Muerte inconveniente, por Beltrán Vallejo
En verdad el primitivismo del gobierno tiene la forma de un Frankenstein que termina atacándolo. Fernando Albán murió en la sede de su policía política; eso no lo pueden suavizar, y las consecuencias negativas para la imagen de Maduro son demoledoras en lo simbólico, y su efecto se sentirá en lo tangible.
Se trata de que este hecho abominable también es inconveniente para el gobierno en su aspiración de que medio mundo no continúe observándolo como una tiranía, y en su propósito de seguir engañando a cierta opinión internacional bobalicona que cree que Maduro representa a un gobierno democrático asediado por el “imperialismo”. Se trata también de que quedó deslucida en el gobierno la martirología que exhiben como herederos del sacrificio de las víctimas de la represión de la cuarta república.
Son tan brutos que Albán muere en el Sebin en momentos en que está de visita en el país un Senador estadounidense, el republicano Bob Corker, un personaje “peso pesado” del Congreso de ese país, invitado por el denominado “grupo de Boston”, cuya figura más descollante es el gobernador consentido del madurismo, Rafael Lacava.
Este Senador es la expresión, dentro del espectro del poder político gringo, de una política más dialogante con Maduro; pero ahora su visita se encontró con esta atrocidad que sin lugar a dudas golpea la “agenda suave” con Venezuela, arista que viene trabajando un sector del madurismo para contrarrestar y hasta levantar las sanciones contra la élite gobernante.
Ahora con esto, Bob Corker quedó tan contrariado, que hizo un pronunciamiento donde le exige al gobierno “explicaciones”, un requerimiento herido por una realidad demoledora que reafirma las acciones contra Maduro por parte de sectores más confrontacionales, como los que encarna el Senador Marco Rubio.
Además, esta muerte es tan inconveniente que Albán muere en el Sebin cuando el mundo se encuentra escandalizado por otro hecho deplorable, que también es expresión del primitivismo represivo de gobiernos autoritarios. Me refiero a la desaparición del periodista árabe Jamal Khashoggi, un connotado opositor al gobierno del príncipe heredero de Arabia Saudita, cuyo rastro se perdió cuando entró al consulado de ese país en Estambul para realizar algunas gestiones propias de ese establecimiento diplomático. Por cierto que ya Donald Trump, por este hecho, amenazó “con un castigo” para los señalados como responsables; imagínense lo que se agitará en su mente calenturienta para Venezuela.
Es tan absurda esta muerte y tan llena de torpezas, que hasta utilizaron esa figura de pesadilla que es propia del terrorismo de Estado, como lo es el preso político que se suicida. No hay un solo caso como ese en la historia de la Humanidad donde el gobierno no tenga ni un átomo de responsabilidad
Es tan deplorable esta muerte, que volvió aparecer el fantasma de Fabricio Ojeda, el héroe del derrocamiento de la dictadura perezjimenista, que se alzó en armas contra la denominada “cuarta república”, hecho preso y torturado hasta morir en los calabozos de la policía política, y que luego fue presentado como “suicidio”. Es tan deplorable esta muerte, que los hermanos Rodríguez, jefes del madurismo en el poder, son hijos de una víctima de la saña torturadora de la DISIP. Es tan patética esta muerte, que el primero del gobierno que salió a dar la versión “rapidita” del “suicidio”, fuera de todo concepto legal en su rol de autoridad penal, es uno que hizo nombre y figura política en otras épocas defendiendo los derechos humanos; me refiero a Tarek Wiliam Saab.