Montaña rusa, por Teodoro Petkoff
Este país está funcionando como una ducha escocesa (chorros alternativos de agua fría y caliente) o una montaña rusa: lentas y jadeantes subidas seguidas de vertiginosas bajadas. La semana pasada culminó con los eventos de Petare y el consiguiente recalentamiento de la temperatura política, dentro del marco de un pulseo parlamentario que casi bloquea a la AN. Esta semana ha visto como en esta se ha alcanzado un acuerdo político que destraba el organismo, mientras que por otro lado avanzan las disposiciones del Tribunal Supremo de Justicia con vistas a la designación de los directivos del CNE.
Se cerró el chorro de agua hirviente y se abrió el de la fría. Terminó la picada hacia la nada y nuevamente subimos la cuesta de las soluciones políticas.
El acuerdo alcanzado en la Asamblea Nacional implica un acto de realismo por parte del MVR, el reconocimiento de que llegó a su fin la etapa de la aplanadora y se abre paso la de la negociación y la transacción.
Las fuerzas se han equilibrado –es un hecho indiscutible–, pero las mayorías y minorías se configurarán al calor de los debates puntuales.
Todavía no existe una definición precisa y seguramente el desempeño parlamentario en lo inmediato mortificará mucho a los impacientes, a los que no entienden que la política democrática anda más bien por el canal lento. Sin embargo, el parlamento podría estar en trance de recuperar, por ello mismo, la condición de escenario político por excelencia, así como la de contrapeso contralor de los actos del Ejecutivo. Siempre y cuando, desde luego, en el gobierno la tentación del palo a la lámpara pueda ser mantenida con la rienda corta. Por otra parte, y sin que la opinión pública lo haya percibido cabalmente, el TSJ ha tomado ya en sus manos la designación del CNE.
Notificó a la Asamblea Nacional, a la Fiscalía, la Procuradoría y la Defensoría del Pueblo, de su decisión y solicitó de la AN el envío de la lista de postulados. Ya comenzaron a correr los diez días judiciales (que son tres a la semana), para que sean presentados ante el TSJ los alegatos de quien se sienta concernido por el asunto, al cabo de los cuales se abre un lapso de 30 días continuos, dentro del cual la Sala Constitucional hará las designaciones. Si lo hiciera el último día de ese mes, para mediados de agosto tendríamos CNE, pero, por supuesto, puede ser antes. Si hay CNE es muy difícil que no haya referendo revocatorio (RR).
Como se ve, pues, a pesar del gobierno, que lógicamente no tiene interés en el RR, y de las querellas intestinas de la oposición, que bastante contraproducentes han sido, una suerte de “mano invisible” institucional está encallejonando al país hacia el RR.
Cuando se vea que hay CNE, comenzarán a ser vencidos el escepticismo de unos y el negativismo de quienes, en ambos lados, todavía quieren jugar los dados en el topo a todo de la violencia. Todavía hay emboscadas en el camino, pero, pese a todo, hay que mantenerse en él.