Nada más. Nada menos, por Américo Martín
La ONU pide a Arabia Saudita y sus aliados el cese del bombardeo sobre Yemen a riesgo de llevar al victimado a su peor hambruna en 100 años. Los raids aéreos causando muertos y heridos de todas las edades y la guerra civil militar-religiosa que le cayó como una maldición, podrían azuzar ocultos deseos de repartirse escombros del jaqueado país árabe.
No sería fácil, claro, y no obstante, con el agotamiento de sus energías seguirá perdiendo control sobre sus fronteras, seguridad interna y gobernanza. Yemen podría desaparecer o perder grandes extensiones de su territorio.
En esta parte del mundo continúa cobrando fuerza la poli crisis de Venezuela. Se profundiza con fría regularidad la indescriptible y explicable tragedia que abruma a la nación. La degradación humana, moral, política, la sociedad anarquizada y la economía en manos del azar, han inducido al embajador Emilio Figueredo a no descartar la “balcanización” o desintegración territorial.
Por ineptitud del Poder estamos cerca de perder el Esequibo; el ELN en Guayana pelea por yacimientos auríferos y mata pemones, etnia más desarrollada de la región. En la frontera occidental, guerrillas y narcos inciden en el tráfico de gasolina y estupefacientes, mientras la diáspora vive en trance diabólico, pese a la generosidad de gobiernos hermanos.
Estos elementos, acumulados, pueden dar sentido a la conjetura de Figueredo.
Ante tan sombrío horizonte la disidencia venezolana incluso en el seno del oficialismo está moralmente obligada a deponer triviales rivalidades y, sin dejación de principios, a unirse para lograr el cambio democrático en la forma menos dolorosa posible.
Cambio abierto a todos los que quieran sumar, sin exclusiones ni vetos caprichosos; vale decir: sin confundir justicia con venganza, ni reencuentro nacional con pases de cuenta. Se busca la unidad de la Nación en su natural diversidad.
La solidaridad universal ha acompañado a Venezuela. Nadie nunca le había proporcionado tanto respaldo institucional, especial pero no únicamente, las tres Américas. Alentador es el papel más activo recién asumido por la Unión Europea.
No faltará quien por escepticismo profesional desconfíe, yo prefiero agradecer su generoso deseo de intensificar su responsabilidad solidaria con nuestro Continente. Venezuela necesita liberarse y reunificarse en democracia y pacífica convivencia, con justicia sin impunidad -que la negaría- sin humillar al adversario solo por serlo ni manchar de inhumana venganza el renacimiento para todos de la libertad y la prosperidad.
La posición europea no tolera ambigüedades. Federica Mogherini, Alta Representante de la UE, habló de “proceso” que no abortará sanciones. Implícitamente desarticuló la teoría de que la presión solidaria se relacione con “imperio-tercermundismo” alguno, comodín éste dirigido a velar su real origen: el drama que, en obsequio a la brevedad, resumo en un nombre: Fernando Albán, y en la hambruna y muerte civil.
Cruel desatino: reproducir la desgracia de Yemen aún sin sufrir una guerra civil ni ser abatido por misiles foráneos.
Nada más. Nada menos.