Nuestros columnistas le dicen ¡hasta siempre! a Teodoro Petkoff
Amigos de la casa, talcualeros también, han acompañado a Teodoro desde el inicio de este gran proyecto. Semana tras semana puntualmente envían sus artículos de opinión y hoy quieren expresar su sentimiento y decirle ¡hasta siempre amigo!
Ahora escucho desde la casa la misa por los santos . Y es una melancolía general . Teodoro hasta para morir fue oportuno. Ni el día de los Santos , ni día de los muertos. Pienso solo que esa letanía que escucho , acompañará a Teodoro a elevarse y encontrarse con sus amados y sus amigos que lucharon junto a él . Pienso que Teodoro es inmortal . Solo su cuerpo , sacudido por el tiempo se ha marchado . Todo el está con el país decente, íntegro. No nos queda más que seguir difundiendo su extraordinario legado , su obra y su temple indoblegable.
Laure Nicotra
Buccheri. Italia
Como muchos de mi generación, crecí en la admiración por aquel venezolano que se las había “cantado” a Leonid Brezhnev y al todopoderoso PCUS de entonces tras la vergonzosa ocupación de la antigua Checoeslovaquia. Por muchos años le seguí lo mismo en el debate parlamentario que en el ejercicio del gobierno con Caldera, en sus contundentes editoriales de Tal Cual y hasta en las gradas del Estadio Universitario, donde se le conoció como el más consecuente fanático de los Tiburones de La Guaira. A Teodoro Petkoff, incluso adversándolo, no había modo de no seguirlo. La Venezuela inteligente y comprometida ha perdido hoy a uno de sus mejores referentes.
Gustavo J. Villasmil-Prieto
Hoy, 31 de Octubre de 2018, murió Teodoro. Un intelectual descollante y un hombre de estado, y una entereza y solidez ética que lo llevaron a ser descrito como la conciencia nacional, que lo era. “Cuando hablas con Petkoff sientes que hablas con Venezuela”, me dijo un Canciller de Colombia. Fino analista, su deriva hacia el periodismo no fue sino la lógica desembocadura de una vocación de servicio que en mucho superaba la de poder, vocación de decir la verdad y de vivir en la verdad, gustara a quien le gustara, y a quien no le gustara también. Brezhnev llegó a probar esa medicina. Amigo de sus amigos, y ninguno se salvaba de algún comentario cáustico, tenía un corazón a la medida de su cabeza. Su pasión por Venezuela fue probablemente la fuente de su energía sin límite, sin que ello en nada disminuyera su preocupación por la evolución del mundo, que seguía de cerca y conocía a fondo. Una fuerza telúrica, y también un hombre bueno. Cuánta falta hará, pero cuanto dio.
Enrique ter Horst
Luego del cierre de esta edición de Crímenes sin Castigo llega la noticia sobre el fallecimiento del director de este medio, Teodoro Petkoff. Son de esas cosas que uno sabe ocurrirán algún día, pero cuando llegan igual golpean y te hacen recordar.
Conocí a Teodoro a finales de los años ochentas del siglo pasado en el avatar periodístico, él como político y yo como reportero en ciernes. Luego, coincidimos en varias oportunidades. Aunque él no se movía precisamente en las esferas de lo militar o policial, cada vez que tocaba hacerle una entrevista sabías que al final soltaría alguna noticia, ya fuese por alguna de sus expresiones, propia de su verbo sincero y a veces locuaz, o porque revelaría algún detalle de actualidad.
Petkoff, además, no temía escuchar otras ideas, por más retadoras que fuesen a sus propias convicciones. Me quedo con la imagen de un político con profundo sentido humano.
Su ausencia ya se siente.
