Mira, ¡rodilla en tierra!, no es la Onapre; es Maduro, por Beltrán Vallejo
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Una de las grandes tragedias que pesa y asfixia la calidad de vida de la mayoría de los venezolanos es que el actor laboral no existe en este país, ya que éste se convirtió en un actor partidista. Resultado: la explotación del «hombre por el hombre» impera y hace fiesta hasta en las marchas borreguiles que convoca Maduro o Diosdado o cualquiera de los capitostes del PSUV.
Con este sentido figurativo, les comento que por supuesto hay una puesta en escena donde los sindicatos y gremios neocorporativistas de Maduro aparecen en sendos eventos avalando y firmando los desmanes que una gris oficina del Ministerio de Planificación, la Onapre, está instrumentando como Atila en eso de desmantelar reivindicaciones y convenios laborales de lo que queda de clase trabajadora en este país.
Pero es bueno puntualizar, es necesario revelar, que gremios y sindicatos de la tiranía y los burócratas de esa oficina no se mandan, como una técnica de confusión y de manipulación del régimen quiere hacer ver, sobre todo en la base laboral oficialista que le gusta repetir a lo loro lo que le dicen sus mandamases; vean que ellos simplemente cumplen órdenes del capo mayor que está en Miraflores, aquel que se dice con mucha mendacidad que es el «presidente obrero» o el «super bigotes» como le dicen algunos audaces de la adulancia.
Es decir, el aniquilador de las reivindicaciones laborales de los trabajadores de la administración pública es Nicolás Maduro; no se enfoquen en el funcionariado de la Onapre, ya que simplemente son unos hace mandados.
Ahora, es bueno razonar sobre el patético papel, el abominable papel de la dirigencia gremial del «oficialismo», que es cómplice de todas las desventuras que empobrece los hogares de la mayoría de los venezolanos. Sin embargo, también es bueno recalcar que esta debacle sindical fue cocinada con contribución de todos los sectores desde hace 20 años.
El derrumbe del sindicalismo se desarrolla cuando un Carlos Ortega y la cúpula de la CTV acompañó a Fedecámaras en los golpes de Estado y en los paros petroleros del 2002 y del 2003; en esa actuación desdibujada comienza la descomposición aguda del mundo sindical, y esa derrota del paro sigue pesando sobre una CTV que de eso no se ha podido recuperar.
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Entonces apareció la UNT, la Futpv y un hongo con forma sindical bolivariana que desarrolló un paralelismo sindicalero en todos lados, construyendo de manera fascista un mecanismo de subyugación sobre los trabajadores venezolanos, y acompañando todos los fracasos de Chávez y de Maduro en materia de expropiación, cogestión y cooperativismo que dieron como resultado el hundimiento de Pdvsa, la ruina de las empresas Básicas de Guayana y el derrumbe de los demás espacios laborales del país.
Ahí está un magisterio que ya no le queda nada de aquellos lejanos tiempos de combatividad cuando acorralaban ministerios de educación y a gobiernos; ahí están unos empleados y obreros en gobernaciones, ministerios y alcaldías a quienes les pagan barrabasadas como sueldo, y todo esto en medio de la complicidad sindical del oficialismo, que son los únicos a quienes se les permite firmar esos chanchullos con el fulano ministerio del trabajo.
Tirios y troyanos, partidos políticos de ambos bandos, sociedad civil con copete y sin copete, toditos hemos contribuido a que el sindicalismo se vea demacradamente representado en esos pseudosindicalistas barrigones y rapaces que son diputados y ministros.
En tal sentido, no queda otra que a punta de carajazos, organización, asambleas, protestas, marchas y mucho pundonor y lucha tendrá que recuperarse el movimiento sindical de Venezuela.
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