Negociación y calle, por Simón García
Autor: Simón García | @garciasim
La MUD tomó la acertada decisión de no asistir a República Dominicana. El gesto demuestra que la negociación no es un acto aislado de la situación del país. Revela claramente que la oposición tiene como objetivo ponerle fin a unas políticas del gobierno que destruyen al Estado democrático y que condenan a la sobrevivencia a millones de familias venezolanas.
La principal propuesta de la MUD para salir de la crisis es realizar unas elecciones justas, libres y transparentes que permitan la sustitución democrática de Maduro por un gobierno que reconquiste la vigencia de la Constitución, la reconstrucción de la economía y la recuperación del derecho a vivir y convivir en un país de todos.
A todo el país, sean seguidores de la oposición o del gobierno, le interesa y conviene evitar que grupos minoritarios sigan usando el poder contra la Constitución y para preservar el enriquecimiento criminal. La negociación es el rechazo a la violencia y a la sustitución de la política por la militarización.
El rescate de la democracia y la derrota de las políticas de hambre no es hoy una aspiración exclusiva de la oposición: las calamidades económicas se hacen insoportables también para un pueblo chavista que siente rabia y no se resigna a seguir con el estómago vacío.
Ha llegado el momento de asumir la negociación como el medio para practicar la unidad como una reunificación del país que desea progreso económico con solidaridad, justicia social con libertad y superación de un modelo económico que sólo genera y profundiza una crisis que nos está dejando a todos sin futuro.
Relacionar la negociación con la calle no debe conducir a la oposición a retomar una protesta que traslade la división y el enfrentamiento al seno del pueblo y nos aísle del sentimiento de la mayoría. La calle hoy está llena de una angustia, de una desesperación y distintas reacciones de protesta al empobrecimiento y a la pretensión gubernamental de controlar a la población mediante el uso del hambre. Hay que convencer a la minoría de la oposición, abandonando la estéril práctica de la descalificación, que llamar retóricamente a la radicalización política no es la salida.
La suspensión temporal de la negociación expresa la indignación que produjo la masacre de El Junquito. La brutal y deshonrosa aplicación de la pena de muerte a un grupo que manifestó su voluntad de rendirse revela la calaña delictiva de los gobernantes y su resistencia a comportarse democrática y legalmente.
No compartimos los métodos que Oscar Pérez, consecuente con su visión de cómo enfrentar al régimen, aplicó con coraje. En sus acciones no hubo el ánimo terrorista que cínicamente le atribuye el gobierno, mientras ejecuta, de distintas maneras, una política de exterminio de la población.
El norte seguro es construir una amplia, plural y organizada calle que se convierta en una votación masiva con la eficacia necesaria para derrotar las provocaciones y trampas destinadas a eternizar a Maduro en el poder.
La calle no es el saqueo ni la guarimba vanguardista. Es ganar la confianza de la mayoría en otro país posible. Es actuar, junto con la gente, para manejar y superar el asedio de la crisis.
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