No, no y cien veces NO, por Juan Vicente Gómez
Autor: Juan Vicente Gómez | [email protected]
Creo que debemos intentar persuadir con firmeza a la población venezolana para ignorar el llamado electoral del 22 de abril. Más aislado y debilitado que nunca, el combo oficialista que apoya a Maduro intentó otra de sus huidas desesperadas hacia adelante y el conejo en la chistera de Tibisay terminó marcando el 22, sumiso 22, obediente de los dictámenes espurios provenientes de la ANC.
Hay que repetir hasta el cansancio que la Constituyente no tiene la potestad de convocar elecciones y mucho menos está facultada para solicitar un adelanto de presidenciales, que de igual forma también viola la legislación vigente en materia comicial.
La oposición venezolana quizás ha estado un poco timorata a la hora de enfrentar la estrategia electoral del gobierno y se está desperdiciando demasiado tiempo para deshojar la margarita sobre si participar o no en el pantanoso escenario montado por el oficialismo.
A sólo dos meses y una semana de la fecha planteada para las presidenciales, las estrategias de la oposición de cara a esos comicios ni siquiera se perciben en la opinión pública con respuestas claras. Lapsos tan breves de tiempo no admiten “guabineo”: o se decide participar a sabiendas de los entuertos, o se decide no acatar el llamado electoral fijando alguna hoja de ruta alternativa.
La tarea más elemental que debería haber adelantado la oposición todavía sigue siendo una asignatura pendiente: la designación del candidato único más idóneo para derrotar a Maduro.
Sabemos de sobra que las condiciones del árbitro electoral presentan groseras desventajas de todo tipo para el sector opositor, pero inclusive aceptando algunas de esas condiciones parece factible salir democráticamente del bigotón, siempre y cuando exista consenso y unanimidad en la opción del candidato único.
La otra variable en la que debe restearse la oposición es el tiempo. Las presidenciales igual tenían que darse, por mandato constitucional, este año 2018. ¿Por qué aceptar entonces, de forma sumisa, el adelanto comicial planteado por el gobierno? Habría que “comprar tiempo” en este sentido, es decir, presionar al gobierno para que las realice en los lapsos establecidos por la ley. En dos platos, no hay que dar por hecho ni aceptar el adelanto de las presidenciales. La lucha por lograr fechas justas debería significar otro frente abierto contra el gobierno.
Jorge Rodríguez decidió jugar duro (y sucio) en República Dominicana cuando mintió sobre la firma de los pre-acuerdos con la oposición. Luego rompió el diálogo, se levantó de la mesa, tomó un avión a Caracas, cuadró el chanchullo del adelanto a través de la petición de la ANC al CNE, etc.
No, no y NO. Cada atropello autoritario de los figurines del régimen debería contar con la negación y el repudio de todo venezolano que aún crea en los cauces democráticos para lograr la resolución de conflictos. No a Jorgito, no a la Lucena y NO, en mayúsculas, a Maduro. Cien veces no al totalitarismo. Lástima que muchos de sus rivales en el bando opositor estén igual de desprestigiados o satanizados, porque de lo contrario estaríamos ante una aplastante derrota a la coalición dominante.
¿Qué dice entonces la oposición? ¿Participamos o no en el adelanto presidencial? ¿Dónde está el candidato unitario? Por favor definan y difundan, de manera urgente, las estrategias necesarias para presionar por el cambio de régimen político que implora la mayoría de nuestro país.
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