Objetivo: CNE, por Teodoro Petkoff
A partir de hoy comienza una semana decisiva en la elección del nuevo CNE por parte de la Asamblea Nacional. El Comité de Postulaciones entrega un listado de 86 nombres a la consideración de la plenaria del parlamento.
Entre ellos habrá que seleccionar 15, que serán los ahora llamados Rectores del organismo comicial.
Cinco de ellos serán principales y diez suplentes. Como se sabe, pero es bueno repetirlo, cada uno de ellos, para ser elegido, debe recibir, al menos 110 votos de los 165 diputados que componen la AN. Puesto que en esta ninguno de los dos bloques, ni el oficialista ni el opositor, alcanza por si solo esa cifra, únicamente un acuerdo entre ellos puede hacer posible la elección de los futuros rectores del CNE. Esto abre dos opciones: una, que por la vía del acuerdo surja un ente equilibrado en su composición, sin predominio de ninguna de las partes; otra, que sea imposible un acuerdo, en cuyo caso el asunto pasa a manos del Tribunal Supremo, el cual haría las designaciones.
En principio, no debería haber inconvenientes que no se puedan superar en la elección de al menos 14 de los 15 rectores. En un parlamento donde la correlación de fuerzas, para todo efecto práctico, es de mitad y mitad, la lógica indica que cada mitad puede proponer siete nombres que la otra no tendría porque objetar. De hecho, en la elección de los diez representantes de la sociedad civil en el Comité de Postulaciones, cada bando propuso cinco que luego fueron aprobados por los dos bloques parlamentarios. En el caso del CNE, el proceso no tiene por que ser distinto.
El nudo a desatar sería el del quinto rector, que también, lógicamente, no debe tener vínculos con ninguno de los dos bandos.
Será el fiel de la balanza. La pretensión gubernamental de que este quinto miembro tenga un sesgo a su favor es inaceptable, entre otras cosas porque es inviable: el gobierno no puede pretender una ventaja que no alcanzaría con los votos de sus diputados. Por supuesto, debe darse por descontado que los candidatos, amén de sus simpatías políticas, aún siendo independientes, deben añadir solvencia personal y profesional, de modo de asegurar una gestión eficiente. Es de esperar que la oposición en el parlamento pueda ponerse de acuerdo en “sus” candidatos sin que la proverbial disputa por las “cuotas” se haga insuperable. Sería el colmo que la elección del CNE fuera obstaculizada por las contradicciones en el seno de la oposición. Sería el colmo, verdaderamente.
Si la elección del CNE culmina exitosamente, quedaría casi despejada la ruta electoral. Desde luego, ya es visible que Chávez tiene en plena función su fábrica de trucos. Pero él no es el árbitro electoral. La fijación de la fecha del referendo, la determinación de la validez de las firmas ya recogidas, no son atribuciones del presidente de la República, así que lo que viene diciendo sobre la materia es irrelevante. Esta semana, pues, es crucial y exige, por tanto la máxima responsabilidad de todos los actores políticos.