Mucha presencia policial y pocos asistentes marcaron la toma de posesión de Maduro
La presencia policial y la apatía de asistentes reinó durante la concentración en Caracas en respaldo a la juramentación de Nicolás Maduro
En un ambiente de incertidumbre, miedo y apatía de juramentó Nicolás Maduro este viernes en el Salón Elíptico del Palacio Federal Legislativo acordonado con una alta presencia de funcionarios policiales y unas cuantas centenas de personas que asistieron a la convocatoria bajo presión, según se pudo constatar con personas firmando listas.
El acto se desarrolló en un contexto de denuencias de fraude y cuestionamientos de la comunidad internacional. Sin embargo, Maduro llamó con antelación al pueblo para que lo acompañara este día.
A la marcha que convocó en el centro de Caracas en respaldo a su juramentación le faltó alegría y emoción. Tanto así que convocaron a los mismos asistentes para un concierto con Maduro en Miraflores, pero para la hora en que llegó el anuncio, ya mucha gente se había ido a su casa; muchos vinieron desde el interior del país, no por voluntad propia sino coaccionados para no perder sus trabajos o beneficios sociales. Tuvieron que firmar listas de asistencia.
El atributo del que se jactaba el chavismo cuando su líder Hugo Chávez llegó al poder hace 25 años, quedó sepultado. Este viernes se comprobó que su predecesor, Nicolás Maduro acabó con el apoyo popular que tenía el movimiento político que nació en los barrios y zonas populares del país.
Poco pueblo en las calles y ausencia de presidentes y jefes de Estado marcaron su juramentación. Líderes de izquierda, antiguos aliados, no asistieron a su acto e incluso cuestionaron la transparencia de los resultados electorales. Es el caso del presidente de Colombia y amigo de Maduro, Gustavo Petro, quien en días anteriores aseguró que las elecciones en Venezuela no fueron democráticas y se negó a estar presente este viernes en Caracas.
Pero más allá del reconocimiento internacional, quedó claro que el chavismo prácticamente perdió su base social. El apoyo popular expresado durante la juramentación fue casi nulo.
Otrora habría sido una fiesta nacional de los millones de simpatizantes en todo el territorio nacional celebrando la asunción presidencial, como las caravanas que por allá en 2008 acompañaron a Chávez cuando fue reelecto. Pero esta vez reinó el silencio. No hubo cohetes ni felicidad, ni siquiera los vecinos de los edificios adyacentes al Palacio Federal Legislativo, donde se desarrolló el acto, se asomaron para celebrar.
En cambio, la jornada se desarrolló en un ambiente tenso, silencio, comercios cerrados, muchos funcionarios de seguridad y un montón de personas obligadas a ir a la investidura, amenazadas de perder los beneficios sociales e incluso, el trabajo -en el caso de los empleados públicos- si se negaban a ir.
*Lea también: Nicolás Maduro concreta juramentación: No pudieron impedir esta investidura
«Yo vengo del estado Lara en apoyo a nuestro presidente Maduro que hoy será elegido por todo el mundo», dijo uno de los asistentes a las 10 de la mañana cuando desembarcaba una buseta en la avenida Fuerzas Armadas. Seguidamente fue corregido por una de sus compañeras: «será juramentado, chico, ya él fue elegido». A su paso, se pudo comprobar que eran un grupo de representantes de consejos comunales de Barquisimeto. No más de 20 personas se bajaron del autobús en representación de la ciudad crespuscular.
A las 10:43 a.m. en el salón Elíptico del Palacio Federal Legislativo, dice Jorge Rodriguez: » ¿Jura usted en nombre de Dios, por el legado de Simón Bolívar, jura por nuestros ancestros y jura por su honor respetar y hacer respetar las Constitución y las leyes y principalmente cuidar con lealtad y amor al noble pueblo venezolano? ¿Lo jura?».
En las pantallas dispuestas en los alrededores de ese lugar se ve la imagen de Maduro frente a Jorge Rodríguez levantando su mano derecha y mientras esto sucede, algunos simpatizantes preguntan por Edmundo González Urrutia, quien se asume ganador de las elecciones y vendría a Venezuela a tomar posesión de su cargo, que según él, le otorgaron los venezolanos el pasado 28 de julio y lo avala con las actas originales recolectadas por el Comando Venezuela, que le otorgan casi 8 millones de votos.
