Mireya Rodríguez: Las etapas para intentos de diálogo y negociación ya están vencidas
La expresidenta del Foro Mundial de Mediación advirtió que Venezuela es un país escindido por un conflicto multicausal cuya población ya no cuenta con la energía interna para comunicarse y tratar de encontrar puntos de común acuerdo, por lo que tiene dudas acerca de la gestión de diálogo y negociación iniciada por el gobierno de Noruega
El viernes 17 de mayo, al final de una semana en la que fueron detenidos los diputados Édgar Zambrano (vicepresidente de la Asamblea Nacional) y Gilber Caro, y otros parlamentarios se refugiaron en las embajadas de Italia (Américo De Grazzia y Mariela Magallanes) y España (Richard Blanco), las posibilidades de un entendimiento entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición encabezada por el presidente del Poder Legislativo, Juan Guaidó, parecían esfumarse de manera definitiva, el gobierno de Noruega confirmó que estaba adelantando gestiones para un proceso de negociación con representantes de cada bando con el objetivo de avanzar hacia una solución al conflicto político venezolano.
«Noruega informa que ha tenido contactos preliminares con representantes de los principales actores políticos de Venezuela, en una fase exploratoria, con el objetivo de apoyar la búsqueda de una solución a la situación del país», precisó a través de un comunicado el gobierno noruego, que confirmó así las versiones que estaban circulando de un encuentro entre una delegación de Guaidó, integrada por Gerardo Blyde y Fernando Martínez Mottola, y de la administración Maduro, conformada por Jorge y Héctor Rodríguez.
El anuncio oficial abrió así una pequeña ventana hacia una salida pacífica a la crisis, en un contexto donde Guaidó venía de anunciar una reunión de su representante en EEUU, Carlos Vecchio, con el jefe del Comando Sur de ese país, Craig Faller, para establecer una «cooperación militar», lo cual se conjugaba con la reiterada advertencia por parte de la máxima autoridad del Parlamento de aplicar el artículo 187 de la Constitución, específicamente en su numeral 11, que establece la potestad de la Asamblea Nacional (AN) de autorizar la actuación de una misión militar extranjera en el país y que algunos sectores de la oposición consideran puede permitir una acción bélica que pudiera enfrentar al gobierno de Maduro.
Así las cosas, la iniciativa de Noruega, cuyo anuncio fue seguido por una visita de una misión de ese país que se reunió con sectores de la oposición y del Ejecutivo y acordó un segundo encuentro, despertó expectativas, pero matizadas por los fracasos de gestiones anteriores de diálogo como ocurrieron en Caracas en 2017 y en República Dominicana en 2018, luego de lo cual el gobierno avanzó más en el cierre de espacios de acción de la oposición, como fue a través de la convocatoria por parte de Nicolás Maduro de una asamblea constituyente que se declaró plenipotenciaria y supraconstitucional.
Ante este escenario, la alianza Provea – TalCual conversó con Mireya Rodríguez, expresidenta del Foro Mundial de Negociación y Creadora y ex Coordinadora Académica del Programa de Negociación y Resolución de la Universidad Metropolitana, quien manifestó sus dudas sobre las reales posibilidades de esta nueva iniciativa y sobre intentos generales de diálogo en una situación que desde su punto de vista, está en una fase crítica.
«Un país escindido con un conflicto multicausal, con múltiples actores y con recursos de poder asimétricos no cuenta con la energía interna para comunicarse y tratar de encontrar puntos de común acuerdo. Es tal la escisión, que quienes tratan de acercar posiciones son vistos como traidores de ambos lados, más allá que algunos lo sean efectivamente», expresó Rodríguez en entrevista concedida desde Buenos Aires, Argentina, donde reside actualmente.
Rodríguez incluso demuestra escepticismo sobre la iniciativa de Noruega y el propio rol de este país como mediador: «Un Mediador no se auto propone, así tenga mucha experiencia como ellos. Un Mediador es escogido por las partes en conflicto y -esto hasta donde sabemos- no fue el caso», señaló.
-¿Qué puede aportar Noruega ante un conflicto como el venezolano que, a pesar de haber tenido numerosos episodios de violencia o es un conflicto armado como el que los nórdicos tienen experiencia en actuar como negociadores?
