Negociación: desafío complejo, por Félix Arellano
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Dialogar y negociar son elementos esenciales de la vida en sociedad, obviamente exige que las partes asuman voluntariamente la decisión, actúen con transparencia orientadas a lograr puntos de encuentro y equilibrios; son los incentivos para alcanzar los acuerdos. Luego se presenta un reto mayor, el cumplimiento de los compromisos adoptados.
La negociación constituye un camino difícil, lleno de obstáculos, pero representa la opción más eficiente para superar los conflictos y, en estos momentos, tanto a nivel global, como nacional, la negociación se aprecia como una necesidad.
Desde una perspectiva autoritaria se interpreta la negociación como una capitulación, es necesario acabar a la contraparte y exigir su rendición, por esta vía los costos pueden ser impredecibles, en muchos casos se logran triunfos pírricos, una paz sobre cadáveres. En la visión rígida también encontramos variantes, como deteriorar al máximo la situación, con el ánimo de forzar la solución maximalista, lo que de nuevo plantea una destrucción que termina afectando a todos, para luego llegar a unos acuerdos que permitan reconstruir sobre escombros.
En esta óptica se podría inscribir la actuación de Boris Johnson Primer Ministro del Reino Unido (RU), quien luego de haber alcanzado, con muchas dificultades, un entendimiento con los 27 países restantes de la Unión Europea, para definir las condiciones del retiro del RU (Brexit), ahora está promoviendo el incumplimiento, para forzar beneficios que no se suscribieron inicialmente. En el fondo, Johnson aspira mantener todos los beneficios inherentes a un miembro pleno de la UE, sin mayores obligaciones, pero ese es paraíso irresponsable, no existe.
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Retirarse de la UE, por algunos temas sensibles, que exigían de un esfuerzo de negociación y revisión comunitaria, como el caso de la política sobre los inmigrantes, ha sido una decisión equivocada que conlleva sus costos. Ahora, las posturas de soberbia, estimulan nuevos atrincheramientos y mayores contradicciones, que inexorablemente también perjudican al pueblo inglés.
El Presidente Donald Trump también se ha caracterizado por un estilo de negociación muy personalista, radical e impredecible, que si bien presenta ante los medios como exitosos, en la práctica no soporta un análisis riguroso, ya que todos, incluyendo a la sociedad norteamericana y sus más fervientes seguidores, están perdiendo oportunidades. No resulta muy racional retirarse de acuerdos y organizaciones, sin realizar un mayor esfuerzo de diálogo y negociación para impulsar cambios, que pueden ser convenientes y necesarios.
La lista puede ser un tanto larga pero conviene recordar que tales decisiones arrancan al llegar a la Casa Blanca, y si bien se presenta como los cumplimientos de promesas electorales, los efectos negativos se van sintiendo progresivamente; empero, es factible que no resulte fácil asociar las decisiones con las negativas consecuencias que van generando.
Retirarse del Acuerdo Transpacífico y rechazar el Transatlántico han abierto espacios a China; luego, la guerra comercial con China también afecta las exportaciones norteamericanas. Retirarse de la Unesco y de la OMS no favorece a los valores occidentales y el rechazo al cambio climático afecta a la humanidad en su conjunto.
Ahora bien, decimos que el Presidente Trump tiene un estilo impredecible, pues en el caso del Medio Oriente sus esfuerzos plantean un giro interesante, los nuevos reconocimientos del Estado de Israel por parte de los Emiratos Árabes Unidos, luego con Bahréin y se esperan otros acuerdos, estimularán cambios en las estrategias radicales de Irán e incluso de los palestinos.
En el inventario de negociaciones cabe destacar los esfuerzos en Afganistán para aplacar la violencia del movimiento insurgente de los Talibanes, y en Sudan, entre el gobierno y los movimientos guerrilleros. En este contexto, conveniente resaltar algunos elementos del estudio “Negociaciones de paz 2019: análisis de tendencias y escenarios”, elaborado por la Ecola de Cultura de Pau, de la Universidad de Barcelona, que registra como la negociación en sus diversas modalidades, con mediación, facilitación, acompañamientos, directas; representan la opción efectiva, en un gran número de conflictos.
El estudio en referencia registra 50 procesos de negociaciones en el 2019, 19 de ellos en África, 12 en Asia, 7 en Europa, 7 en el Oriente Medio y 5 en América (incluye a Venezuela por la mediación del Reino de Noruega). De los 50 casos que registra el estudio, 22 se desarrollan bajo la mediación de las Naciones Unidas.
En la grave situación que enfrentamos en Venezuela, la negociación, si bien se ha complicado sensiblemente, constituye una opción inexorable. Los más recientes acontecimientos en la esfera política han alejado las posibilidades de una negociación efectiva. En estos momentos, también resultan necesarias negociaciones al interior de cada una de las partes en el conflicto y eso pudiera requerir de esfuerzos de medicación y apoyo.
Todo indica que con el proceso electoral del 6 de diciembre no resuelve nada, por el contrario agrava la situación. La crisis humanitaria compleja, la pandemia del covid-19, la hiperinflación, la crisis de la gasolina y de los servicios públicos en general, para citar algunos de los dramas que estamos enfrentando diariamente los venezolanos, exige de diálogo y negociación entre los diversos sectores del país y un importante apoyo de la comunidad internacional. Resulta prioritario trabajar para despejar las oportunidades y hacer viable una negociación efectiva, camino complejo, pero conveniente.
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