Mireya Lozada: Nuevos liderazgos deberán responder a las urgentes demandas ciudadanas
Una mirada a la fragmentación y deriva de partidos y sectores de oposición política, dice la investigadora Mireya Lozada, refleja abstencionismo, inmediatismo, divisiones, privilegio de intereses individuales, grupales y/o partidistas por encima del bien común, de un proyecto colectivo. En todo caso, los liderazgos que surjan de procesos de escogencia interna o primarias deberían recoger y responder las demandas de la sociedad
Foto: Elizabeth Schummer
La oposición venezolana pasa por un proceso de revisión o relegitimación interna en algunos de sus partidos, en la búsqueda de un liderazgo que los lleve a buen puerto en las elecciones presidenciales de 2024.
Algunos actores dentro de la plataforma unitaria ya se perfilan como precandidatos, aunque no de manera frontal ni formal, mientras esa instancia prepara un reglamento para las tan mentadas primarias.
En todo caso, la población no oculta su descontento con algunos sectores opositores, en especial los ligados al gobierno interino que preside Juan Guaidó —a la postre apartado de cualquier aspiración presidencial inmediata— y los representantes de la negociación en México, en la que el Gobierno insiste en avanzar sin ponerle fecha precisa.
Mireya Lozada, docente e investigadora del Instituto de Psicología de la Universidad Central de Venezuela, señala que son evidentes las «múltiples divisiones y luchas a nivel intra e inter partidos, entre distintos grupos y sectores nacionales, así como su impacto en la representatividad y liderazgo tanto en la oposición como en el gobierno» tras más de 20 años de conflictividad y polarización social y política.
Desde el lado oficialista, dice Lozada en entrevista a TalCual, el liderazgo autoritario y control de la disidencia del sector gubernamental «intenta ocultar fisuras y luchas internas, sin embargo, algunas de ellas se van expresando a pesar del férreo control».
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Mientras que una mirada a la fragmentación «y deriva de partidos y sectores de oposición política a lo largo del conflicto refleja abstencionismo, inmediatismo, divisiones, privilegio de intereses individuales, grupales y/o partidistas por encima del bien común, de un proyecto colectivo. También es importante reconocer que los partidos opositores han sido víctimas de persecución institucional, inhabilitación, ilegalización desde el 2017».
Además, la investigadora también considera que la población debería exigir tanto al gobierno como a la oposición, un análisis del impacto generado por la implicación y protagonismo asumido frente al conflicto nacional por distintos países y bloques: China, Rusia, Cuba, Estados Unidos, Unión Europea, Grupo de Lima, Grupo de Puebla y Grupo Internacional de contacto.
—Hay una oposición desconectada de la sociedad, ¿cómo pueden retomar el vínculo?
—Son enormes los desafíos que enfrentan los distintos sectores políticos que conforman la oposición venezolana en la búsqueda de una transición democrática: la prolongada crisis multidimensional económica, política, social, ética que vive el país; el contexto de crisis humanitaria, agudizada por las secuelas de la pandemia de covid-19; el fracaso de varios intentos de diálogo adelantados desde 2016; el acoso y represión gubernamental; las divisiones, cuestionamientos internos y los vaivenes estratégicos de la geopolítica mundial.
La desconexión del gobierno y oposición con las necesidades de la población y el distanciamiento y desafección ciudadana con la política, nos exigen a todos —a toda la población venezolana y a su representación política— discernir, proponer, defender un proyecto-país y un modelo de desarrollo inclusivo que promueva y defienda los derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos de todos, que garantice la justicia y la reparación integral a las víctimas de un prolongado conflicto, que ha generado un profundo daño y sufrimiento individual y colectivo.
—¿Las primarias ayudarían a romper esta crisis? ¿O pueden profundizarla?
—El agotamiento de la polarización y la evaluación crítica del elevado costo institucional del conflicto, podría favorecer la profundización de debates ideológicos y el acercamiento entre las bases y élites. Más que profundizar las divisiones y luchas al interior de los partidos y entre ellos, la deliberación y el debate que se genere en las primarias, puede contribuir al fortalecimiento de estas organizaciones y a la legitimación democrática.
—Se ha prometido una revisión de partidos, pero el proceso parece decantarse más en una relegitimación. ¿Les puede pasar factura si la población ve las mismas caras?
—La aceptación crítica de los propios errores y una imagen más realista del grupo opuesto, favorece la despolarización, reduce la confrontación, centrando los debates y la competencia natural entre los partidos, en torno a las problemáticas nacionales, más allá del dominio hegemónico, el liderazgo narcisista y la política-espectáculo desplegada en estos tiempos.
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Más que por rostros e imágenes heroicas, la representatividad y legitimidad de las autoridades elegidas democráticamente conforme a las leyes y el liderazgo de los partidos en un momento tan crítico para Venezuela, debería recoger y responder a las urgentes demandas ciudadanas.
—¿También es necesario revisar, replantear o eliminar estructuras como el G4, la plataforma unitaria, el Frente Amplio?
—Las posibilidades de procesos electorales libres, competitivos y transparentes exigen una amplia participación y movilización ciudadana a nivel nacional. Frente a la disolución del orden constitucional y la desintegración del funcionamiento del Estado de derecho, son necesarios los esfuerzos de distintos grupos, sectores, plataformas: partidos políticos, medios de comunicación, sectores sociales, económicos, religiosos, académicos, gremios, sindicatos, organizaciones no gubernamentales, entre otros. La profundidad y el carácter inclusivo de estos esfuerzos definirán el alcance de la acción desplegada, los procesos de democratización y la reconstrucción del tejido social fracturado por un largo período de conflictividad y violencia política.
—¿La figura de Guaidó como presidente interino puede ser un elemento distractor para un nuevo liderazgo opositor?
—Los procesos de diálogo y negociación constituyen una exigencia en la agenda de paz en un período de transición democrática en Venezuela, así como las estrategias que asuman a la sociedad como sujeto fundamental de los cambios. Todos los actores políticos deberían ser agentes capaces de participar y plasmar en acuerdos, las iniciativas surgidas de los distintos sectores en conflicto. La fragilidad e insostenibilidad de una doble institucionalidad es una de las tareas de la reinstitucionalización en el país y el rescate de la vigencia de nuestra Constitución.