Nicolás Maduro en la Casa Blanca, por Beltrán Vallejo
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Yo sé que este titular le caerá mal a mis amigos trumpistas venezolanos que el martes 5 de noviembre celebraron por redes sociales y hasta en francachelas el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, y en verdad pretendo odiosamente sacarles así el ratón; lo hago incomodándolos hasta en la médula.
Ahora sí, hablándoles bien en serio sobre Trump y su trumpismo, déjenme decirles algunas cosas sobre ese su líder “espiritual”, y se los digo con cariño porque también son mis compañeros de lucha en ese amplio espectro mental, político, ideológico, cultural e idiosincrático que abarca a los venezolanos que nos enfrentamos al régimen de Maduro, y que contempla a demócratas de raíz, a socialdemócratas, a socialcristianos, a los de centroizquierda, a socialistas y hasta a comunistas, como también abarca a los de centroderecha, a los denominados “liberales”, a los de derecha derechita, a los de ultraderecha y a todos aquellos que tienen esa afinidad con el trumpismo, y que hoy están de pláceme por el regreso a la Casa Blanca de su máximo líder.
Les digo que ese señor tuvo, entre sus banderas “sacrosantas” de campaña electoral, la eliminación del programa Parole Humanitario el cual otorga permisos temporales de trabajo para migrantes de Venezuela, Cuba, Nicaragua y Haití; de tal manera que la victoria de Trump genera de por sí una despiadada incertidumbre sobre esa población en suelo estadounidense. Cabe destacar que este programa fue creado con el propósito de facilitar un canal regulado y confiable para esas personas que han entrado a EEUU huyendo prácticamente de esos países, ya sea empujados por el hambre, la persecución política y la violencia.
En sí, todas las políticas migratorias existentes van a ser revertidas por Trump, esa fue su principal promesa electoral, y van a ser sustituidas por medidas más estrictas, discriminatorias y persecutorias. Así que veremos a miles de venezolanos expulsados de esa nación o bloqueados en la frontera con México, ya que no han completado su estatus de residencia o porque sus solicitudes de ingreso o de asilo se verán frenadas. ¿Los venezolanos de aquí, que tienen parientes bajo las competencias de ese programa, y que hoy están felices por la victoria de Trump, se pasearon por esa situación?
Pues les digo a los líderes opositores, de aquí dentro y de allá afuera, y que son amigos de los republicanos, que desde ya vayan viendo la manera de impedir más sufrimientos para la diáspora, que también es responsabilidad del liderazgo opositor; sus fracasos en la lucha contra Maduro también han propiciado la salida de tanta gente en búsqueda del llamado “sueño americano”, además de lo generado por los desmanes y aberraciones de la tiranía madurista. Ya que les llegó “el papá de los helados a la Casa Blanca”, actúen en consecuencia.
Para seguir hurgando en la algarabía vernácula de esta victoria de Trump, debo decir que yo comprendo a mis amigos trumpistas, pero como lo lamento; otra vez se enciende otro farol mesiánico propio de ese tipo de irresponsabilidad individualista de ese lado oscuro de la idiosincrasia del venezolano que se afinca en que otros resuelvan los problemas que primordialmente debemos abordarlos nosotros mismos; que el prójimo resuelva nuestros peos, piensan muchos.
Además, recuerden que tenemos una experiencia pésima con el señor Trump y su estrategia de máxima presión en ese diseño llamado “gobierno interino”; al respecto, el país quedó vuelto un desastre, y Maduro quedó ileso, corrompiéndose más, articulando con modelos económicos oscuros y con países más autoritarios y villanos; se atornilló en el poder más bien, mientras el pueblo aguantaba las calamidades generadas por una industria petrolera sobreviviendo sobre la base de picardías en alta mar. Las consecuencias de esa estrategia trumpista la hemos pagado los venezolanos de a pie, no los boliburgueses que son los que compran los Ferraris en las Mercedes en ese extraño bloqueo a lo pantera rosa.
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Pero como estamos en tiempos donde las serpientes se convierten en mariposas, y viceversa, expertos internacionales apuntan a un giro sustancial en la conducta de la administración Trump con Maduro, en el sentido de un acercamiento como el que realizó el catire con el dictador de Corea del Norte, y cuyo resultado fue una historia de amor entre ambos gobernantes y una posterior radicalización del asiático, ya que se volvió más peligroso con sus experimentos misilísticos; es decir, los amores de Trump con el loco que gobierna a Corea del Norte no trajeron la paz mundial, sino todo lo contrario.
En el ámbito venezolano, ya se hacen públicas las señales de un giro diplomático donde lo primordial será hacer negocios y frenar la emigración hacia Gringolandia (eso es lo más importante para Trump), y el destino democrático con la salida de Maduro se suspende (eso es lo más importante para Nicolás). Así que aquello de que el déspota venezolano visite la Casa Blanca no es una loquetera; y eso es posible porque Trump y Maduro tienen como diferencia de que el primero es un autócrata cómico, y el segundo es un autócrata trágico, pero se asemejan en que ambos no tienen majestad porque carecen de seriedad, como diría Vargas Vila.
Finalizo diciendo que ojalá que el regreso del trumpismo no vaya a significar que otra vez la oposición se entretenga con ínfulas mayameras. La lucha por la democracia en Venezuela no puede seguir “cayéndose de la mata”.
Beltrán Vallejo es Licenciado de la Escuela de Humanidades y Educación de la UDO.