“No se coma la luz”, por Beltrán Vallejo
La cobardía vilísima incuba la mentira del “Rasputín” del régimen de Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez, cuando amenaza al gobernador de Nueva Esparta, Alfredo Díaz, de que “no se coma la luz”, una expresión surgida a raíz del sonado escándalo del contagio masivo con coronavirus en aquella isla, el que fue generado en una escuela de béisbol que realizó actividades con personas llegadas del exterior e infectadas del covid-19. Pues bien, ahora se ha desatado unos dimes y diretes cuando el mandatario regional aclaró que la irresponsabilidad de esa organización deportiva se presume bajo el amparo que ella facilita porque algunos de sus “prospectos” tienen vínculos con militares.
Entonces, es bueno reflexionar sobre la frase de Jorge y saberla contextualizar en este dramático momento de un país sin gasolina, ahogado por la hiperinflación, con brotes de protesta callejera, con el contexto de una pandemia y bajo la amenaza de un EEUU que ahora pone precio, cual delincuentes del lejano Oeste, por la captura de Maduro y de varios de su combo.
Se trata de que los venezolanos están sometidos a las vilezas de una guardia nacional libre y desatada en el bachaqueo de la gasolina a lo largo y ancho de las gasolineras del país, generando una rabia que va en crecimiento colectivo, además de sus manejos en fronteras, aeropuertos y puertos, que por lo que se ve, si no imperara allí la corruptela, por lo mínimo está desbocada la ineficacia en el cumplimiento de los decretos del propio Maduro para frenar el virus en Venezuela.
¿Será que Maduro está tan débil que no le ha quedado otra que dejar hacer y deshacer a los militares, ya que parecieran que están en su fiesta con salvoconductos y en la venta dolarizada de combustible? Los militares están haciendo lo que les da la gana, además que tienen vía libre para violaciones a los derechos humanos y humillaciones a la ciudadanía con eso de lanzar en autobuses y calabozos a quienes encuentren por la calle, y que para aleccionarlos por saltarse la cuarentena, pero los amuñuñan en multitudes y los ponen a hacer saltadillas y otros ejercicios a modo de castigo. ¿Estas ñoñeras de gorilas con peinilla tienen que ver con la lucha contra el coronavirus? ¿Humillar a la gente tiene que ver con alguna medida de protección sanitaria? Y además que humillan, hacen negocios en las gasolineras esos que dicen que el “honor es su divisa”.
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La debilidad de Maduro le ha dado “cancha abierta” a la Guardia Nacional, el componente militar más corrupto y uno de los que más tiene denuncias de violaciones a los derechos humanos, sólo superado por el innombrable FAES. Ahí está el caso de Araya donde colmaron la paciencia de los pescadores que salieron a protestar y fueron reprimidos por exigir combustible y comida. En el mismo Sucre, el caso del alcalde de Guiria, que en una gasolinera fue vejado por un guardia nacional a lo Juan charrasqueado. Ahí está la protesta que fue reprimida por la guardia nacional en el Estado Monagas ante tanto abuso de ellos en las gasolineras. Así mismo pasó en Churuguara, en el Estado Falcón, donde también la gente llevó gas del bueno en la protesta por el mercantilismo y desorden de los guardias nacionales con el combustible.
En fin, esto es jugar con la capacidad de aguante de un pueblo, ya que frente a sus ojos hacen negocios dolarizados mientras son sometidos a las restricciones en su movilidad.
La corrupción militar no está en cuarentena y es más letal que el virus.