-La mayoría ve el venezolano como un conflicto político sobrevenido entre actores nacionales en disputa por el poder. Por ello, han predominado iniciativas de negociación, mediación y diálogo que han sido sistemáticamente frustradas y frustrantes. A mi juicio, no hay un solo conflicto ni están todos en la misma etapa. Se trata de un conflicto multicausal por varias razones, entre las que figuran lo histórico y estructural cultural, lo geopolítico y lo ético.
«En cuanto a lo histórico y estructural cultural tenemos que aunque cambian los nombres se repiten las dinámicas conflictivas entre civiles y militares. En otras palabras, Venezuela tiene ante sí el reto de seguir siendo una sociedad militarizada que vota cada seis años o una verdadera democracia donde los militares no existan o cumplan un papel institucional, restringido y subordinado realmente al poder civil. Y este cambio de mentalidad deben darlo tanto civiles como militares. De la respuesta que demos a este reto, se reordenarán o no las alianzas existentes a nivel internacional», explicó sobre el primer aspecto.
Acerca de lo geopolítico, indicó que es claro que se trata de un conflicto de múltiples actores y de alcance global. «Mientras a Noruega han asistido cinco representantes, este conflicto está conformado por un entramado de complejas relaciones legítimas e ilegítimas urdidas por más de 20 años con los más diversos actores geopolíticos, económicos, religiosos, del narcotráfico, del crimen organizado, el terrorismo y las guerrillas. Y una verdadera negociación implicaría involucrar a todos los actores en conflicto, cosa que no ocurrirá. Y si los involucrara, sería una negociación de largo plazo, que no podría responder a la urgencia humanitaria que tiene el pueblo venezolano. Siempre queda el expediente de pensar que el conflicto venezolano se resuelva por la vía militar, luego de que USA lograse un acuerdo con Rusia».
En cuanto a lo ético insistió que los venezolanos tienen el reto de decidir la reconstrucción de un país sobre la institucionalidad democrática y no sobre la corrupción sistémica y sistemática, así como con el esfuerzo del trabajo de todos y no bajo la trampa del trabajo fácil y la riqueza petrolera. «Si no construimos nuevas reservas morales, de poco valdrá ser la primera potencia en materia de reservas petrolíferas», advirtió.
No estamos aprendiendo
Ante la complejidad del conflicto, Mireya Rodríguez se preguntó ¿Cuál será la visión que están manejando los noruegos? y explicó que buscar una salida casuística al conflicto político actual sin esta perspectiva multicausal y con apenas dos actores de esta compleja trama podría implicar un nuevo desgaste para el Gobierno interino y una nueva ganancia de tiempo para el gobierno de Maduro, al que se refiere como «el régimen». «Esto implicará que no estamos aprendiendo nada de nuestra tragedia y, por lo tanto, estaremos de nuevo sujetos a que se vuelva a repetir», aseguró.
-¿Cuáles pueden ser los alcances de la iniciativa del gobierno de Noruega?
-Hay que hablar de las etapas de los conflictos. Todo conflicto pasa por diferentes etapas y a cada una corresponden estrategias diferenciadas, tomando en cuenta su complejidad, la diversidad de actores y sus intereses. Creo que estamos en una etapa crítica en la que puede permanecer un largo trecho todavía, en desmedro de la sufrida población venezolana, que ya no aguanta más calamidades y humillaciones.
«De lo poco que sabemos de Noruega, conocemos que se está en una etapa exploratoria que dará información para saber si es viable un proceso de negociación. Como antecedentes, ellos deben saber que a lo largo de 20 años ya se han visto las intenciones del régimen, que no ha sido otra que ganar terreno a costa del desprestigio y hasta cooptación de líderes de oposición que se han visto involucrados en tales intentos. Ellos no van a cambiar de estrategia y menos con el marco de restricciones globales a los que están siendo sometidos. Ojalá me equivocara», añadió.
