¿Nuevo orden mundial asiático?, por Félix Arellano
Desde hace varios años existe un debate sobre el desplazamiento del orden internacional liberal, occidental y atlántico, que se mantiene bajo el liderazgo de los Estados Unidos y la Unión Europea; a un nuevo ordenamiento asiático, de carácter sinocentrico por la hegemonía de China, pero con la activa participación de Rusia e India, un nuevo asiacentrismo. Son diversos las factores que estimulan esta tendencia y la política aislacionista que promueve el Presidente Donald Trump juega un papel decisivo.
El proyecto asiático resulta relevante en el plano económico, pero en el ámbito político pareciera entrar en revisión, tanto por los complejos efectos de la pandemia del covid-19, como por la agudización de las diversas tensiones que enfrentan a sus miembros, en particular, la reciente escaramuza militar entre China e India en su frontera en Cachemira.
Indiscutiblemente que Asia se ha convertido en la zona más dinámica de la economía mundial en producción, comercio o inversiones. Concentra el 60% de la población mundial y, en el caso de China, gracias a la incorporación del capitalismo de mercado no liberal por Deng Xiaoping, ha llegado a ser la segunda potencia económica y la fábrica del mundo.
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Otro grupo de países de la zona fueron definidos como los “tigres de Asia” (Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Hong Kong). Por el estrecho de Malacca (entre Malasia y Singapur) atraviesa más del 40% del comercio mundial. Resultaría largo y agotador profundizar en las precisiones cuantitativas sobre el peso de la región asiática en la economía mundial; ahora bien, en esta fase de la pandemia del covid-19, la región enfrenta problemas y el liderazgo de China está en plena discusión.
Algunos consideran que China ha logrado superar exitosamente la epidemia y ha fortalecido su liderazgo; empero, los hechos evidencian un fuerte cuestionamiento de un gran número de países, en particular las democracias occidentales, sobre el manejo irresponsable de la pandemia por parte del partido comunista y, varios gobiernos, está promoviendo el retiro de sus empresas e inversiones de China.
También es cierto que la actuación internacional de China se ha incrementado, la llamada “diplomacia de las mascarillas”; pero, se ha tornado más agresiva, al punto de plantear la adopción de sanciones económicas contra el gobierno de Australia, un interesante socio comercial, por solicitar la investigación de la actuación del gobierno chino en la pandemia, en el marco de la reciente asamblea general de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En estos momentos, nos encontramos con una China con varios frentes de tensión abiertos. El más novedoso tiene que ver con su agresiva defensa frente al cuestionamiento por el manejo de la pandemia, pero también se están complicando viejas tensiones, es el caso del enfrentamiento, con un saldo de aproximadamente 20 soldados de la India muertos, en la zona en disputa en la región de Cachemira. Constituye el enfrentamiento más violento luego de la guerra de 1962, es un área cuya delimitación está firmada en tratados, pero la definición práctica de la línea fronteriza no se concreta plenamente por la complejidad de la zona.
Este viejo conflicto representa tanto una fisura para el proyecto asiático, como un serio reto para la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), creada en el 2001, y considerada la OTAN del Asia, que cuenta con la participación de 8 países; entre ellos y muy relevantes, China, Rusia, India, Pakistán e Irán como país observador. Se supondría que esta organización asume el papel de escudo del proyecto asiático, un instrumento fundamental para la defensa y seguridad; empero, las serias divergencias entre sus miembros, genera una gran incertidumbre sobre la viabilidad del proyecto.
Además de las diferencias fronterizas de China con India; son históricas las diferencias entre India y Pakistán.
Por otra parte, China también está enfrentando tensiones con Hong Kong. La reciente Ley de Seguridad, aprobada por la Asamblea Popular de China, que es objeto de un fuerte rechazo de la comunidad democrática internacional, busca eliminar el movimiento independentista que ha crecido en la isla. Entre otros frentes de tensión que se incrementan destacan: los choques con Taiwán, y con la gran mayoría de países limítrofes del Mar del Sur de China, donde están planteados litigios por las islas Parcel (se enfrentan China, Vietnam, Taiwán); Spratly (se enfrentan China, Vietnam, Taiwán) y Scarborough (se enfrentan China, Filipinas, Malasia, Brunei)
Un elemento muy álgido que limita las perspectivas del proyecto asiático, tiene que ver con el irracional comportamiento del joven dictador de Corea del Norte Kim Jong-un, que genera una profunda incertidumbre en la zona, en particular para su vecino Corea de Sur. Al respecto, cabe destacar que, en sus ataques, acaba de destruir, buscando atraer la atención mundial, las oficinas de enlace intercoreano, ubicadas en Koesong muy cerca de la frontera entre ambos países.
Como se puede apreciar las limitaciones del proyecto asiático son diversas y complejas, pero desde nuestra perspectiva occidental tenemos que resaltar y alertar que, en las bases estructurales del proyecto asiático y, en particular del partido comunista chino, se aprecia: una marcada desigualdad social, la explotación de la mano de obra, el desprecio por los derechos humanos y un desdén por la institucionalidad democrática.
En este contexto, resulta prioritario promover la defensa del orden liberal basado en reglas y principios, que ha promovido occidente, que si bien puede ser revisado, es una garantía para el respeto de la diversidad y la dignidad humana.