“Ante esta magna Asamblea Nacional, el Poder Legislativo de la República. Ante visitantes de 125 países, ante el pueblo. Juro por Guaicaipuro y los pueblos indígenas, por la memoria eterna de Hugo Chávez y juro por el histórico noble pueblo de Venezuela que haré respetar la Constitución, que haré cumplir sus mandatos, obligaciones de la República y que este nuevo período será de paz, igualdad y nueva democracias. Lo juro por la historia y por mi vida. Lo juro», expresó Maduro en cadena nacional.
La camara de VTV, único medio invitado para trasmitir en vivo, hace un paneo general del salón y todos los presentes aplauden pero a pocos metros de ese salón, dónde Jorge había dicho que «estaba repleto de gente», hubo un silencio, alguno que otro aplauso se escuchó. Reinó la confusión y la apatía. Mientras que en las tarimas adyacentes los animadores celebraban, los asistentes buscaban la vía para irse y no perderse entre el desorden que generaron las calles y pasos peatonales cerrados por la Policía Nacional Bolivariana y la Dirección de Contrainteligencia Militar. Por cada calle que conduce al Palacio Federal Legislativo había una brigada de oficiales con armas largas y equipos antimotines impidiendo que «el pueblo» llegara al acto.
Algunos simpatizantes querían acercarse para ver a Maduro salir y expresarle su amor, pero se retiraron frustrados porque a una cuadra antes del Palacio no dejaban pasar a las personas solo había público (trabajadores de Pdvsa) de un lado y estaban allí restringidos: nadie podía salir ni entrar. A ellos, Maduro saludó al llegar y fue fotografiado.
Jenny Golindano, habitante de la parroquia Santa Teresa de Caracas, era una de las simpatizantes que se encontraba en la baranda escuchando el discurso de Maduro. Al ser consultada sobre su expectativa del nuevo mandato, aseguró que le da otra oportunidad a este gobierno porque cree que ahora las comunas y el pueblo tendrán poder. «La propuesta novedosa de la revolución bolivariana es justamente la conformación de los gobiernos comunales, el autogobierno y la toparquia», describió mientras esperaba la salida de su presidente.
A 12 del mediodía, mientras aún Maduro hablaba en cadena y repetía que tenía el apoyo popular, las cientos de personas comenzaban a retirarse del lugar. Algunos porque tenían que caminar hasta Parque Central para tomar el bus que los llevaría a sus ciudades de origen y otros porque ya habían cumplido la asistencia.
En el Café Venezuela que está adyacente a la plaza Bolivar había un grupo de trabajadores públicos que hacían fila para firmar una asistencia, con la cual, según lo que comentaban dos de ellos, le darían dos días libres en la próxima semana. «Yo me voy a tomar miércoles y jueves», comentaban.
A escasos metros de ese lugar, había otro grupo de personas, que al parecer eran del interior del país. Lucían perdidos e intentando comunicarse con los otros que los acompañan que estaban del otro lado de la calle, pero para esa parte no podían pasar por la restricción policial. «No sabemos nada de nuestros compañeros, están regados. Me quiero ir para mi casa ya», decía una de las jóvenes a alguien que la llamó para saber cómo estaba. Y es que si, toda Venezuela estaba a la espectativa de este 10 de enero.
«Digan lo que digan no pudieron impedir está toma de posesión. Es una victoria venezolanísima», expresó Maduro durante la investidura mientras se jactaba de contarle a los invitados internacionales, en su mayoría funcionarios de segunda línea -a excepción de los presidentes de Cuba y Nicaragua- como había impuesto «la paz» en julio pasado, en dos días después de las elecciones, cuando se registraron más de 2.000 de presos políticos y casi una treintena de fallecidos en las protestas poselecciones.
El sol y el hambre hacían estragos en los pocos asistentes que aún a la 1:00 p.m. permanecían en las adyacencias. Caras largas y seños fruncidos denotaban malestar. A su vez, el cantante en la tarima intentaba que hicieran una bulla, pero su directriz no tenía éxito. Lo único que se escuchaba eran personas quejándose del plantón.
Y si, Maduro se juramentó «entre miseria, hambre y desolación…», cómo dice la canción ‘El Libertador’ dedicada a Chávez en la campaña de 2013 que sonó varias veces hoy durante la marcha para recordar al expresidente.
*El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes «contra el odio», «contra el fascismo» y «contra el bloqueo». Este contenido está siendo publicado teniendo en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país.