Sostuvo que haber llegado a este nivel de complejidad, revela una mezcla de indiferencia por una parte y de defensa de intereses nacionales e internacionales por la otra, que observaron «cómo iba escalando el conflicto sin tomar una actitud proactiva, aun habiendo la suficiente información para preocuparse, como la desinstitucionalización del Estado venezolano, la militarización del aparato público, la invasión cubana en áreas claves del sector seguridad, de inteligencia, alimenticio, petrolero, etcétera, así como la presencia de terroristas y guerrilleros controlando territorios e involucrándose en actividades económicas, la plaza libre para actividades de narcotráfico, la creación de milicias y de colectivos paralelos a las Fuerzas Armadas para controlar a la población, la corrupción generalizada».
Estima que todo ello se hizo a la luz del día y la comunidad internacional, bajo el supuesto desfasado de la soberanía nacional, «dejó crecer este monstruo de mil cabezas que está engullendo a todo un país y su gente. Es recién ahora cuando han surgido diversas iniciativas tanto en la región como en Europa para tratar de desescalar el conflicto, cuando pudieron hacerlo antes, cuando era un conflicto tratable. Y eso contando con herramientas como el R2P (Responsabilidad de Proteger) para ayudar a un país secuestrado por un régimen delincuencial».
-¿Cuál sería la metodología a utilizar para un proceso de negociación creíble?
-Una vez definido el tipo de conflicto, los actores involucrados, sus intereses así como la etapa en la que se encuentra es que recién se pueden poner en la mesa los distintos métodos a utilizar. Por eso, me llama la atención que los distintos actores usan de manera indistinta la mediación, la negociación, el diálogo, la facilitación. Son métodos distintos. Y sorprende que sea Noruega, quien tiene experiencia en estos temas, la que use la palabra mediación para definir el rol que desea jugar como articulador de las diferentes opciones que existen en la actualidad.
«Al estar el conflicto en una fase crítica como hemos adelantado, en estos casos, deben intervenir instancias externas de contención que garanticen la vida de las personas, que pongan límites a los desmanes, que creen condiciones para tender puentes en caso de que sea posible e incluso que vayan activando las instancias internacionales para penalizar a los autores del drama venezolano», aseveró Rodríguez.
En su opinión, de no existir una voluntad de acordar de manera genuina y sostenible por parte de Nicolás Maduro y no para ganar tiempo como lo ha hecho hasta ahora, resultará inevitable recurrir a una estrategia de liberación de un país secuestrado, con las herramientas de una negociación para liberar rehenes.
«A este nivel, ninguna opción es indolora. Y eso pasa por haber dejado agravar el conflicto como se ha hecho. Hay que buscar el bien mayor, y el bien mayor es asegurar la ayuda humanitaria y masiva a la población, detener la hemorragia de migrantes, erradicar las fuerzas ilegales y re institucionalizar todo un país», agregó.
-¿Qué resultados entonces podrían esperarse de estas gestiones? ¿Qué pasa si no se logran acuerdos?
-Un resultado es que se mantenga el estatus bicéfalo actual, para beneficio del régimen, quien arreciará sus estrategias de represión y humillación de la población venezolana, debilitando cada vez más al gobierno interino. Se puede debilitar también su apoyo externo al no ver un norte claro y tener otras prioridades que atender. Tampoco descarto la captura del presidente interino, que aún con esa debilidad, seguiría buscando la implosión del estamento armado. Podría atreverse a invocar el 187-11, a sabiendas que los actores aliados externos estarían dispuestos a liberar a un pueblo secuestrado. Esta opción abriría una etapa oscura pero inevitable si se desea erradicar la diversidad de grupos irregulares que impedirían la reinstitucionalización del país.
-¿Cuál es su opinión sobre las sanciones que aplica EEUU a Venezuela? Hay sectores que aseguran que solo perjudican a la población ¿Cree que presionan de alguna manera al gobierno?
-Estamos en una situación de confrontación en la que cada bando usa las herramientas que tiene a su alcance para disuadir, presionar o dañar al contrario. Es una situación excepcional. De manera directa, son restricciones económicas que buscan afectar la capacidad económica o de movilidad de los adversarios. En ese contexto, son medidas que se aplican en un marco legal y por lo tanto son inobjetables como herramienta de confrontación. De manera indirecta, resulta inevitable que afecten a la población pero justamente con ellas se trata de sensibilizar al contrario de que si no desea ver afectada a la población debe cambiar de actitud. En el caso del régimen, en vez de sensibilizarse, ellos han incrementado el sufrimiento de la población, sometiéndolos a las penurias que han estado viviendo con la ausencia de electricidad, alimentación, medicinas, agua y ahora la gasolina. Todo eso no tiene que ver con la sanciones, aunque ellos lo traten de hacer ver así a través del monopolio comunicacional que ostentan.
