O sale o Venezuela se termina de morir, Fernado Luis Egaña
O sale Maduro (y los suyos) y a Venezuela se le abre una oportunidad de cambio, o se queda Maduro (y los suyos), y Venezuela se seguirá hundiendo hasta quién sabe qué abismos. No es difícil entender eso, porque no se trata de un asunto teórico sino del día a día que padecemos la abrumadora mayoría de los venezolanos. No estoy afirmando que el fin justifica los medios porque pienso que ello no es así. Lo que sí afirmo es que los medios para alcanzar el fin son de una variada índole y están consagrados en la Constitución formalmente vigente de 1999. No hay que temerlos, hay que activarlos.
Además, a nadie de buena voluntad le puede agradar la inescapable situación de que Venezuela –bajo la égida de Maduro y sus patronos de La Habana–, continúe por un despeñadero sin fin. O sale o se queda… no luce una alternativa que merezca mucha reflexión. O sale o Venezuela se termina de morir.
El chaparrón contra Guaidó
No hay nada nuevo bajo el sol… Así es la lucha política. Un día crece la espuma y se desborda, y al tiempito ya sólo hay pura sequedad. Pero una cosa es que mucha gente piense maravillas hoy y horrores mañana, y otra que uno participe en ese juego fatal. A Guaidó no se le puede caer encima y denostar casi que con los mismos insultos que recibe de la hegemonía. Eso sería el equivalente a un hara-kiri. Hay que apoyarle, plantear la realidad con recta intención, criticar cuando corresponda, pero con sentido constructivo.
¿Qué puede hacer más? Si puede. ¿Qué puede hacer mejor? También puede. Lo primero es tener cuidado con las expectativas que no se pueden cumplir. Aferrarse a ellas es un absurdo. No conozco personalmente a Guaidó, sólo a través de los medios. Creo que tiene potencial y coraje. El chaparrón contra Guaidó luce inmerecido. Pero el tiempo pasa…
¿Ministro de Información?
La credibilidad de Jorge Rodríguez debe ser cero, porque los primeros que no le creen lo que dice, son sus propios camaradas, que le sorprenderá la persistencia del personaje para justificar lo injustificable. Bastaría repasar los pretendidos justificativos del apagón indefinido que padece Venezuela –con algunos «alumbrones» de vez en cuando– para saber de qué se trata la credibilidad cero. Pero claro, Rodríguez tiene facilidad de palabra y quienes lo conocen sostienen que es una persona inteligente. Tiene, pues, margen de maniobra.
Pero eso puede servir para manipular un cierto tiempo, pero más tempano que tarde el margen de maniobra se disuelve, y en su lugar queda la pregunta: ¿y cuál será el cuento de hoy? En realidad no hay mucha creatividad en los cuentos. Son variaciones del mismo tema: el ataque terrorista del imperialismo… Es un chiste de mal gusto el considerar que en Venezuela hay un ministro de información. ¿O no?
Millones de tragedias
Venezuela es una gran tragedia, ciertamente, pero la abrumadora mayoría de cada uno de sus habitantes tiene su propia tragedia personal. Estén dentro o fuera del país. Cuando uno habla con cualquier persona en la calle, lo primero es el desahogo de la tragedia. Del sufrimiento terrible que esa persona está padeciendo junto a los suyos. Por innumerables razones que van cambiando de prioridad porque se trata de una tragedia poliédrica. La más angustiosa en estos momentos es la falta de agua.
Uno de los países con las mayores y caudalosas reservas hídricas del mundo, tiene a sus habitantes cargados de tobos o botellones, intentando conseguir algo de agua. Nunca estuvo más legitimado el derecho a rebelión como ahora en Venezuela. Millones de tragedias lo legitiman.
«Administración de cargas»
Ahora resulta que el apagón indefinido, causado por la hegemonía depredadora, es denominado por ésta como «administración de cargas». Un lenguaje tan burocrático debe provenir de La Habana, pero provenga de allá o no, ese no es el punto. Es el intento descarado de utilizar el lenguaje para falsificar la realidad, casi que para abolirla. Un intento que ha sido connatural con la hegemonía, y que fue recibido durante años sin mayores o ningunas críticas por muchos de los que estaban llamados a hacerlo. Empezando por reconocidos comunicadores sociales.
Una parte sustancial de la devastación cultural en Venezuela tiene que ver con la manipulación del lenguaje desde el poder. Manuel Caballero y Rafael Cadenas se dieron cuenta de inmediato del destructivo peligro de esa manipulación. Casi nadie les hizo caso. Y ahora andamos «administrando las cargas»….