, los miembros del Parlamento, el Fiscal, Contralor y los propios integrantes del TSJ.
Posteriores reformas constitucionales y legales posibilitaron conformar el régimen tal como hoy lo conocemos, así se estableció la reelección indefinida y a través de diversas reformas de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas se establecieron otras prerrogativas para la institución armada y su oficialidad. Algunas de ellas inconstitucionales como la creación de la milicia.
El gobierno de Maduro es más militarista que el de Chávez, esta prácticamente tutelado por la cúpula de la institución armada. Chávez tenía un profundo conocimiento y «auctoritas » en las FAN. Características que no posee Nicolás, quien pretende ganar ascendencia concediéndoles cada vez más privilegios y más poder.
De los 32 ministros que integran el gabinete más de un tercio (13) son militares activos y retirados. Ocupando las carteras de Defensa, Relaciones Interiores, Petróleo, industria eléctrica, alimentación, vivienda, transporte, obras públicas, comercio exterior, eco socialismo y aguas, pesca y agricultura, y secretaría de la presidencia. De los catorce ministerios que conforman el área de finanzas e infraestructura nueve están en manos de militares. Por si esto fuera poco, el pasado fin de semana fue designado el General Manuel Quevedo Presidente de PDVSA .
Eso sin mencionar la cantidad de viceministros, y altos funcionarios que provienen de ese mundo, hasta el punto que hay un general encargado para casi dos decenas de renglones alimenticios y para productos de higiene personal. Ni referirnos tampoco a las 17 empresas militares existentes.
El Diccionario de la Real Academia define el militarismo como: «la preponderancia de los militares, de la política militar, o del espíritu militar de una nación».
No se trata de negar el rol fundamental de las FAN en las funciones que le son propias; como la defensa de la nación y su integridad territorial, ni siquiera la importancia que cumplan funciones de colaboración en el desarrollo nacional. De allí al papel preponderante que juegan en la Venezuela actual media una distancia abismal, se puede proclamar «la democracia participativa y protagónica», pero la democracia está definida, no sólo por la celebración de elecciones libres, el respeto a los derechos humanos y la independencia de los poderes, o por la contraloría de gestión y presupuestaria; sino también por el control civil sobre el estamento militar. El déficit en Venezuela en esta materia es verdaderamente colosal. El militarismo está reñido con la concepción moderna de la democracia.
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