Negocios de la «Venezuela Premium» en crisis tras ignorar a 93% de la población
El último trimestre de 2022 y el primero de 2023 presentaron un revés para el discurso de la «recuperación económica» promovido por la administración de Nicolás Maduro. Analistas advierten que una economía que se limita al comercio y sin impulsar la producción es insostenible, por lo que muchos de los negocios que surgieron en los últimos años empiezan a quebrar
Una plataforma se suspendía en el aire a 50 metros del suelo, elevada por una grúa que sostenía a los 20 comensales que pagaron 150 dólares por una «experiencia gastronómica» novedosa. Era el furor de Altum, con una idea de negocio tan exótica como su plan de sostenibilidad en el tiempo. Tan solo tuvo aliento durante unos cinco meses para luego cerrar, no sin antes, bajar el precio hasta no soportar su propia estructura de costos.
A mediados de abril, días después de que fuese desmontada la grúa que elevaba la plataforma, funcionarios de la Policía Nacional Contra la Corrupción (CNCC) allanaron el restaurante, puesto que el emprendimiento no era solo inviable operativamente, sino que además empezó a ser investigado por la posible conexión de uno de sus dueños, Rafael Hernández, con la trama de corrupción de Pdvsa destapada por la administración de Nicolás Maduro en marzo.
La escueta historia de Altum es el retrato de lo que ha ocurrido con una considerable porción de los negocios surgidos en los últimos años que apuntan a un nicho de mercado de alto perfil, al diminuto porcentaje de la población que genera ingresos superiores a $350 mensuales, ese pequeño fragmento de venezolanos que pueden permitirse pagar una «experiencia» de $150 por persona.
Un estudio publicado recientemente por Equilibrium – Centro para el Desarrollo Económico (Equilibrium CenDE) indicó que solo 7% de la población genera ingresos mensuales por encima de los $350. El grupo con ganancias superiores a los $550 es aún más reducido, pues incluye apenas al 2% de la población venezolana.
Modelos de negocios similares al de Altum, entonces, dejan por fuera a hasta 98% de la población en función de apuntar hacia los altos ingresos. De acuerdo con el economista Daniel Cadenas, en este ímpetu terminan perdiendo de vista al mercado en su práctica totalidad.
«Al generar una sobreoferta en ese segmento de alta gama, generas una oferta insuficiente o inexistente para 95% de la población. No es un segmento, sino del mercado casi en su totalidad. Hay un desbalance obvio en la oferta de bienes y servicios para el segmento de alta gama y para el resto», razonó.
El cierre de Altum es solo una pequeña muestra del desgaste de este modelo. A inicios de año, el presidente de la Cámara Nacional de Restaurantes (Canares), Iván Puerta, advirtió que muchos negocios que abrieron en 2022 cerrarían en el transcurso de 2023, proyectando hasta 70% de clausuras para este año.
«La tasa de mortalidad de los restaurantes creo que va de hasta un 60% o 70%. Ya lo estamos viendo, muchos sitios que abrieron en abril o mayo (de 2022) y ya les está costando llegar a su punto de equilibrio, o nunca llegaron él», explicó en una entrevista para Circuito Éxitos en febrero.
El representante del sector recalcaba que los comerciantes deben buscar un equilibrio entre el precio y la calidad del servicio para mantenerse. Las propuestas con un alto precio encuentran poca demanda, mientras que las más económicas pueden llegar a ser insostenibles si no se planifica bien el modelo de producción y comercialización.
«El comerciante también tiene que entender que debe buscar un equilibrio si quiere tener un balance entre el precio y el valor que le va a dar a las personas. La gente espera más de lo que va a pagar», acotaba Puerta.
En este sentido, Daniel Cadenas agregó que los negocios venezolanos deben adaptarse a la «base de la pirámide», ese porcentaje de la población con menores ingresos que realmente conforma el mercado y, por lo tanto, sostiene la economía.
«Hablamos de atender las necesidades de la base de la pirámide con productos diseñados con una estructura de costos tan baja y eficiente, que puedas ofrecer un precio competitivo, accesible para este mercado. Hacerlo implica un cambio de mentalidad por parte del productor, repensar los productos y procesos de producción, distribución y mercadeo para conseguir el menor costo y la mayor eficiencia posible», subrayó.
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El apogeo que tuvo la actividad comercial entre el segundo semestre de 2021 y el primero de 2022 se cimentó sobre una base frágil, ya que surgió a raíz de propuestas de escaso valor agregado, que fallaban en articular a otros sectores de la economía y crear empleo masivamente. La «economía de bodegones», como la llamaron algunos analistas, no se sostuvo en el tiempo.
El balance más reciente presentado por el Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio) reportó una caída relevante de la actividad comercial este año. El sector que lideró esta contracción fue precisamente el de hotelería y restaurantes, con un descenso de 68% medido hasta mayo de 2023. Además de las empresas de servicios con una disminución de 55% y de 48% en las tiendas de prendas de vestir.
