Nos invaden los principios, por Américo Martín
Tratando de explicar en forma convincente el oceánico y casi simultáneo hundimiento del socialismo marxista-leninista en Europa del Este incluida la URSS, la Universidad de La Habana reunió cuatro ensayos de autores comunistas sobrevivientes del desastre, que editó en 2002 bajo el título de El Colapso de Europa del Este. Al ubicarse el epicentro de la tragedia en un lugar del viejo mundo podría deslizarse la creencia de que la Isla estaba libre, y su socialismo también, de los profundos errores confesados en la obra.
Nada más falso. El 27 de noviembre de 2006, en memorable discurso pronunciado en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el propio Fidel, ante sus atónitos oyentes, denunció la amenaza cierta de una perestroika cubana, capaz de mandar todo al diablo y restablecer el capitalismo. Tal como es China hoy por obra del mercado y de la ola privatizadora más grande de la Historia.
De los detalles del fracaso del socialismo cubano hablé extensamente en mi libro “Huracán sobre el Caribe” prologado por el profesor e ilustre analista Antonio Cova y editado por la Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, 2013.
Los ensayos publicados en “El colapso…”, mencionan cosas a ratos impresionantes, entre otras la relación de las Causas Internas y las Externas, con mucha frecuencia son desestimadas en los análisis, con la salvedad de que el caso extremadamente importante, de la desafiliación de jóvenes comunistas, que es “consecuencia” del naufragio, tomada falazmente como “causa”. La deserción de jóvenes alcanzó cifras increíbles en todos los países sovietizados. En Hungría, por ejemplo, 60% de la militancia se fue de la organización. ¡Claro que incidió en el colapso como efecto de la masiva decepción juvenil respecto al sistema!
No obstante, ninguno de los 4 ensayos de la indicada obra cuestiona la vigencia del sistema socialista en sí, tema que próximamente comentaré en TalCual. Ya he referido lo que al respecto pensó Fidel 2006 pero en los albores del nuevo milenio limitaba todavía sus aprensiones a la necesidad de sostener a como diera lugar el pensamiento oficial de su partido. En “El colapso…” se destacan principal más no únicamente importantes causas de índole moral, que a mi juicio son insuficientes para entender el fenómeno, aunque tal vez sí el de Venezuela. Gobernantes y dirigentes –subrayan– se dejaron arrastrar por “el consumismo” y el estándar de vida de los capitostes del capitalismo, solo que, si Bill Gates y Steve Jobs justificaban con creces cada dólar de sus ingresos espectaculares, la élite burocrática del socialismo trataba de imitarlos con dinero mal habido del tesoro nacional.
Aquellos eran arietes insustituibles de la revolución informática y comunicacional y, por lo tanto, del acelerado desarrollo económico del mundo, esta élite es, en cambio, una rémora improductiva financiada por la corrupción. Por desatender la ideología militante decayeron los valores morales del socialismo y se multiplicó la descomposición. Pero fue un fenómeno sistémico, no individual, originado en la esencia de la utopía comunista y por ende estructuralmente vinculado a ella.
La evidente antipatía de la juventud venezolana respecto al socialismo siglo XXI de Chávez y Maduro, ha demostrado que no quiere nada con semejante oferta, todos los estamentos sociales se alejan de una gestión crecientemente acusada de violenta y corrupta. Acusar no es condenar, cierto es, pero detengámonos en los descarnados sucesos de las dos últimas semanas para acercarnos a la verdad.
El saturnal de 18 diputados cambiando de casaca de la sesión del 5 de enero, radiografió la condición ética de los beneficiarios directos del negocio, que por lo que se está viendo se irán graduando de perdedores. Las maquinaciones excesivamente maliciosas suelen devolverse contra sus autores.
Calibrada la operación por sus resultados se aprecia que quienes la urdieron pierden mucho y ganan poco. El bloque patriótico, por ejemplo, adquiere un personal que no da para arrojar el sombrero al aire. Mundialmente conocidas y rechazadas sus hazañas, mancharán cuanto hagan en el futuro. ¿Cómo confiar en sus actos y promesas?, tendrán que ser despedidos al crecer la mala opinión que los rodea y en el PSUV muchos no querrán retratarse con ellos o invitarlos a sus hogares. Conforme a las opiniones que vertió sobre el colapso de Europa del Este”, quizá Fidel Castro tacharía su torpeza. Probablemente diría, como la reina Victoria: “El mal paso, darlo rápido y bien, camaradas”. Tal vez les acusaría el PSUV de hundir la revolución.
La maniobra compensaría en algo tal perjuicio si hubiera cambiado la correlación en la Asamblea en beneficio del diputado Parra o al menos le hubiese proporcionado el quorum de funcionamiento. Pero ni lo uno ni lo otro. Pues el diputado Parra nunca contará quorum de asistencia, en tanto que Guaidó lo reunirá cuando y donde quiera. El mundo juzgará donde está la legalidad.
El quorum, en efecto es de 84 y en la súper agredida reunión del miércoles asistieron 92. Tratar de torcer estas cifras con medios violentos es un error letal. Basta escuchar la firme descripción, proporcionada por la diputada Delsa Solórzano, de tal desmesura paramilitar contra parlamentarios y bravos periodistas que los acompañaban, que puso al alcance del mundo la cruda verdad.
El celofán lo rompió el parlamento europeo, con votación sin precedentes de 471 en respaldo a Guaidó tanto en condición de presidente de la AN como de presidente interino de la República. Sumadas la abstención y la votación negativa, no llegaron ni a la mitad. El oficialismo reaccionó ampliando la dimensión de sus pecados, al arremeter contra el embajador de Holanda y provocar la ruptura de relaciones diplomáticas con Guatemala, por cierto, antiguo aliado suyo.
El gobierno de Maduro tendría que meditar acerca del fortalecimiento de la unidad opositora alrededor de Guaidó, el rechazo al diputado Parra en el Episcopado, el malestar que se vislumbra en su propia militancia. La única de sus reacciones con sentido es su aparente inclinación de encomendar la extrema represión más a sus paramilitares que a los componentes de la FAN.
Y la comunidad internacional, en su evidentemente redoblada solidaridad con la defensa de los DDHH y la democracia venezolana, sigue presionando por elecciones transparentes, libérrimas, internacional y mundialmente supervisadas. Para lo cual habría que comenzar ahora mismo con la escogencia de un CNE libre de sospechas, la libertad de presos políticos y militares y el cese de las oscuras maquinaciones contra parlamentarios y partidos políticos y amantes de la libertad y la democracia.
Tómese esa escueta y sin embargo amplia síntesis susceptible de desenredar la batahola circundante como el producto de fantasías extraviadas. Aun así, nada es más peligroso que dejar todo igual para que empeore por momentos.