Naufragio abstencionista, por José R. López Padrino
Twitter: @jrlopezpadrino
La decisión de la dirigencia opositora de no concurrir a las elecciones parlamentarias convocadas para el venidero 6 de diciembre —una elección inevitable constitucionalmente— presagia una baja participación en el proceso electoral, así como la entrega de la Asamblea Nacional a la minoría del facho-chavismo. Lamentablemente, el sector opositor que ha mostrado interés en participar en los procesos eleccionarios no es un actor beligerante de peso, ni tiene el apoyo popular necesario para derrotar a la corrupta y ventajista maquinaria oficialista.
Se repetirá la dantesca experiencia del 2005 cuando el oficialismo, con solo el 25% de participación del electorado, copó las 167 curules de la AN. Abstención que no produjo ningún quiebre en el poder y mucho menos transición alguna, pero sí le permitió al oficialismo aprobar cientos de leyes, algunas de ellas orgánicas, destinadas a consolidar la hegemonía de su proyecto gansteril.
Aunque los resultados de esta elección seguramente no serán reconocidos por algunos países e instituciones internacionales, lo incuestionable es que el período de ejercicio de los diputados electos en las elecciones del 2015 acabará el próximo 5 de enero de 2021 y, en consecuencia, la base constitucional para el mandato interino de Guaidó.
Apelar a la continuidad constitucional de la AN, aparte de tener una dudosa base jurídica, será una acción estéril y simbólica que no garantiza un poder real, como lo ha sido el nombramiento del Tribunal Supremo de Justicia y la fiscal general de la nación en el exilio.
Frente al evento electoral del próximo 6 de diciembre el liderazgo opositor ha llamado nuevamente a la abstención. Es una falsa dicotomía reducir el debate político a participar o no en las elecciones.
Quienes así lo reducen evidencian una supina orfandad estratégica. El problema es otro, es definir una ruta estrategia viable que nos conduzca a lograr el cambio político-social que aspiramos los venezolanos, donde la lucha electoral es solo un eslabón importante, pero no único, en ese largo camino por transitar.
*Lea también: Disonancias cognitivas y la recuperación económica en Venezuela, por Ángel Alvarado R.
Es evidente que la intención de voto a favor de la oposición es abrumadoramente mayor entre los venezolanos (65/35). Sin embargo, el archipiélago opositor, despreciando su condición de mayoría, se ha dado a la tarea de desnaturalizar y satanizar el voto como instrumento de lucha. La dirigencia opositora ha renunciado a la vía pacífica-electoral para transitar atajos inciertos y fracasados, tales como el golpe de Estado, la promoción de la desobediencia militar y la invasión de ejércitos extranjeros, entre muchos otros.
La tesis abstencionista opositora se fundamente en la estrategia de los tres pasos: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Mantra que ya no motiva, ni entusiasma a las masas populares dado los resultados adversos y sucesivos fracasos. Muchos venezolanos nos preguntamos: ¿cómo se puede provocar el cese de la usurpación por parte Maduro cuando el proponente carece del control de las fuerzas militares del país?
El simbólico gobierno de transición ha perdido su iniciativa política. Hoy no es más que una caja de resonancia de la política del fanfarrón, antiinmigrante y revanchista de la Casa Blanca. Trump y sus «halcones» construyeron un imaginario falaz, confuso, con contradictorias propuestas (invasión militar, sanciones económicas, etc.) que llevó a la disidencia política a un callejón sin salida.
Descartada la invasión militar, que nunca fue una opción real (consigna electoral en función de la reelección de Trump), la agenda opositora se ha reducido a abogar por mayores sanciones económicas. Idealizan que la precarización del país conllevará a la salida de Maduro de Miraflores. Sin embargo, las sanciones han aumentado el nivel de penurias del ciudadano común y consolidado el control social lejos de remover a Maduro del poder. Además, ha dificultado la construcción y consolidación de una oposición política independiente de los dictámenes del gran país del norte.
Tenemos a una dirigencia enfocada en discursos efectistas que se muestra renuente a tomar ventaja de la maltrecha institucionalidad electoral que el régimen oferta a los venezolanos. Opción que inteligentemente utilizada, al margen de un CNE controlado por unas rectoras serviles, podría provocar importantes derrotas al oficialismo gobernante dado a su falta de popularidad.
En respuesta a la convocatoria a las lecciones de la AN, Guaidó ha llamado a volver a la calle y a participar en una extemporánea y poco verificable consulta popular (7-12 de diciembre). ¿Cómo se puede llamar a una consulta popular para ratificar la fracasada política de los tres puntos y solicitar un ambiguo y turbio “acompañamiento y asistencia” que permita rescatar la democracia? ¿Cómo se puede llamar a la vuelta a la calle sin que exista un plan estratégico viable para derrotar a Maduro? ¿Hasta cuándo se sigue jugando con la buena fe de los venezolanos con un imaginario acompañamiento y asistencia internacional?
Con el muy seguro triunfo del facho-chaveco-madurismo se acentuará el control político-social, se consolidará el modelo de sociedad tutelada por la bota militar y se consumará la entrega de nuestras riquezas al gran capital ruso-chino e iraní. Es hora de abandonar las fantasías y falaces promesas que debilitan y fragmentan más aún a la oposición. Bloquear la ruta electoral es abrir los senderos a la violencia y muerte, escenarios que le convienen al régimen y a sus matones asalariados.
La transición en Venezuela se desdibuja en el horizonte político cada vez que el liderazgo opositor insiste en transitar atajos fantasiosos y cortoplacistas.
José Rafael López Padrino es Médico cirujano en la UNAM. Magíster en Fisiología (IVIC). Doctorado de la Clínica Mayo-Minnesota University.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo