Nuevos negocios surgen a la sombra de la migración
La economía venezolana en recesión desde hace cinco años, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), tiene sitiada a una sociedad que se las arregla como puede para resistir una inflación mensual de más de 100%. La escasez de productos básicos, la deficiencia de los servicios y la pérdida de poder adquisitivo, han abonado el terreno para el surgimiento de nuevos oficios
Autor: Ariadna García y Roison Figuera
La dificultad de enviar a una perrita al exterior, hizo que dos mujeres se convirtieran en las fundadoras de #DaleLaColaAUnaMascota. Las trabas que tiene la población para legalizar documentos civiles y migratorios, son hoy el ingreso que saca a flote a Axel. La falta de cupos en las agencias para abrir cuentas bancarias ha hecho que Andrea preste la suya. Los vacíos que deja la diáspora reforestan una nación en crisis que hace hasta lo inimaginable para sobrevivir.
“Dale la cola una mascota” busca disminuir el abandono de animales en Venezuela. Nora Izquierdo y Luz Estella Medina son rescatistas. Desde principio de año comenzaron en algo que no sabían en qué terminaría, pero que hoy se ha convertido en una oportunidad para los caninos fuera de Venezuela. Todo empezó con Kitty, una de las perritas que tenían en el refugio y, que una familia en Ecuador ansiaba adoptar. “No sabíamos cómo hacerlo, nos cobraban mucho dinero fue muy engorroso en ese momento”, cuenta Nora.
Sin embargo, explica que algunos veterinarios les brindaron información y pudieron enviar a Kitty a Ecuador con una joven que se ofreció a llevarla. “Al principio estábamos muy asustadas, pero a partir de allí comenzamos a hacer este emprendimiento, más que todo para reunirlos con su familia. Nosotras necesitábamos que la gente dejara de abandonar un poco a los animales”, añade.
Tras más de 10 meses las rescatistas aseguran que la idea es dar apoyo a quienes desean reencontrarse con sus animales o adoptar. Además, buscan la manera de generar empleos entre sus amistades y que las personas que viajen y quieran “darle la cola a una mascota” se lleven una recompensa por su buen gesto, en este caso unos 100 dólares.
“Desde el punto de vista del trabajo todo ha salido bien, los papeles salen bien y no tienen problemas. Ya hemos enviado a EEUU, Portugal, Madrid, México, Argentina, Perú y Ecuador. A veces la familia se queda con el animalito y luego se lo envían al dueño, ellos (mascotas) se quedan aquí llorando, es lo más doloroso y lo más triste”, relata Nora en entrevista a TalCual.
El canal que han usado para dar a conocer esta iniciativa es la red social Instagram, por allí brindan la información y captan a los voluntarios. Explica que uno de los temores frecuentes en los viajeros es el “¿cómo yo llego como turista y llevo una mascota?”. En ese sentido, la cofundadora afirma que mientras no carguen nada ilícito y los papeles estén en regla “no pasa nada”.
En octubre se preparaban para enviar dos mascotas una a Miami y otra a Perú. Las fundadoras manifiestan que, si ellas mismas deben poner de su dinero para que las mascotas que tienen en el refugio sean adoptadas lo hacen. A los particulares sí les cobran la asesoría, cosa que las ha ayudado a costear la alimentación de su clan.
“Tratamos siempre de que los precios sean los más económicos. Los 100 dólares forman parte del pago. Nosotros le ofrecemos un paquete a los clientes, allí ponemos todo lo que la mascota debe tener, por ejemplo, el microchip que pide la Unión Europea y los $100 en efectivo para que sean entregados al voluntario al arribar al destino”, añade Nora.
“Tenemos un trabajo formal, pero esto nos está ayudando a vivir en medio de la crisis”, dicen las rescatistas
“Se dio por la necesidad con Kitty, nunca nos habíamos planteado esto. Nos parecía muy difícil, muy costoso. Cuando vimos a Kitty en el aeropuerto supimos que sí lo podíamos hacer. Esto se está poniendo muy rudo. En términos de salud los animales no se van a poder enfermar porque es muy costoso”, lamenta Nora.
Nora lleva más más de diez años rescatando animales, junto a Luz se encarga de alimentar a unos 25. Asegura que venezolanos que han emigrado les prestan “mucha colaboración”.
Sobre las donaciones que reciben en bolívares, explica que “no sirven de nada”. “Aquí las contribuciones deben ser en moneda internacional porque de lo contrario desgraciadamente no nos sirven”. Venezuela podría cerrar 2019 con una inflación de 10.000.000%, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), otros analistas como Torino Economics han previsto que el indicador finalice en 23.000.000%.
Prestar la cuenta bancaria
Andrea vive en La Guardia, al este del estado Nueva Esparta. Desde hace unos seis meses dejó su trabajo formal en un centro comercial. Las dificultades en el transporte público para trasladarse hasta el centro de la isla hicieron que no dudara en tomar la decisión.
