Mosca sí, paranoia no; por Teodoro Petkoff

Dada la cantidad de denuncias que se han venido formulando acerca del traslado (no solicitado por ellos) de electores de sus centros de votación de toda la vida a otros ubicados en estados distintos y lejanos, aquí en TalCual hicimos ayer un muestreo. Entramos en la página web del CNE (sobre la cual ahora también existe cierta confusión, que más adelante explicaremos) con los números de cédula de nuestros trabajadores y los de los parientes de muchos de ellos. Fue un total de 93 personas chequeadas. De estas, sólo una (CI 4.350.201) apareció trasladada, de su centro de siempre, en La California, a otro, situado en Valencia. Esta, desde luego, no puede considerarse una muestra significativa y, en realidad, una persona sobre 93 constituye apenas el 1% de esos electores chequeados. ¿Desdeñable? Depende. Si el total de traslados irregulares fuese el 1% del total de electores inscritos en el REP, ello sería en términos absolutos, alrededor de 140 mil personas lanzadas a otros sitios y que probablemente no votarían. Por supuesto, no se puede saber en qué sentido lo harían, pero, una pista nos la daría el siguiente dato: del total de 2,5 millones de personas que firmaron y repararon, hay 6 mil que simplemente desaparecieron del REP y alrededor de 100 mil de esos firmantes aparecen “migrados” sin su consentimiento. ¿Coincidencia?
Ahora bien, también hay una paranoia desbocada, de lado y lado. Por ejemplo, el rector Battaglini declaró que había más de un millón de fallecidos todavía “vivos” en el REP. La verdad verdadera es que para ayer permanecían “vivos” 69.900 y se supone que hoy ya deben haber retornado a los cementerios. Se dijo que hay 1 millón 200 mil doble cedulados y la verdad es que se encontraron apenas 1.700, que ya supuestamente habrían sido excluidos. En otras palabras, en este aspecto el CNE parece estar al día.
Pero volviendo a las “migraciones”. Desde noviembre hasta hoy se han registrado 991.000 traslados de votantes. Nada anormal: la cifra corresponde al comportamiento histórico de cambios de sitio de votación. ¿Cuántos de ellos son legítimos (puesto que mucha gente cambia en verdad su mesa de votación), y cuántos chimbos? Por lo pronto, ya este dato para el CNE. En el municipio Miranda (Puertos de Altagracia), en Zulia, alrededor de 1.200 votantes, incluyendo al alcade Carlos Barboza, fueron pasados a otra población. En Santa Rita, también en Zulia, unos mil votantes fueron cambiados y en Arapuey (Mérida), unos 1.200, con el alcalde Antonio Vielma incorporado, fueron a para a otro lado. Ahora con estos casos y habida cuenta de que las elecciones regionales fueron anunciadas antes que el RR, podríamos estar en presencia de un viejo truco electoral criollo, de naturaleza más bien municipal: restándole votantes a un partido o a un candidato en un sitio, enviándolos a otra parte. Eso se ha visto antes, nada nuevo bajo el Sol. Pero en todo caso, es de suponer que el CNE debe estar investigando estas denuncias con vistas a corregir las irregularidades, si es que sin ciertas.
Finalmente, según hemos podido averiguar, los datos que dan a través del 800-VOTAR, que proviene del obsoleto computador central del CNE, tienen atraso en relación con los de las páginas web, que proviene del moderno computador central ubicado en la antigua torre de Banesco. En otras palabras, los que valen no son los de la página web. Pero la inmensa mayoría de la gente no tiene acceso a internet, de modo que sólo pueden recurrir al teléfono. ¿Cómo hacen estos venezolanos para informarse? En lugar de andar instalando maquinas cazahuellas del siglo XXI deberían preocuparse por resolver esos aspectos heredados de un CNE que tecnológicamente está a mediados del siglo pasado.