“No tengan miedo”, por Marisa Iturriza
“No tengan miedo” exhorto’ Juan Pablo II (QEPD) y gran parte de nosotros desobedece. Al menos yo me la paso con un miedo que no veas. Por ejemplo, que en el teatro uno de los actores olvide su parlamento, que al bailarín se le caiga la bailarina en un paso de ballet, que al o a la cantante se le vaya un “gallo”, que el máximo perifoneador nos encadene horas y horas de bla bla bla obligatorio porque sabe que voluntariamente nadie le oiría, que se me pierdan las llaves, que los reales no alcancen, que se cumplan las amenazas de quienes nos amenazan a diario porque, como por dentro lo que tienen es mucho, pero mucho miedo, se dan el lujo de repartirlo a granel.
Miedo de que “simpatizantes” ocupen esos paisajes bellos que todavía quedan en el país y decidan encaramarle algún adefesio que deje una ofensa visual pero les proporcione una buena comisión. Miedo a la “Pava Ciriaca” que se esparce como plaga planetaria, tanto que hasta el restaurant de un renombrado chef se incendió días después de atender a la famosísima pareja No. 1 local.
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Miedo de que los representantes de la oposición no perciban que tenemos que unirnos para -entre todos- sacar a flote este averiado país-barco achicando para no hundirnos porque, si no, en contraposición con esos antepasados que se irguieron hasta producir a Miguel de Cervantes, William Shakespeare o Andrés Bello, ”rodilla en tierra” retrocederemos “a paso de vencedores” hasta el nivel de nuestros errantes antepasados que huían del hambre y de la inseguridad como tantos ciudadanos hoy día, cuando gran parte del mundo logra niveles humanistas, científicos y tecnológicos impensados por el primitivo pre-histórico, que tuvo que inventar desde caminar hasta hablar, cosa que mas o menos está resuelta, pero el reto es cambiar, empezar a usar la pacifista palabra “trabajo”, que implica constancia, experiencia, paciencia, responsabilidad, en lugar de “lucha” porque -en vez de belicosidad- lo que hay que hacer no es batallas y/o afines sino planificar y coordinar respetuosamente un ideal de justicia real, no de venganzas, resentimientos y rencores.
De libertad, educación efectiva, salud general, progreso y prosperidad incluyentes. Tanto por hacer es lo suficientemente competitivo como para intentarlo porque trabajo hay de sobra. Claro que no resulta muy atractivo para esos “héroes” deseosos de eternizarse en el poder ganado con sus “victorias” que, cuando mucho, resultan tristes, pero los competidores deben tener en cuenta que se sabe que la labor no será fácil si no todo lo contrario.
Si no están dispuestos a ejecutarla honestamente, se retiran honrosamente y ya, pero si se atreven, anímense y “No tengan miedo”