Navidad se escribe con N, por Carlos Alberto Monsalve
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El gobierno, dándole rienda suelta a la naturaleza expropiadora que le caracteriza, y bajo el apremio de inyectarle una dosis de fingida normalidad, al cuerpo de la sociedad venezolana, procedió el 1 de octubre de este año, a iniciar la celebración de la Navidad. Para lo cual hizo, en algunas ciudades, un derroche de fuegos artificiales y otras parafernalias, convertidos, por la desatención de la que son las necesidades reales del país, en bofetadas pirotécnicas.
Esto se dio, por un lado, tan solo a pocos días de la realización de la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde diferentes altos dignatarios, cuestionaron las irregularidades cometidas por el Estado venezolano, con los resultados del proceso electoral, realizado el 28 de julio de esta año , y, por otro lado, también recientemente, siendo objeto de denuncia por violación de derechos humanos, en el informe presentado por la «Misión Independiente para la determinación de los Hechos de las Naciones Unidas», sobre Venezuela.
Ante lo que, a todas luces, no es sino una arbitrariedad más, entre tantas que le distinguen, surgen unas cándidas inquietudes.
¿No habrá un cristiano piadoso, en el entorno de sus simpatizantes, que medianamente este familiarizado con el tema, que le explique al gobierno, que hay un nexo de propósitos entre la esencia de la celebración de la Navidad y la valoración de la dignidad humana, y de esta, a su vez, con los fundamentos de la «Declaración Universal de los Derechos del Hombre»? De tal manera que, es totalmente incongruente que alguien que este cuestionado por su comportamiento sobre los derechos humanos, pretenda erigirse en promotor de la celebración de la Navidad, ya que eso, en términos muy cristianos, no es más que fariseísmo.
Así mismo, ¿no habrá alguien en ese entorno, con un poco de sensatez política , que le aclare al gobierno , que la celebración de la Navidad, es algo más que un sarao montado en un tarantín de campaña electoral, con fines proselitistas?, pues tal idea es un desvarío, y que la iniciativa que se ha tomado, desde el punto de vista político, es estéril y delirante, porque resulta un despropósito que el destinatario de esa iniciativa, sea ese pueblo al que le timaron la voluntad de cambio que expreso en las urnas electorales.
Navidad se escribe con N mayúscula, según la RAE, porque es el nombre propio de una festividad, la cual celebran los fieles católicos el 25 de diciembre de cada año, conforme al calendario gregoriano, desde el siglo cuatro de nuestra era. Su celebración no propicia la obtención de indulgencia política alguna, pues eso es harina de otro costal, y menos si el pecado político cometido es el desconocimiento de la voluntad popular, ya que, como se sabe, «Vox populi, vox Dei».
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«La ignorancia es atrevida», escribió José Domingo Sarmiento, el autor de «Facundo», y se pudiera agregar que también es peligrosa, cuando cohabita con personas que tienen poder.
En determinadas ocasiones, se nos antoja sentir la presencia de Sócrates, ingiriendo la cicuta y, tras cada sorbo amargo, oírlo murmurar que la ignorancia y la maldad van de la mano.
Carlos Alberto Monsalve es profesor en la Universidad Central de Venezuela
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