Mito e historia, por Aglaya Kinzbruner
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Es indudable que en el mito hay algo de historia y en la historia mito. Veamos por qué. Nos vamos a referir a un mito filipino con respecto a la creación de la primera piña. Este es el cuento. Había una vez una niña llamada Pina que vivía con su mamá Rosa en una casita en las afueras de un pueblo. Rosa hacía todos los deberes de la casa y Pina jugaba. Cuando Rosa se enfermó, ella empezó a pedirle ayuda a Pina. «Pina, por favor, pon la mesa». «Mamá no encuentro los platos». «Pina, por favor, cocina la comida de hoy». «Mamá, no encuentro nada de comer». «Pina, aunque sea, agarra un tobo con agua y limpia un poco la casa». «Mamá, no encuentro el tobo».
Ahí, sí es verdad que Rosa se puso brava y gritó: «Ojalá te salgan mil ojos en la cabeza para que puedas ver donde están todas las cosas». Y, luego, agotada se fue a la cama y se durmió. Al día siguiente empezó a buscar a su hija y no la pudo encontrar en ningún lugar. Se sentó en las escaleras frente al jardín y empezó a llorar. Una vez calmada, su atención se centró sobre una planta que había surgido durante la noche con una forma curiosa como una fruta de pino con mil ojetes. La llamó pinya porque le recordaba a su hija. Mito o leyenda forma parte del folclor filipino.
Esta leyenda es interesante por su mensaje. Uno, que nunca hay que gritarle a un niño si uno se encuentra alterado y el otro, más escondido, es con respecto a la relación madre/hijo que se puede tener con las plantas. Es una relación de pura energía. En cuanto a su origen histórico, la piña apareció en Filipinas gracias al naufragio de un barco español en el 1527.
Es llamativo que siendo esta fruta originaria de Sud América probablemente de la región del sur de Brasil cerca de la frontera con Paraguay y se llame allí ananás, palabra que viene del guaraní, ¿cómo entonces se llama piña en Venezuela? A veces, los nombres viajan tanto o más que el objeto que designan. La culpa la tiene Colón, como veremos más tarde. En Venezuela la piña es muy popular, encontrándose nuestro país entre los diez más grandes productores de esta fruta. El estado Lara lleva la bandera en cuanto a este cultivo.
Si nos remontamos a los viajes de esta fruta, el mérito se lo lleva Cristóbal Colón que la vino a conocer en su segundo viaje a este continente en 1493 en que tocó tierra en la isla de Guadalupe. Comió la piña y le gustó, le dio ese nombre por su parecido a la fruta del pino, y se la llevó a España junto con otras frutas y vegetales. No vamos a describir aquí todos los méritos de la piña, pero ¿qué harían las misses que tienen que hacer dietas draconianas si no tuviesen acceso a la piña? ¿Una fruta con tan pocas calorías y tanta fibra?
Ahora, debido al cambio climático, la piña se produce también en algunos lugares del sur de Europa. En Sicilia, en las faldas del volcán Etna, de sempiternas nieves en la cima, el rojo del fuego corre sobre la nieve y se refleja millas abajo en el verde oscuro de los aguacates. Es todo un espectáculo. También se cultivan en la isla piñas, mangos, kiwis, parchitas, etc. Sicilia, que es una región autónoma, ha visto sus ingresos aumentar considerablemente.
Platón, maravilloso filósofo de hace dos mil y tantos años, decía que lo ideal era que los filósofos se volviesen gobernantes y los gobernantes filósofos. Hasta donde sabemos Elon Musk se hizo rico y ahora es político, Donald Trump fue rico primero, luego político y ahora según un muy acertado psíquico británico, Craig Hamilton Parker, (2025 World Psychic Predictions) hará un excelente mandato, y luego se transformará en un místico. De los políticos nuestros pensamos que ninguno del que tengamos conocimiento (¡no queremos infravalorar a nadie!), haya empezado como filósofo. Cierto es que algunos de ellos salen hoy en día a la calle con unas caras como si tuviesen ¡una piña bajo del brazo!
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Una anécdota de un desmemoriado reza así: «A mí siempre se me olvidan tres cosas, los nombres, las caras y la tercera ¡no me acuerdo!».
Aglaya Kinzbruner es narradora y cronista venezolana.
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