No es fácil, por Pompeyo Márquez
Autor: Pompeyo Márquez
Lo primero que se debe tener perfectamente claro es el carácter del adversario. No existen dudas acerca de que estamos enfrentados a una autocracia, militarista, corrupta y con una ambición de poder desmedida. No saben qué hacer con tanto dinero (por eso regalan tanta plata buscando respaldos en el exterior), no tienen una visión de país definida.
Sólo tienen un objetivo suficientemente claro y por ello cometen toda clase de abusos y arbitrariedades. Ese objetivo es el de perpetuarse en el poder. En esa dirección han avanzado poniendo en sus manos a todos los poderes.
Esta es la dura realidad. Errores cometidos por la dirigencia de la oposición en abril del 2002, en el referéndum presidencial el 2004; el plantar a más de 170 oficiales en la Plaza Altamira y dar la sensación de un desenlace inmediato; el paro nacional convocado por tres días y prolongado durante 62 días a la espera de que “algo sucediera”: los llamamientos a la abstención en distintas elecciones, en fin, todas estas conductas derivadas en serias derrotas y debilitamientos se están pagando hoy. Hay dirigentes que han comprendido la profundidad de estos errores y que han extraído las enseñanzas correspondientes. Hay otros que persisten en su error y que, además, tratan de descalificar a quienes asumen responsabilidades y trazan un camino diferente a ellos. El centro de la descalificación se centra contra quienes dirigimos a la Coordinadora Democrática, precisamente en cuyo seno las Comisiones de Estrategia y Asesoramiento tenían una opinión diferente a la que se estaba aplicando.
Sólo se ve el proceso hacia el referéndum y, por supuesto, lo sucedido el 15 de agosto y el por qué no se llamó a emprender acciones de calle.
Esa noche no se podía: si se procedía a alguna directiva hacia la defensa del voto se caían las señales.
Esa madrugada del 15 de agosto la salida fue que Ezequiel Zamora y Sobella Mejías hablaran antes que se anunciaran los amañados resultados. Después vino la cadena oficial y finalmente habló Henry Ramos a nombre de todos. Los errores no estuvieron específicamente esa noche sino en todo el proceso refrendario.
Será necesario un análisis más detenido, menos emocional de lo vivido a lo largo de esos meses cuando era visible la mayoría opositora. Porque una de las tantas conclusiones que se pueden extraer es que nunca jamás vuelva a ocurrir un 15 de agosto.
Traigo a colación este relato porque no estamos en presencia de unos dirigentes que han cometido errores y otros no. Debemos colocarnos en una actitud más humilde, más autocrítica y pensar con cabeza fría lo que tenemos al frente, el cúmulo de dificultades que confrontamos, que no es fácil el panorama.
Una de las dificultades mayores es la dispersión de esa gran masa contraria al régimen que quiere vivir en democracia, en libertad, que anhela derrotar la autocracia con tendencia al totalitarismo. En consecuencia, no es fácil la construcción de un frente democrático que pueda moverse en los más diversos escenarios y dibujar lo más certeramente cómo contener estos desmanes autoritarios y en la marcha derrotarlos sin poner fecha. Se necesita entonces una política de gran amplitud y una firmeza para aplicarla.