Notas someras sobre la cultura oficial, por Fernando Rodríguez
¿Hay una cultura oficial? La verdad es que no lo sé bien. A lo mejor por falta de información adecuada. Y no digo una original o muy ideologizada, pero al menos palaciega o populista o como se quiera, en fin, algo que se llame cultura y tenga aunque sea remotamente vínculos con el parloteo de Maduro o El Aissami o Chaderton o la Fosforito o el ministro del área (no sé quién es el de ahora pero no importa, da lo mismo), con el proceso, con el alma del difunto, con Guaicaipuro o Bolívar, con el realismo socialista, con el marxismo-leninismo, con patria o muerte…con lo que sea. Repito, no lo sé. Pero debería saberlo, siempre lo supe y no poco he escrito sobre tales temas. Y leo los espacios culturales de los periódicos o lo poco que de ellos queda con asiduidad y no la percibo. Pero algo debe haber. Como no voy a escribir un tratado sobre una inexistencia me referiré a las artes plásticas y al cine, que algo mostrarán de los andares del perro con la rana. Lo poco que se ve en la distancia.
En la plástica se puede decir que hay murales, por ejemplo. Más que nunca. No muralistas propiamente dichos, en el sentido de Diego Rivera y el resto del escuadrón que tanta huella dejaron en México, allí realmente aplastante, y en el continente más moderadamente. Y en Venezuela también, no demasiados murales pero sí una estética con vástagos esperpénticos, y una que otra pieza de valor, como el extraordinario Zapata que todavía no hemos medido con detalle lo mucho que vale, solo sabemos que muchísimo, y algunas cosas de Poleo que lo mezcló con Botticelli y le salieron, jovenzuelo, unas obras estupendas, fórmula que luego olvidó.
Hay arte urbano o de la calle como lo llaman ahora, espontáneo a veces, muchos otros bajo la égida de mi general gobernador muy amante de las musas o algunos de sus subalternos, pagado, pero siempre espantoso, siempre y no hay posibilidad de leer allí estética alguna salvo ¡viva este despelote! Ahí no hay nada que rescatar, ni el fúnebre y agobiante mural casi invisible de Manaure en La Libertador. Solo hay que pensar en lo que costará al nuevo gobierno, algún día lo habrá supongo, repintar paredes a diestra y siniestra, en ciudades y pueblos. Es de las primeras tareas, para comenzar una nueva vida plástica sana. Por favor no olvidar tumbar en las horas primaverales de la libertad los indios que pusieron en sustitución de la muy honesta y sobria estatua de Colón en Plaza Venezuela, es un punto de honor. Cuidado hay pintores chavistas, pero que como en otras artes, hacen lo que han hecho siempre. No sé si exponen en los museos porque, se los juro, yo no los visito desde que vivimos como vivimos y en alguna galería sin que sepa de algún nombre. Ustedes perdonen que hable de lo que conozco tan mal, como se habrá visto.
Del cine tengo un poco más de conceptos. Es cierto que al principio, carajo que lejos ya, hicieron una villa del cine para hacer una cinematografía oficial, incluso bajo la sapientísima mirada del propio caudillo. Yo dije ‘por aquí vienen los tiros’, porque el cine es arte de masas y no pocos dictadores así lo entendieron. Pero no, intentaron unos cuantos esperpentos históricos, costosísimos, que nadie quiso ver, ni los chavistas y entonces los caciques mediáticos dijeron a la tv y punto que es la que sube cerro. La actividad siguió pero los gremios, bien colocados legalmente e históricamente combativos, hicieron cosas o pendejas o de real valor, en pocas ocasiones de mucho mérito, muy separadas del mensaje revolucionario. La mayoría de los filmes parecen hechos en otro país porque el proceso que nos devora hasta el inconsciente no se ve. Por el contrario sí bastante miseria, mucho subdesarrollo, mucha tristeza. Hay gente que critica que no cuentan las andanzas de los carteles gobernantes y otros entuertos, pero es realmente mucho pedir. Claro la crisis ha destrozado un arte que necesita bastante dinero que ya no hay y el público no solo no sale de noche sino que no tiene como pagar la taquilla. De manera que será para otra ocasión o sea decenio o cuidado si más. Lástima porque hay una buena hora en América latina. ¿Usted sabe qué hace la Cinemateca? Voy a averiguarlo.
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En otras artes pasan cosas ligeramente distintas, pero con un esquema parecido. Una cultura creativa y libre que sobrevive con escasos recursos y una nada oficialista. O asuntos muy paradójicos como el sistema de orquestas que es la antítesis de la ideología populachera y ultranacionalista y que se chupa o chupaba todos los presupuestos, para mayor gloria de Mahler y Beethoven, que ya tienen para dilapidar. A explicar el fenómeno.