No le regalemos a Maduro la reelección, por Gonzalo González
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La dictadura trabaja afanosamente con el objetivo de impedir la participación en las elecciones presidenciales del proyecto de cambio político liderado por María Corina Machado (MCM); en el cual convergen todos aquellos actores políticos, sociales y ciudadanos que apoyaron las primarias del 22 de octubre; proyecto (el único serio y competitivo) que le ha devuelto a los venezolanos la esperanza de que en los venideros comicios presidenciales puede abrírsele paso al cambio político.
Esa es la razón de ser del cronograma electoral ventajista, ilegal e ilegítimo aprobado por el CNE así como de la ola de represión, intimidación y provocación en desarrollo, acciones todas que han echado al basurero (en la práctica, sin necesidad de denunciarlo) los acuerdos de Barbados. Lo que está ocurriendo desde que comenzó el 2024 no debe sorprender, Maduro afirmó que «ganaría las elecciones por la buenas o por las malas» aserto que anuncia y resume claramente lo que está pasando.
El chavo-madurismo, tiene clara su prioridad: conservar el poder, después verán cómo enfrentan las represalias por su acción tiránica y ruptura de los acuerdos. Pretende superar su déficit de competitividad por falta de respaldo ciudadano con la creación por parte del CNE de condiciones electorales a su favor buscando repetir el escenario del 2018. En todo esto, lo más relevante es el veto confirmado por el TSJ a la posibilidad de que MCM pueda ser candidata presidencial y así sacar de juego a la candidatura unitaria de la oposición democrática. Con lo cual tendría despejado el camino a su reelección aun siendo minoría.
Comparto lo resuelto por MCM y respaldado por la Plataforma Unitaria de resistir y luchar para lograr el levantamiento del veto. Sin embargo el lapso de inscripción de candidaturas establecido por CNE en el cronograma – requisito de obligatorio cumplimiento para poder participar en los comicios del 28 de julio – vence el 25 del mes en curso con lo cual los tiempos se aceleran en detrimento de la estrategia de presión para que remita el veto.
A estas alturas del mes de marzo, no hay indicios de parte del régimen de ir a un levantamiento del veto, todo lo contrario, están atornillados al respecto. Escenario que pone en riesgo la posibilidad de que las fuerzas de cambio cuenten, después del 25/3, con una candidatura unitaria inscrita debidamente con las consecuencias del caso. Precisamente el objetivo de la estrategia oficialista.
Es de manual en una competencia impedir la materialización de la estrategia del adversario en aras de imponer la propia. Es por ello que la oposición democrática no puede dejarse conducir sin más al «callejón sin salida» de no poder inscribir candidatura unitaria y quedar fuera de competencia. Menos aún propiciar una situación de forfeit.
María Corina y la dirigencia democrática está ante el reto histórico (la trascendencia del resultado del 28/7 autoriza esa calificación) de no frustrar la posibilidad de cambio que la mayoría determinante de la sociedad desea tomando decisiones equivocadas. La coyuntura le exige a la líder consensuar una candidatura sustituta a ser inscrita, apoyarla sin ambages, asumir y dirigir su campaña; a la dirigencia democrática actuar cómo lo hizo en Barinas. La decisión debe tomarse con celeridad y ejecutarse antes del 21/3.
La mayoría determinante de la ciudadanía desea, en primer término, el cambio político, si es con MCM de candidata mejor, pero si no puede ser ella el deseo y la necesidad de cambio continúa. Estoy persuadido de que si al país se le explica bien el porqué de la sustitución y se escoge un buen reemplazo la entenderá y acompañará. Los cuatro meses que restan para los comicios son suficientes para dotar de competitividad al relevo.
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Consciente estoy que lo propuesto se dice fácil, pero tiene sus problemas y riesgos por los intereses que afecta y por la popularidad de MCM. Solo que no hacerlo es peor para el país.
Gonzalo González es politólogo. Fue diputado al Congreso Nacional.
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