Desigualdad y estancamiento
La dinámica de recuperación económica del país en los últimos dos años genera expectativas poco optimistas de cara al futuro. Con una abrumadora mayoría de la población aún sumergida en la pobreza por un paupérrimo poder adquisitivo que a duras penas les permite sobrevivir y una industria estancada, la economía no puede hacer otra cosa sino estancarse.
El economista Omar Zambrano recalcó que este pequeño rebote de la economía producido después de la pandemia se presentó exclusivamente en el sector del comercio y los servicios, con una tendencia a la importación de productos, lo que no genera ninguna actividad productiva en el país.
Por si fuera poco, esta dinámica terminó por acrecentar la desigualdad. Solo un diminuto porcentaje de la población mejoró su capacidad adquisitiva y la satisfacción de sus necesidades con este «boom» de comercio, mientras que la gran mayoría de los venezolanos mantuvieron la precariedad o incluso están en una situación peor. Además, este fenómeno ocurrió especialmente en las principales urbes del país, mientras que, en las zonas rurales, las condiciones empeoraron.
«Uno ve sobre todo en las grandes ciudades el florecimiento de esta especie de burbujas comerciales, en las que empezó a producirse cierto tipo de inversión y produjo un movimiento de la economía, pero hay millones de venezolanos excluidos de esta burbuja», destacó.
Zambrano, director de la consultora Anova, recordó que hay un porcentaje relevante de la población que no puede ni siquiera aprovecharse de estas burbujas comerciales, porque sus ingresos son escasos y en bolívares, como ocurre con los trabajadores de la administración pública y los pensionados, así como aquellos trabajadores de industrias que permanecen estancadas.
«Están excluidos todos los que están en el sector público, los pensionados, los trabajadores del sector de la construcción, de agricultura, de la industria manufacturera y todos los que están en sectores laborales que no vieron recuperación», agregó.
El estancamiento ya empieza a notarse, como lo refleja la Encuesta de Coyuntura Industrial de la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria) correspondiente al primer trimestre de 2023, en el cual se registró un retroceso de 1,5% en la producción si se compara con el mismo período del año anterior, después de varios meses continuos de crecimiento de este indicador.
Al evaluar el uso de la capacidad instalada de la industria venezolana, se aprecia también una disminución importante frente a la tendencia de los últimos trimestres, al retroceder de 39,9% para el cierre de 2022 a 31,2% en este primer trimestre del año.
La industria ha disminuido su uso de la capacidad instalada, en gran parte debido al exceso de inventarios existente gracias a que no se cumplieron sus expectativas de ventas para el cierre de 2022 y el inicio de 2023. La disminución del consumo gracias a los salarios deprimidos tuvo mucho que ver con este hecho.
Cadenas expresó que la economía venezolana requiere de inversiones e iniciativas empresariales que generen valor agregado, es decir, que demanden recursos, materias primas y actividades de otros sectores productivos.
«Estos negocios para la alta gama son actividades de bajo valor agregado, que generan empleos de baja calificación. No son actividades que impliquen un proceso de transformación como la manufactura o la construcción, no generan empleos de calidad. La economía venezolana es muy endeble porque está basada en una estructura de bajo valor agregado, con poca capacidad de generación de empleos de calidad y con modelos de negocio bastante insostenibles», resaltó.
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Negocios de la base de la pirámide
Ante la desatención de los grandes capitales al mercado conformado por la población con menores ingresos, otros actores ocupan estos espacios. Por lo general, se trata de esa misma clase socioeconómica atendiendo sus propias necesidades.
Equilibrium CenDE publicó en 2021 un estudio sobre la formación de emprendimientos unipersonales en las zonas populares de Catia y Petare, evaluando casi 600 negocios entre ambas localidades para evaluar el fenómeno del surgimiento de actividades económicas en estos lugares.
Los resultados del estudio muestran particularidades en los modelos de negocio y mecanismos de comercialización de estas iniciativas, como el uso de redes sociales como principal canal para ofrecer sus bienes y servicios.
La investigación se efectuó en un momento particular, debido a la persistencia de la cuarentena por covid-19 para aquel entonces, situación que acabó por impulsar diversas iniciativas comerciales en todo el país destinadas a fracasar en el mediano o largo plazo.
En este sentido, una de las conclusiones del estudio indicaba que las ganancias que promediaban estas iniciativas empresariales eran bajas y que los dueños de los negocios no tenían las mejores expectativas a futuro.
«En cuanto al desempeño de los emprendimientos encuestados, se observó la existencia de bajos niveles de ventas (en relación con otras empresas de similares características en América Latina y el Caribe), mayoritariamente inferiores a los 210 dólares mensuales, y expectativas negativas de los dueños/encargados de los negocios respecto al futuro de sus actividades», indicó.
A pesar de la insostenibilidad de muchas de estas propuestas, la proliferación de estos negocios demuestra que existe un mercado al cual se puede atender si se enfoca la atención y estrategia necesarias.