-El comité de Relaciones Exteriores del Senado de EEUU aprobó un proyecto llamado Venezuela Emergency Relief Democracy Assitance (Verdad Act) con el que plantean revocar visados a los familiares de las personas sancionadas y que los departamentos de Estado, del Tesoro y de Justicia de EEUU lideren esfuerzos para congelar, recuperar y reutilizar los fondos de poder de funcionarios de Maduro ¿Cuál es su opinión sobre las consecuencias de esta ley, de ser aprobada por el Congreso de EEUU?
-Esta ley viene a reforzar legalmente y ampliar las medidas restrictivas que ya se están tomando, esta vez no solo a funcionarios sino a sus familiares así como a reducir los recursos económicos de los que pudiera disponer el régimen de Maduro y eventualmente reorientar su uso y ponerlos a disposición del Gobierno interino. En principio, debería presionarlos pero se desconocen las diversas fuentes de ingresos a los cuales tiene acceso el Gobierno no solo por el control del presupuesto sino de todas las actividades ilegales en las que se encuentra sumergido. Si ambos tienen acceso a recursos, estas medidas ayudarían a reforzar la actual escisión del poder en Venezuela.
-¿Cuáles serían los indicadores de una negociación bien encaminada.
-No soy optimista en relación con una eventual negociación, como dije anteriormente. De lo poco que se sabe, los noruegos están en fase exploratoria, o sea que todavía no sabemos si finalmente habrá una. En términos generales, una negociación va bien encaminada cuando todos los actores que deciden están en una misma mesa, sin intermediarios, los intereses y objetivos son claramente compartidos, tienen las capacidades de comunicación para dialogar y tomar decisiones, poseen información que facilite esa toma de decisiones, usan la creatividad para multiplicar las opciones que acercan las posiciones y permitan la construcción de acuerdos, disponen de recursos para hacerlos cumplir y crean compromisos para evaluar y hacer seguimiento al cumplimiento de dichos acuerdos.
«Como dato final, creo que, hacia afuera, nuestro caso deberá ser estudiado en toda su complejidad para actualizar los principios, conceptos, doctrinas y mecanismos de la comunidad internacional para comprender, prevenir y atender con prontitud a las poblaciones sujetas a los delirios de líderes políticos electos democráticamente y que luego mutan en dictadores. Hacia adentro, también será preciso decantar los aprendizajes, sobre todo, saber que no podemos pretender resolver nuestros problemas destruyendo la casa que nos contiene», concluyó.
Sobrada experiencia
Licenciada en Relaciones Industriales de la Universidad Católica Andrés Bello, Rodríguez realizó estudios de postgrado en Negociación en la Pontificia Universidad Católica Argentina. Es especialista en Desarrollo y Cooperación Técnica en el Instituto de Estudios Internacionales Toulouse, Francia, y obtuvo un título de doctora en Economía del Trabajo en la Universidad de Ciencias Sociales de Toulose.
En 1999 fue electa diputada por el Distrito Federal por el partido Proyecto Venezuela, agrupación a la cual llegó tras su ruptura con Copei, organización donde fungió como Coordinadora Nacional del Programa de Gobierno y Secretaria Nacional de Profesionales y Técnicos.
Presidenta del Foro Mundial de Mediación (2007-2009), Rodríguez acumula una amplia experiencia como analista y consultora en mediación de conflictos. Ha sido consultora del área de gobernabilidad para el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Honduras, donde ha interactuado tanto con el gobierno como con partidos políticos y la sociedad civil.
Desde la creación de su propia firma de consultoría y capacitación para la resolución de conflictos, ha trabajado con el National Democratic Institute for International Affairs (NDI); ha asesorado a firmas como Shell, Total, Pdvsa, Sincor, SKF, Venton/Vincler y Kraft, entre otras; fue facilitadora del Banco Mundial, y ejerció como directora del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales y como gerente del Fondo de Inversiones de Venezuela.