Ahora se dedica a prestar su cuenta bancaria, por ello recibe una comisión. Andrea, nombre ficticio a petición de la fuente, cuenta que lo que gana ahora es superior al sueldo mínimo que recibía en su empleo formal (BsS 18.000).
“Compran dólares o venden y lo transfieren a mi cuenta, de allí yo la paso a la cuenta destino. A veces cobro un 10%, 15% ó 20%. Si la cantidad es muy alta 25%”, cuenta en entrevista a TalCual.
Al consultarle si dejaría este nuevo oficio, responde sin titubear que no: “Lo que te van a pagar en un mes, lo haces en tres días. A veces el pago es en dólares”. La mujer explica que esto surgió a raíz de los impedimentos que tiene la población para abrir cuentas bancarias.
En la agencia del Banco del Tesoro en el estado Yaracuy, los interesados madrugan para ver si corren con suerte y entran en los seis cupos que asignan a diario. Un joven de la entidad añade que pudo abrir su instrumento de ahorro gracias a “una palanca”, una prima que trabaja en la institución movió sus contactos para que atendieran al muchacho.
“Llegué a eso por un amigo que no tenía cuenta en el banco. A la mayoría de las personas que les presto el servicio viven dentro de Venezuela, también a amigos que están en el exterior”.
Andrea hace las operaciones desde su celular. A veces realiza dos en la mañana y dos o tres en la tarde, “eso sale de repente”, dice. “En la isla se mueve más que todo el euro y así es mejor porque es más plata. Quiero reunir para montar un negocio. También si nos asociamos podemos montar uno propio. Aquí da la pesca o la venta de cachapas. Hay que ver qué se puede dar”.
Como gestor, pero no bancario, se desempeña Axel Quijada, de 24 años de edad. Era operador en una emisora de radio, pero dejó atrás ese oficio para abultar sus precarios ingresos. Ahora se tasa en dólares, aunque no lo suficiente como para ahorrar.
Su día a día se va entre solicitudes de pasaporte, trámites de apostilla y legalizaciones de documentos. Por cada diligencia puede cobrar entre 50 y 80 dólares.
Inició en la práctica en 2017 cuando un amigo que huyó de las políticas de Maduro le pidió agilizar la tramitación de un documento legal y luego de hacer «el favor» lo recomendó a terceros.
El cobro va acorde a la roncha que tiene que pasar para lograr el objetivo. Axel Quijada vive en el estado Vargas y las oficinas de legalización se encuentran en Caracas. Por la crisis de transporte, realizar el trámite implica salir de su casa a altas horas de la madrugada y soportar una, dos o hasta tres horas a la espera por un autobús que lo traslade a la capital, para luego moverse en Metro. Todo ello sin contar las colas de cada oficina pública.
Agilizar documentos legales le proporciona más ingresos a Axel, quien ya hizo los trámites con los suyos pues, dice, espera poder salir pronto del país. «Aquí no hay condiciones para mejorar sino para sobrevivir».
Vigilando lo ajeno
Ni siquiera el Estado que encabeza el «presidente obrero» es capaz de darle una subsistencia digna a sus empleados. Carmen Rojas oculta su verdadera identidad, también en el carnet del ministerio para el que labora. Cuenta que los beneficios laborales que tenían se esfumaron, y desde que cambió el cono monetario las tablas salariales quedaron apretujadas hacia abajo.
Ella no tiene casa propia y durante un largo tiempo tuvo que arrendar habitaciones para poder tener dónde dormir. Ahora su situación es diferente. Cuando cumplió sus 37 años de edad, a mediados de 2018, uno de sus amigos fue de vacaciones al exterior y le pidió quedarse en su casa para cuidarla.
El propietario del inmueble volvió pero no se quedó. Decidio emigrar y pedirle que se quedara allí por si aquello del Plan Ubica tu casa -la toma de viviendas vacías- fuese cierto. El «favor» le representa no solo un techo sobre su cabeza, sino un ingreso en dólares. Su sueldo en el Ministerio de Prisiones se convirtió en complemento. Después de todo, la administración pública trabaja hasta las 2 de la tarde, si acaso.
Rosa Paredes fue más allá. Lo de ella comenzó resguardando propiedades de familiares emigrados. Cuídame la casa, riega las matas, ponle atención a que el tanque de agua esté lleno; las indicaciones eran pocas, y el pago un ayuda: 20 dólares. Pasado un año, cobra 60 pues «la cosa para moverse se ha complicado». La diferencia mayor, sin embargo, es que ya no es solo un inmueble el que está a su cuidado.
Rosa ahora se mueve entre cinco apartamentos ajenos. Cada mes reúne, por tanto, 300 dólares. Nada mal para quien se dedica a tiempo completo a ese oficio, logrando mayores ingresos a muchos empleados formales del sector público y privado.