Morir de pobreza en Venezuela, por Tulio Ramírez
@tulioramirezc
La revolución bolivariana ha llevado a nuestro maltratado país a romper cuanto record pueda existir de todo lo malo que aqueja a la humanidad. Poco a poco, pero a paso sostenido, este fallido experimento social concebido por quienes no murieron precisamente pobres, nos ha colocado en la absoluta supervivencia. La cosa es tan extrema que ni siquiera los más aptos pueden sobrevivir. Quizás solo los enchufados corruptos, los militares guisadores, los cabecillas de la Banda y algún que otro Jefe de Compra de cualquier ministerio o instituto del Estado, son los que tienen los recursos suficientes para no sucumbir en medio de la pobreza y el hambre.
Mientras en buena parte del mundo la esperanza de vida aumenta, en nuestro país disminuye. Por supuesto esta tesis no tengo como comprobarla científicamente. Es tarea de los demógrafos hacerlo. Pero el día a día me da señales inequívocas de que el venezolano muere cada vez más joven. Solo basta ver las noticias sobre asesinatos. Las víctimas del hampa desatada son básicamente muchachos pobres entre 14 y 25 años. No en vano ocupamos los primeros puestos entre los países más violentos del mundo. Pero no solo se trata del hampa desatada. Veamos otros factores que aumentan las cifras de muertes tempranas.
Hay que sumar a las víctimas del hampa común, las victimas del hampa política. Muchos jóvenes han caído por las balas de los cuerpos represivos. Quizás sean las muertes más notorias por la naturaleza de quien las infringe.
Otros tantos han caído por la violencia ejercida por los llamados Colectivos, huestes paramilitares armados por el régimen para ser fuerza de choque. La impunidad con la que actúan es pasmosa. Hoy existen varias solicitudes ante los organismos internacionales para que los califiquen como Terroristas.
El área de la salud no es menos crítica. Son cientos los que mueren por la escasez de medicinas. Los hipertensos, los diabéticos, los que necesitan diálisis, los contaminados por HIV, los afectados por el cáncer, los que sufren de esclerosis múltiple y tantos otros con enfermedades crónicas y catastróficas están en un estado de extrema vulnerabilidad. La prensa señala a diario sobre quirófanos contaminados que han cobrado vidas que han podido salvarse. Los ambientes antihigiénicos de algunos hospitales públicos han provocado muertes de neonatos que llegaron a este mundo, saludables.
La alternativa es solicitar atención en una clínica privada, pero eso es otro vía crucis. Los costos son tan elevados que ningún seguro puede cubrir ni la primera hora en emergencia. La salud en estos centros está vedada para los venezolanos pobres (más del 83% de la población). La gente tiene que recurrir a campañas internacionales de donación, porque nadie es capaz de cubrir los millonarios costos por la atención en estos centros de salud. Lo digo por experiencia propia. Después de 3 operaciones en 15 días de hospitalización, terapia intensiva y atención médica para mi madre, quien finalmente falleció, debo pagar a la clínica mi pensión íntegra de profesor Titular jubilado de la UCV, por los próximos 1068 meses, es decir, por los próximos 89 años. Por eso las clínicas están vacías y la gente va a morir a los hospitales públicos Definitivamente, es muy fácil morir de pobreza en Venezuela.