Nada de apertura, acuerdo o negociación a la vista, por Gonzalo González
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Los venezolanos y la comunidad internacional democrática estamos en presencia de una realidad evidente y constatable, la dictadura chavista no tiene intención de abordar ni concretar una solución constitucional, democrática y pacífica a la crisis política. Sus recientes decisiones y acciones lejos de crear condiciones en esa dirección apuntan en sentido contrario. Estamos en presencia de una huida hacia adelante, de un ejercicio de intransigencia irresponsable de cara a la dramática situación del país.
La ley antibloqueo reflota la írrita constituyente y concede al Gobierno poderes extraordinarios sine die acompañados de una opacidad y ausencia de controles para hacer y deshacer a discreción en todos los ámbitos que el oficialismo considere necesario. Esta ley es de hecho más no de derecho la derogación de la Constitución vigente, es el tiro de gracia a una carta magna hace tiempo desconocida e inobservada por el chavismo. La constituyente roja no hizo una nueva Constitución, pero la ley antibloqueo funcionará como tal. No abundó sobre los efectos y consecuencias negativos de la ley de marras porque hay profusa información al respecto proveniente de la Academia, de juristas, politólogos, economistas, oenegés, opinadores varios, políticos democráticos e individualidades del chavismo, incluso de constituyentes que cuestionan la forma y el fondo tanto del proceso de elaboración y debate de ese instrumento legal.
Decidieron mantener a todo evento los comicios del 6 de diciembre a pesar de la pandemia, de la ausencia de condiciones políticas y legales para que ese proceso sea expresión genuina de la voluntad ciudadana, de las evidentes fallas y carencias técnicas y logísticas indispensables existentes en el CNE para realizar un proceso complejo como lo es el parlamentario y finalmente, negaron la solicitud hecha por la Unión Europea y sectores nacionales de postergar los comicios.
Respondieron de manera negacionista y descalificadora los señalamientos de diferentes organismos de la Organización de Naciones Unidas referentes a gravísimas y recurrentes violaciones a los derechos humanos cometidos por fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
El chavismo no es un movimiento político democrático, posee una acendrada y demostrada vocación dictatorial, cree que el poder – “absoluto e insuficiente” como reza el epígrafe de La autobiografía de Fidel Castro (tomo II) escrita por Norberto Fuentes- debe ser para siempre, que el continuismo es lo procedente y que el poder debe mantenerse a todo evento. En consecuencia, niega la alternabilidad y es reacio a cualquier negociación que suponga dejar, limitar o compartir el poder. La alianza del chavismo con sectores de la delincuencia organizada nacional e internacional es otro impedimento para que haya negociación y acuerdos positivos en función de los intereses del país.
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Para el régimen, existen condiciones nacionales y foráneas susceptibles de contribuir a su esfuerzo denodado por imponer su continuismo.
Internamente apuesta a varios factores y situaciones: en la eficacia de sus recursos de control político y social (particularmente la Fan y la delincuencia organizada), en que la lucha de poder en el seno de las fuerzas democráticas impida la necesaria unidad y convergencia de las mismas, en que la presencia de la mesita en la nueva e írrita Asamblea Nacional sea una operación de maquillaje democrático aceptable para algunos sectores, y en una nueva ola migratoria que termine de vaciar de jóvenes y adultos jóvenes al país…
En el campo internacional, es probable que no busque revertir el rechazo de los Estados democráticos y organismos multilaterales, pero si enredarlos en un sinfín de gestiones y actos propiciadores de diálogos y entendimientos que le proporcionen tiempo al régimen para consolidarse (remenber República Dominicana y Barbados). Para ello cuentan con cambios de gobierno en Bolivia y Ecuador (en ambos los candidatos de Evo y Correa puntean en las encuestas), en que una eventual victoria de Biden suponga un respiro en las sanciones y en la presión de los Estados Unidos por el cambio político en Venezuela, en que la necesidad del apoyo de Podemos al PSOE en España y la acción del lobby chavista en el viejo continente reste fuerza a la posición de la Unión Europea que se ha ido endureciendo paulatinamente y finalmente en que la convergencia autoritaria internacional conformada por China, Rusia, Irán, Turquía, Cuba y satélites respectivos continúe apoyándolos.
No pretendo en lo absoluto, descartar para siempre las posibilidades de una negociación para salir de la crisis política, solo llamar la atención en relación a que esa fórmula no parece factible y viable en los tiempos que corren y llamar a la necesaria reflexión para no seguir vendiendo quimeras y ajustar la política de las fuerzas democráticas a esa realidad.
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