No es cosa juzgada, por Roberto Patiño
El viernes 26 de enero el Tribunal Supremo de Justicia difundió una absurda sentencia con la que ratificó la inhabilitación de la candidata unitaria de la oposición María Corina Machado. Aunque fue una noticia esperada, esta decisión política tomada por el régimen ejemplifica la deriva autoritaria de quienes manejan el poder en Venezuela.
Tras las primeras reacciones de la comunidad internacional en apoyo a la candidata Machado y a los acuerdos de Barbados, la red de medios públicos y los voceros del régimen se apresuraron en defender al máximo tribunal del país, afirmando una supuesta independencia del poder judicial y la plena garantía de la existencia de un estado de derecho en Venezuela. Para las pantallas de Venezolana de Televisión, la inhabilitación es una “cosa juzgada” que debemos acatar todos los venezolanos.
Hay que destacar que Machado no ha tenido ningún procedimiento administrativo, no ha sido acusada formalmente por la Contraloría General ni el Ministerio Público y en Venezuela la Constitución no permite la restricción de derechos políticos por una decisión administrativa, es decir, requiere un juicio formal donde el acusado pueda acceder a su expediente, conocer las pruebas con las que se le acusa y ejercer su derecho a la defensa, un procedimiento que no ocurrió y que podría explicar la razón por la que el TSJ no divulgo más que un extracto de una supuesta sentencia judicial.
En definitiva, la «sentencia» de aquel viernes 26 de enero, es otra evidencia de cómo el aparato de justicia se ha convertido en un apéndice del poder de Miraflores gracias a la confiscación de las libertades civiles y la definitiva erosión de la separación de poderes que ha sufrido las instituciones venezolanas.
Aunque vale la pena hacer un esfuerzo por conocer los detalles legales de la inhabilitación, no hay que perder el norte y recordar que lo ocurrido fue una decisión política que busca empujar a la sociedad a la desesperanza. El régimen se sabe minoría y su estrategia se basa en buscar dividir y desmovilizar a los que queremos cambio: su única opción viable es una oposición fragmentada entre la sospecha y la abstención.
Los venezolanos estamos conscientes de que este año electoral será uno de los más complejos de nuestra historia como nación, el compromiso por la recuperación de la democracia nos va a exigir esfuerzo y sacrificios personales, un constante trabajo en equipo y una mentalidad serena frente a los retos que tenemos por delante. Nuestro antídoto frente a la macabra estrategia del régimen debe ser la unión y la participación hasta conseguir la democracia.
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La vocación democrática que existe en Venezuela no puede ser contenida en los bordes de una sentencia que no vale ni el papel donde fue impreso. Las ganas de cambio en el país no es una cosa juzgada que se despacha en un tribunal, es un compromiso de vida de millones de venezolanos que quieren el regreso de la democracia, una sentencia verdaderamente inapelable que será dictada en las próximas elecciones si seguimos trabajando juntos.
Este ha sido y seguirá siendo nuestro compromiso.
Roberto Patiño es Ingeniero de Producción-USB. Magíster en Políticas Públicas-Harvard. Cofundador de Alimenta La Solidaridad y de Caracas Mi Convive.
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