Javier Ignacio Mayorca
En oportunidades, el destino se confabula y nos da regalos que se llevan consigo por el resto de la vida. Los mejores, son esos que nos permiten conocer y compartir con esas escasas personas que tienen la valentía de la honestidad; el decoro y la ambición de la formación; y la responsabilidad para consigo mismos, fruto de la reflexión profunda alejada de la adulación y el halago, distantes de las trampas de la autocomplacencia y el engaño. Algunos, llevan consigo todo ese equipaje moral a lo largo del tiempo en que evolucionan y crecen en los caminos, no importe que eso suponga rectificar y reconstruir los senderos recorridos; pues ello significa, finalmente, la lealtad para con la propia existencia y el pensamiento. Quien recorre y padece esos lógicos vaivenes sabe, desde la experiencia, que las verdades absolutas no existen y que las utopías son tiempos sin destino que es menester retejer y reconstruir a cada paso, por imposibles. Son seres de una sola pieza, pues la honestidad los construye poderosos en su sencillez y en su valentía. La osadía consiste en asumir lo posible en la verdad que día a día edifica la historia ahí, en la reflexión sobre lo correcto, sobre lo justo.
Uno de esos seres partió de este mundo, dejando un universo de acciones que ahora mismo comienzan su recorrido certero; nuevamente sin claudicar, nuevamente sin doblegar ni arrodillar ante nadie la conciencia y el propio pensamiento. Hubiésemos deseado que viera la luz que al final del túnel buscamos, esa luz que perseguimos y que nos enseñó a encender y ayudó a proteger, no fue posible. Otros seguiremos la andadura, otros quedaremos en la vía del destino, otros llegaremos a lo posible… allá al final de una etapa que define el tiempo. Allí, celebraremos la vida y el destino último y será posible gritar tu nombre con el orgullo y la satisfacción de haberte conocido y haber tenido la alegría y la suerte de caminar a tu lado.
Adiós Teodoro… adiós maestro.
Alejandro Oropeza G.
Washington, 31 de octubre de 2018
En mi época estudiantil en la UCV, la figura de Teodoro era ya legendaria para quienes simpatizaban con los movimientos guerrilleros que habían tomado el camino de la insurrección. No me encontraba, ni entonces ni ahora, entre los entusiastas de la violencia como arma para llegar al poder.
Pasaron algunos años y ya apaciguada la guerrilla, Teodoro nos sorprende con un texto fundamental: «Checoslovaquia, el socialismo como problema«, una revisión honesta, e imagino que dolorosa, sobre ideales rotos en el fragor de la lucha, un texto que sacudió de raíz a toda la izquierda de la época. Y que en su homenaje debería ser reeditado para conocimiento de las nuevas generaciones.
Varias décadas más tarde, me uní al Foro San Antonio, un grupo de acción ciudadana, cuyos integrantes en su mayoría venían del MAS, aquel partido fundado por Petkoff y otros para hacer política desde una izquierda moderada, en democracia. Yo los llamaba cariñosamente «mis teodoristas nostálgicos», siempre añorantes de una presidencia que nunca pudo ser porque el MAS jamás superó aquel «6% histórico» del que él mismo se mofaba.
Con el tiempo, mi respeto por ese Teodoro maduro, democrático, luchador en el plano de las ideas, fue creciendo. Las vueltas del destino me trajeron a TalCual, a compartir esa empresa generada por una nueva faceta de Teodoro como periodista crítico y vigoroso de un régimen al que midió en su verdadera fibra desde el primer momento.
Formando parte de la «familia talcualera», como él nos llamaba, compartimos sus luchas por la sobrevivencia del periódico, presa apetecida por un régimen de insaciable vocación hegemónica. Y aquí estamos, a pesar de las dificultades. Fue acosado hasta el último momento por un sistema judicial depravado que solo escucha a sus amos.
Ya no podrán perseguirlo más. Descansa en paz, Teodoro.
Gioconda San Blas
Teodoro siempre será un estímulo para la lucha por recuperar la Democracia en la Venezuela de hoy. Desde TalCual, una tribuna crítica indeclinable, colaboro, semana tras semana, en esa patriótica tarea junto a otros venezolanos de bien. Gracias por la oportunidad.
Lo mejor de Teodoro es que nunca le tuvo miedo ni a Chávez ni a Maduro y sus pupilos de la especie Talibán. Y estuvo claro que sólo la Democracia real es garantía para lograr el respeto de los más fundamentales Derechos Humanos.
