Nuestros migrantes…, por Griselda Reyes
Twitter: @griseldareyesq
A menudo, reflexiono sobre la migración, esa oleada que ha desterrado a millones compatriotas de nuestras fronteras, llevándolos a los lugares más recónditos del planeta. Si bien no todo ha sido malo para los venezolanos que deciden emprender y hacer futuro en otras latitudes, y muchos de los nuestros han dejado nuestro tricolor bien en alto, no todos han corrido con la misma suerte.
A estos últimos los mantengo en mis oraciones. Durante estos años, hemos conocido de primera mano y leído en las primeras planas de los medios de comunicación más importantes del continente, como terminan nuestros hermanos siendo víctimas de la más atroz xenofobia y delitos que incluso han arrebatado la vida de inocentes.
Basta con entrar a Twitter para encontrarse de frente con gente narrando sus experiencias de maltratos en distintas ciudades del mundo, y especialmente en Suramérica. Los vejan y humillan apenas les oyen su acento criollo. Como si haber nacido en esta tierra los hubiese marcado como criminales.
El mundo no termina de entender que muchos de ellos se vieron obligados a dejarlo todo aquí: sus muchos o pocos bienes, y sus grandes afectos; porque no tenían como sostenerse en medio de las peores condiciones a las que los han sometido.
No quisiéramos detenernos en las causas, pues tendríamos que escribir cuatro días seguidos para desglosarlas. Creemos que todos estamos claros a qué obedecen, las hemos vivido en carne propia.
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La migración para muchos de los ciudadanos es una tragedia inenarrable. Cambiar unos problemas por otros. Gente que no ha podido volver a ver a sus padres, que se han visto obligados a abandonar a sus hijos por años, dejándolos al cuidado de abuelos u otros familiares. No es una tarea sencilla, para –además de eso– tener que lidiar con declaraciones como las que ha emitido la presidenta (E) de Perú, las cuales dejan mucho que pensar, en la que señala a los venezolanos por el incremento de la delincuencia en su país.
Si, es cierto que hemos conocido episodios desgraciados en otras naciones de la región, en donde han estado involucrados venezolanos; pero es imposible suponer que una de las diásporas más grandes del planeta sea toda criminal por unos delitos aislados que se cometan.
Si generalizamos, son muchos más los que son prósperos y productivos que los delincuentes que dejan en mal nuestro gentilicio.
Volviendo al drama humano que supone la migración, desde esta humilde tribuna alzo la voz en fortísimo rechazo hacia los viles ataques contra tanta gente trabajadora, hombres y mujeres de bien, que en vista de no poder contribuir a la construcción de Venezuela, han emprendido sumar por otro país.
A la comunidad internacional, con total respeto, les digo, con voz fuerte y firme, que cuando todas estas naciones, se vieron mermadas por crisis económica y política, golpes de Estado y hasta la guerra, Venezuela abrió sus puertas de par en par sin discriminar a nadie.
Es momento de que el mundo nos retribuya tanta solidaridad y permita que nuestros hijos, padres y hermanos, que andan buscando las oportunidades que el gobierno nacional les arrebató, puedan salir adelante. Las mezquindades deben ser tema del pasado.
Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.
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