No hay silencio de inocentes solo bulla de los culpables, por Ángel Monagas
Twitter e Instagram: @AngelMonagas
La imagen de Venezuela después del 21 de noviembre del 2021, no ha cambiado. es la misma, incluso peor.
Los personajes de siempre, hicieron creer que el CNE, las Fuerzas Armadas, el Tribunal Supremo y la veeduría funcionaría, tendrían un comportamiento ajustado a los principios de Justicia y legalidad.
Pensaron que habría un proceso limpio, pulcro.
El silencio de los inocentes es una vieja película de 1991. Allí hay unas víctimas que nunca imaginaron lo que les iba a ocurrir. Fueron silenciados.
No es el caso de Venezuela.
No hubo víctimas. Solo actores en una obra que estaba anunciada.
No hay sorpresas. ¿Quién en su sano juicio esperaba otra cosa?
Los regímenes comunistas no se caracterizan por ser respetuosos de la ley y el orden. Ellos llegan planteando una lucha por la libertad y la justicia, y al lograr el poder, es lo que menos hacen. Olvidan sus principios y el amor por mantenerse en el poder los subyuga, los emborracha.
Por esto su empeño en querer cambiar la historia, la música, el folklore y afectar la mente de los gobernados.
Los comunistas no están hechos para vivir en democracia. El comunismo se basa en una falsa apreciación de la igualdad, para luego practicar la peor de las armas: la intolerancia, la persecución al que piense distinto, llegando a considerarlo un “enemigo de la patria”.
El “Che” no fue un héroe, sino una imagen de un producto del mercadeo más cruel y salvaje buscando ganancias y no justicia. Igual aunque en menor proporción de fama, el tirano Fidel Castro.
Barinas un ejemplo
Freddy Superlano ni ninguno de los participantes en el evento del 21N son inocentes. Lo hicieron con pleno conocimiento de su causa.
Se quejan de lo que sabían que les iba a suceder, o, ¿será que pensaron que el arreglo los iba a blindar, a inmunizar de las actuaciones ilegales de los organismos en cuestión?
La indefinición, la incoherencia, pareciera no ser producto de un error, de una omisión o de mala apreciación.
Los beneficiados se presentaron en Miraflores y saludaron a Nicolás Maduro. Lo trataron como el Presidente. Se rieron con él. Hablaron una cosa para el público y otra tras bastidores. Eso es normal.
A Pablo Montero lo condenan por cantar a quien le pagó. Estos se cobran y se dan el vuelto. se ofenden cuando se les califica de “falsa oposición”.
Lo insólito es que se presentan ante el mundo como luchadores de la libertad de un país, donde ellos reconocen al tirano y sus instituciones.
Veo la explicación de Juan Rafalli y no sería justo aducir que “rebuzno el derecho”. Rafalli sabe perfectamente lo que ocurre. Su análisis jurídico está dirigido a defender el estatus de un presidente inexistente.
Tan cierto es lo que digo, que en otra de las posturas contradictorias de Juan Guaidó, luego de hablar de que no existían condiciones, de no reconocer el proceso, se aparece en Barinas en solidaridad y defensa de su “compadre” Superlano. Tampoco él es inocente.
Son tan carentes de inocencia, que ninguno de los líderes sobrevivientes ha dicho “ni pío”, sobre lo sucedido electoralmente, como también callaron sobre Alex Saab, el “pollo Carvajal”, la enfermera, la visita del Fiscal de la CPI y su actuación, los presos políticos, entre otros.
Los inocentes en Venezuela, gritan, protestan o emprenden la huida. A más de 160 los atraparon hace unos días y hoy oficialmente una “balsa” con unos 30 venezolanos fue detenida intentando ingresar a la Florida, EEUU. La salida, por mar, puertos, aeropuertos o trochas, sigue siendo la opción de los verdaderos inocentes. La bulla de los culpables ensordece. No hay empatía. No hay conexión. Más problemático es la carencia de conexión con los sectores populares y fundamentalmente los jóvenes.
El chavismo no quiere ni valora cambiar. No les quita el sueño su “impopularidad”. Ellos ya superaron el trauma de ser legitimados por simpatías o aprobación.
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La opción presentada por María Corina y apoyada por otros sectores, pudiera ser una alternativa, sometida a un proceso de consulta normal antes de hacerse pública.
No soy seguidor de Alí Primera. Lo respeté porque para mí era auténtico en sus creencias y él tenía un tema de cuya letra rescato: “La inocencia no mata al pueblo pero tampoco lo salva”
Lo triste es que es ensordecedor la bulla de los culpables. Disfrazan. Desnaturalizan el espíritu de la justicia…