Leyendo tantos comentarios positivos sobre Teodoro me confirma que sólo los hombres buenos merecen ser recordados por la historia de una nación para engrandecerla.
El Régimen nunca le perdonó a Teodoro su disidencia indeclinable. Su ejemplo nos inspira a muchos.
Ángel Rafael Lombardi Boscán
Cuando Teodoro me propuso escribir en TalCual me dijo: «No estoy de acuerdo con muchas de tus opiniones pero aquí tienes tú espacio…» Así era él, siempre amplio.
Otro reclamo de Teodoro fue cuando la Corte Suprema suspendió el Decreto 1850 de Caldera que afectaba la Reserva Forestal de Imataca, siendo él Ministro de Planificación y uno de los defensores del proyecto . «Tú si tienes bolas», me increpó molesto, advirtiendo que estábamos bloqueando una gran oportunidad para la inversión en Venezuela.
Sin ánimo de discutir con él, lo ataje por el plano personal y le contesté: «Yo soy solo el abogado. Jodida es tú hija que es una de las ambientalistas que represento…»
Y se echó a reír. Asunto superado…
Tulio Álvarez
Rara avis
No caben dudas: desde antes de su nacimiento algún ignoto dios de un improbable Olimpo marcó a Teodoro para la singularidad. Que en los dramáticos años europeos de entreguerras sus padres, una judía polaca y un comunista búlgaro se conocieran en un tercer país Checoslovaquia para al final formar familia en una aldea perdida al sur del Lago de Maracaibo en los oscuros años del gomecismo era toda una premonición.
Pocos entre nosotros fueron como él capaces de combinar brillantemente un activismo a veces frenético con la reflexión intelectual densa e incisiva. Su coraje para navegar contra la corriente cuando es necesario (casi siempre), y en consecuencia poner en entredicho sus intereses personales, hará mucha falta también en los tiempos que vienen, cuando demasiados se empeñan en ver en el bolsonarismo el antídoto contra los chavismos, madurismos y lulismos.
Marco Negrón
Al mediodía se regó la noticia. Se siente otra punzada en el corazón:Murió Teodoro Petkoff. Que dolor. Se marchó sin ver las luces que al final se encienden tras el triunfo de la justicia y la libertad, impulso que -entre otros- condujo a la creación del diario TalCual.
Descanse en Paz
Marisa Iturriza
De mi cuenta y riesgo. A la memoria de Teodoro Petkoff
Por qué negar
que éste que se evade soy yo,
amuralla, recoge, mimetiza
frente a los muros espinados.
Tome la piel mi nombre
para que los dolores no acobarden,
saquen callo más bien,
administren la hoguera,
sanen el tajo en mudez.
Irse es detener el mundo o apurarlo,
inventar una metamorfosis de sosiego,
un inclemente adiós
por la puerta trasera de cada letra escrita.
No es a esconderme a lo que voy
es a encontrarme quieto contigo a lo que vine
sin nadie que con nadie,
me sobro en la batalla que anida en la penumbra,
matizando.
Que alguien pague la cuenta a la salida
se quede con el vuelto y propina
que yo abracé lo mío huracanado.
Leandro Area Pereira
Hace trece años decidí ir a conversar con Teodoro para decirle que estaba dispuesto a ser columnista de TalCual. Preparé mis palabras, con él había que ir directo al grano. Nunca había sido columnista. Pero tenía ganas. Me atendió a la hora acordada y con amabilidad. Antes de que terminara la explicación, me miró directo y dijo que si, sin anestesia, que hablara con Javier Conde para concretar.
Teodoro tuvo confianza en que podía hacer la tarea. Siempre se lo agradeceré. Con su gesto característico, me animó a formar parte de una comunidad, de un equipo. Así me he sentido todos estos años. Después de esa conversación han venido más de quinientas columnas. Sus comentarios sobre ellas fueron siempre un estímulo de gran valor. Una visita a las oficinas de TalCual es palpar el espíritu de camaradería y aprendizaje de esta comunidad, marcada por su influencia para construir una tribuna de la democracia y el bienestar de los venezolanos. Teodoro seguirá siendo una referencia para las ideas y la convivencia. TalCual.
Marino J. González R.