¡No puede ser!, por Teodoro Petkoff
El chavismo sindical quiere ser la nueva y única cúpula
La decisión del chavismo sindical de pasar por encima de toda normativa legal, ya sea nacional o internacional, para alcanzar su objetivo de destruir el movimiento laboral, y crear un aparato sometido al gobierno, queda plasmada elocuentemente en la «disposición transitoria» tercera de la «Ley de Protección a las Garantías y Libertades Sindicales». Esta disposición, verdadero engendro, cuyo brutal autoritarismo ofende la conciencia democrática, prevé la creación de una comisión especial nacional que asumiría en la práctica todos los poderes en el mundo sindical. La «comisión» confiscaría, para empezar, todos los fondos y bienes de las organizaciones sindicales existentes, hasta tanto se constituya el «nuevo» movimiento sindical «unificado». Estaría integrada por trece miembros. NUEVE de ellos pertenecientes al Estado: cinco parlamentarios (sin duda, del MVR), dos de la defensoría del pueblo, uno de la contraloría, uno de la fiscalía. Las centrales sindicales (CTV, CUTV, CGT y Codesa), tendrían un representante cada una. Además de estar ante una intervención abierta del Estado y del partido de gobierno en las organizaciones sindicales, la cosa se lleva a los extremos de la caricatura, no sólo al ignorar a corrientes sindicales como las del Nuevo Sindicalismo y el Frente Constituyente de Trabajadores, sino al equiparar a todas las centrales sindicales, soslayando las obvias y grandes diferencias de magnitud que existen entre ellas.
Desde la cuarta hasta la décima primera, las disposiciones transitorias están referidas a la creación de la Asamblea Nacional de Trabajadores y de las Asambleas Regionales que sustituirían a los sindicatos hoy existentes, asumiendo todas sus atribuciones (y sus bienes), y llevarían adelante la creación de un «nuevo» movimiento sindical, unificando burocráticamente las organizaciones existentes.
Mucho nos cuidamos aquí de abusar de definiciones que suelen lanzarse al voleo, como las de totalitarismo o fascismo, para bautizar de ese modo a meros atropellos o arbitrariedades, pero, en este caso, es imposible no utilizar conceptos como el de TOTALITARISMO. Este es un proyecto totalitario, anti-democrático, que pretende suprimir todo sindicalismo autónomo e independiente del Estado, para colocar a los trabajadores bajo la hegemonía absoluta de los intereses políticos del Estado chavista. Para hacer de los trabajadores, al mejor estilo del stalinismo y del nazi-fascismo, una masa amorfa e indiferenciada, totalmente sometida a los designios del poder político y mero instrumento de este.
Se pretende crear un monstruo burocrático, dirigido por sindicalistas de pacotilla, que de ningún modo puede significar la superación de los defectos y carencias del actual movimiento sindical, sino su potenciación infinita. Esto no es para mejorar sino para empeorar y debe ser enfrentado con toda decisión. Los sectores democráticos del gobierno y del MVR y el MAS no deberían aceptar, ni contribuir, a la cristalización de esta pesadilla totalitaria.